Elon Musk, Poder y Misoginia Digital
In-grid Telecom

Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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Elon Musk, Poder y Misoginia Digital Elon Musk, Poder y Misoginia Digital
Fotografía del 14 de abril de 2024 del CEO de Tesla Motors Elon Musk en una ceremonia en Los Angeles. Foto: EFE / Caroline Brehman / Archivo

Para quienes soñamos con ver a la primera mujer presidenta en Estados Unidos —un país que presume de ser progresista—, la última elección fue una tristeza y una decepción. Vimos nuestras esperanzas desvanecerse con la elección de un hombre con una historia legal y ética deplorable. Esta dolorosa realidad confirma el escaso avance en equidad de género y, al mismo tiempo, el enorme avance de una cultura milenaria de misoginia, respaldada ahora abiertamente por figuras de poder como Elon Musk.

El apoyo del dueño de una red social tan influyente como “X” (si es que ya dejaste de llamarla Twitter) y de su inteligencia artificial “xAI”, no es algo menor. Hoy, las empresas tecnológicas tienen más poder político y económico que muchos países, y el respaldo de Musk a una de las figuras más misóginas de la política no sólo es preocupante; también confirma el fortalecimiento de los sesgos en los contenidos que consumimos. Los algoritmos, como herramientas de influencia cultural y social, amplifican y profundizan el alcance de mensajes, manipulando la comunicación.

Con Musk al mando y sus inclinaciones misóginas disfrazadas de indiferencia hacia la equidad de género, las voces femeninas seguiremos siendo menospreciadas, al igual que las ideas de comunidades vulnerables. La inteligencia artificial se alimenta de fuentes de información variadas, y los algoritmos deciden qué temas mostrarán a los usuarios y cuáles silenciarán. Así, Musk puede moldear los sesgos de género en sus plataformas, promoviendo lo que podríamos llamar “misoginia programada”.

Los obstáculos en el camino hacia el poder para las mujeres en la política se han vuelto evidentes en los últimos años. Se les descalifica por “falta de experiencia” o “credibilidad” y, en algunos casos, se les juzga incluso por no cumplir con los estándares de “simpatía” que se exige a los líderes. Este doble estándar es un reflejo del mundo corporativo, donde las altas posiciones de liderazgo y los mejores salarios siguen estando, en gran medida, reservados para hombres.

La cultura de la misoginia se refuerza con la ausencia de mujeres en posiciones de liderazgo en las grandes empresas tecnológicas. Las estructuras patriarcales frenan el ascenso femenino en un sector donde la supuesta meritocracia funciona como un techo de cristal irrompible para las mujeres. Sus contribuciones enfrentan críticas hostiles que refuerzan la supremacía masculina y desincentivan su participación.

La misoginia no es exclusiva de los hombres; es un doble estándar profundamente arraigado en la historia humana. A menudo, somos las propias mujeres quienes nos exigimos perfección unas a otras, mientras perdonamos las transgresiones masculinas. Así, mientras figuras como Elon Musk sigan dominando la narrativa digital, el control masculino en el desarrollo tecnológico —y, peor aún, en la inteligencia artificial— perpetuará los sesgos de género y el control sobre las decisiones políticas y corporativas en nuestro ya rezagado mundo.

¿Realmente vamos a permitir que se sigan programando plataformas digitales que refuercen la visión de las mujeres como inferiores, tanto en el mundo real como en el digital?

¿Seguiremos sin cuestionar el poder de quienes moldean nuestra vida digital permitiendo que la misoginia y el sesgo sigan determinando el rumbo de nuestra sociedad?

La humanidad merece plataformas digitales e inteligencias artificiales verdaderamente justas, con voces que reflejen una sociedad equitativa. Es tiempo de exigirlas.

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