En el ocaso del jueves pasado se llevó a cabo el primer debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos de América. Un debate sui generis, pues se realizó con mucha anterioridad, incluso cuando aún no se han realizado los anuncios oficiales por parte de los partidos Demócrata y Republicano, además de ser organizado por una cadena de televisión y no por el comité oficial encargado.
Lo que nos dejó este debate fueron más dudas que certezas. Vimos a dos hombres de edad avanzada discutir acerca de su hándicap en el golf, a un Trump haciendo bullying -fiel a su estilo- y al presidente 46 muy desorientado, incluso con problemas en su voz, su postura, su lenguaje corporal y, sobre todo, en los comentarios desarticulados y fuera de contexto.
Posterior al debate los memes acerca de Biden no se hicieron esperar, además de exhibir algunas otras apariciones del presidente en las cuales se le nota un evidente extravío. Las encuestas de salida también colocaron a Trump por encima del demócrata y, una semana después, el republicano ya le saca 6 puntos porcentuales, por lo que al interior del Partido Demócrata han prendido las alarmas e incluso ya se habla en algunas mesas de análisis de la posibilidad de reemplazar al actual presidente de la candidatura.
Ante esta rumorología, el presidente Biden ha salido a declarar que no se bajará de la contienda y que se encuentra en perfecto estado de salud. Cuestión que ya lo dudan propios y extraños, pues algunos expertos médicos y comentaristas han especulado sobre la aptitud mental del presidente, sugiriendo un posible deterioro cognitivo debido a la edad o problemas de salud subyacentes. El problema es que no se sabe si Biden podrá resistir 4 meses -eternos- para la elección estadounidense, un debate más y un sinfín de golpeteos de los medios y de Trump.
Lo que resta para los demócratas y para el mismo Biden es cambiar de conversación, mostrar los logros de la actual administración y dejar atrás lo ocurrido en el debate. En la cúpula del Partido Demócrata deberán actuar pronto si no quieren ver reducidas sus aspiraciones de repetir en la Casa Blanca. Convencer a Joe Biden de dejar la contienda puede tardar tiempo valioso, además de que no hay ningún sustituto que hoy quisiera tomar la campaña a estas alturas, por lo que Biden tendrá que tomar un segundo aire (tercero o cuarto), encontrar fuerza de donde sea para no entregar la presidencia.