La mitad medio llena de 2021
La-Lista pidió a Ophelia Pastrana, Aldo Flores, Roberto Girault, Edna Jaime, Marco Colín, y Rafael Micha su visión de las oportunidades que se nos presentan en 2021
La-Lista pidió a Ophelia Pastrana, Aldo Flores, Roberto Girault, Edna Jaime, Marco Colín, y Rafael Micha su visión de las oportunidades que se nos presentan en 2021
El año de la llegada de la pandemia no sólo cambió la manera en la que transcurrió la realidad sino que podría dejar enseñanzas sobre qué bueno tomar de lo malo y capitalizar de una manera positiva a favor de México. Es decir, hay oportunidades, en medio de tanta crisis ¿Se puede convertir una mala racha en una oportunidad para recomenzar mejor? Con este idea optimista invitamos a un grupo de especialistas y expertos en distintos temas (desde comunicación a energía, pasando por creatividad y seguridad) a encontrar la mitad llena de este vaso que empezamos a beber.
¿Ahora sí me creen?
Ophelia Pastrana / Física, economista, comediante, mujer abiertamente transgénero y YouTuber
Nunca he visto o manejado una vacuna COVID-19. Pero si sé que no traen microchips por dentro. … ¿me creen?
Hay algo en común entre la gente que piensa que la tierra es plana y la gente que se opone al uso de las vacunas. También comparten ese algo con las personas que niegan el Holocausto y con aquellos y aquellas que creen que las mujeres transgénero somos parte de un plan macabro para eliminar la población.
Ya saben, todas estas personas que redactan sus publicaciones en redes desde una aparente demencia. ¿Qué les une? Estas personas todes -por lo menos a su creer- se sienten profundamente escépticas. Mejor dicho: ¡sí están generalmente en su juicio cuando publican! Y entonces, ¿cómo puede ser que caigan en tal nivel de desinformación? Para estas personas, el mundo les mintió.
El “sistema” parece que existe para sostener miles de maquinaciones por parte de los poderes y bajo esta realidad claro que pueden suceder cosas como cuando la NASA obligó a modificar las ventanas de los aviones para que desde los vuelos comerciales se pueda ver una tierra moderadamente curva, más no que podamos ver la realmente plana tierra en la que vivimos.
Uf. Déjenme procesar eso un poco. De observar a estas personas, he aprendido que no es que sean gente incrédula. No se “creen cualquier cosa”; más bien cayeron víctimas a un pequeño hack operativo en el cómo funciona la psique humana.
Y para entenderlo (como tantas cosas en psicología) hay que fijarse no en lo que dicen los y las escépticas, sino en lo que hacen.
Veamos.
Para su propio bien y “afortunadamente”, ellos y ellas (las personas tierraplanistas, antivacunas, antiCOVIDistas) ya lograron ver la verdad verdadera. ¡Entre tantas verdades!
Su reacción consecuente es hacer algo muy sano, lógico y que hasta recomiendo de corazón: con toda todita su información, los y las escépticas proceden a cuestionar a la autoridad.
Pero es más importante observar que ese cuestionamiento no lo hacen contra la autoridad.
A la gente escéptica les encanta dirigirse con quienes tengan cerca para que a todo volumen -y con máxima urgencia- nos puedan notificar de sus descubrimientos. Muchas veces al grito de alarma y precaución.
Quieren que como ellos y ellas, aprendamos a dudar.
Pero entonces, ¿Perdón? ¿Cómo una persona que cree que la tecnología 5G es vector de propagación del COVID-19 me va a decir a mi que observe con más cuidado todo aquello que me rodea? De entrada y con tan pocas antenas 5G en el país me hace mucho más sentido que el virus se propague por medio de las bocinas de los camiones del fierro viejo. Pero divago.
Volvamos a esta observación de cómo la gente conspiranoica busca dos cosas, consciente o inconscientemente: 1) que les creamos y 2) que reaccionemos.
Ojalá en una de esas que compartamos su teoría de la conspiración.
La duda picosa aquí recae en la validación de su verdad. Ya que mi verdad entraría en duda paralela. Si yo nomás no quiero creer en ese bulo de la modificación del ADN por parte del chip en la vacuna, ¿cómo sé con certeza que mi verdad “la de Ophelia” es la verdad verdadera?
¿Cómo quieren que me crea sus cuentos? De sólo leerlos se siente que no son verdad.
Y ¡oh! .. ahí está. Se siente. La verdad se siente. Claro.
De hecho por esto es que la pregunta de las verdades verdaderas no se puede responder por vías algorítmicas. En un mundo hecho de matices, nunca podremos definir qué es la verdad con precisión global.
Mejor dicho: nunca Facebook, Twitter o Whatsapp o cualquiera podrá detectar noticias falsas usando tecnología y automatización. Bueno, de modos que sean consistentemente precisos.
Una realidad horrible, compleja y amenazadora en la era de la síntesis de medios.
El año de la desinformación
Ahora, queda claro que el 2020 fue un año de aprendizajes y si hay una cosa que me quita el sueño es el haber presenciado lo poderosa que es la desinformación masiva en la era digital. Lo perversos sus métodos. Y lo vulnerables que somos a caer en sus varios trucos de propagación, aún para la “gente inteligente”.
Piensen en esto, las paparruchas existen porque nosotres las damos a conocer. Por su propia cuenta serían solo un triste post escrito en un triste perfil de Facebook administrado por un triste bot.
Pero.. pero, entonces ¡seguro son los algoritmos de las redes! No necesariamente. Bien se sabe en informática que el sistema computacional más seguro es inseguro si la persona frente a la pantalla no está pensando.
Mismo acá. Qué poco que estamos pensando.
Tan presente es el hecho que no leemos artículos sino encabezados de artículos que Twitter este año implementó en su plataforma un sistema que automáticamente detecta que no has leído y recomienda “ir a los artículos antes de compartir”. Y Facebook implementó un sistema para demarcar visiblemente medios estatales y medios de alto sesgo político.
Medidas que por supuesto se pueden ignorar con extrema facilidad. Bien triste.
Mientras tanto la desinformación sigue avanzando. OK. Rápido, sin buscar: ¿Cuántas vacunas han llegado a México? ¿Cuántos contagios en los últimos 2 meses? ¿muertos? ¿De qué temas trató la mañanera de hace dos días? ¿La de hace una semana? ¿Qué fue lo que sucedió con Lady100Pesos?
Miren, está bien no saber. Y si saben, nomás les invito a verificar sus datos contra medios referenciados por Google. Por lo menos dos medios.
Pero así es la infodemia. Nunca sabemos bien bien si algo es tal cual lo leímos. En un mundo donde la gente prefiere consultar sus dudas en Twitter antes que hacer uso de Google ¿Cómo nos vamos a informar hacia el futuro?
“2020 fue un año de aprendizajes y si hay una cosa que me quita el sueño es el haber presenciado lo poderosa que es la desinformación masiva en la era digital“
La Ley Pastrana-Stanley
Para desenredar este hilo, y de tanto observar a los medios de comunicación estos años les quiero compartir una conclusión tan poderosa que la voy a proponer como una nueva “ley de”. Es una observación que traigo hace años y que para mi terror la vi consistentemente comprobada durante la pandemia. Va así:
Enunciado primero:
Los medios de comunicación responden primero a sus necesidades internas como negocio, antes que al bien del o la lectora.
Enunciado segundo:
Los medios de comunicación al vivir de sus anunciantes, son súbditos del número grosso de visitantes que lleguen a sus espacios, no de la calidad de los y las visitantes.
Por ende, y para sobrevivir los medios digitales de comunicación necesitan forzosamente ensalzar sus mecanismos de adquisición de clics, así esto sea a detrimento del bien de el o la lectora.
Entonces aquí la Ley Pastrana-Stanley (que quiero llamar así por lo sucedido alrededor de las historias de Paco Stanley. Ya me entenderán).
Y la Ley dice así: “Sabes que tan jodida está la cosa según cuanto los medios de comunicación cubran noticias de OVNIs, hombres lobo, chupacabras, hackers con secretos del gobierno, universos paralelos, meteoritos con potencial de extinción, señales sorpresivas de aliens, insectos asesinos, secretos de la NASA, conjunciones estelares y et al, más que no estén cubriendo la cosa.”
Ahora les pregunto.. ¿Cuántas de estas noticias leyeron durante la cuarentena? Pero una ley así es inútil si no posee poder de predicción, entonces apliquemos. ¿Por qué funciona la Ley Pastrana-Stanley? Por qué no es accidental que los medios de comunicación prefieran cubrir el meteorito sorpresa antes que cubrir factualmente cualquier evento o situación.
Dejando el sesgo político de lado (todo un reto), las notas de los meteoritos chupacabras garantizan no solo más clics. Sino ojo, también garantizan que la gente las quiera compartir. ¿Por? ¿Qué es lo que tanto nos atrae de la prensa amarillista?
El truco está en la estructura de redacción de las notas, ya que desde su mera premisa el “OVNI lobo del gobierno” siempre representará una paparrucha que nos asusta. No que nos informe, nos asusta.… ¡oh!
Se siente y no se siente la verdad. ¿Recuerdan?
Lo cual me trae a esta (por ahora) técnica infalible para identificar si una noticia es falsa. Aplicando la Ley Pastrana-Stanley, les invito a que siempre tengan presente este pensar: “Si la nota está estructurada de tal manera que me haga sentir que la debo de compartir. Entonces la noticia es muy probablemente falsa”
O de perdis es noticia que amerita una dosis de sana paranoia.
Las noticias falsas apelan al sentir
¿Si vieron dónde está la salsa secreta? Las noticias falsas siempre son las que apelan primariamente a los sentimientos, no a la información.
Y son doblemente falsas si apelan a estos sentimientos que por razones de orden psicológico nos van a invitar a querer compartir. Para precisar, estos serían el miedo y aquello que nos cause risa.
Les ha pasado que ven a alguien reír y lo primero que le preguntan es “¿qué fue? ¿qué es lo que te hace reír? comparte”.. Exacto. No por nada en las redes sociales -los templos del compartir- abundan los memes y las noticias alarmantes.
La maquinaria detrás, el hack. Es bien simple. Así como poco recordamos eventos pero si recordamos cómo estos nos hicieron sentir. Por ahí va la cosa. Y ¡Por supuesto que alguien iba a abusar de esto! ¿quieren ser comunicadores memorables? Hagan que la gente sienta cosas.
Ojo ahí con los medios que no comuniquen información, sino que busquen “hacernos sentir” la información.… ¡ah!
¿Y la gente conspiranoica? Bueno, ya que la dinámica de la conspiranoia le habla a los sentimientos, acá también podemos aplicar la Ley Pastrana-Stanley.
Si se fijan, las personas conspiranóicas suelen compartir datos que apenitas colindan con la realidad. Y más que pedirnos les ayudemos a validar estos datos, lo que les suele importar es que entremos en alarma o en asombro.
Ahí está de nuevo, los sentimientos antes que la información.
Para los medios de comunicación esta estrategia les genera extra promoción o clics e ingresos por anuncios. ¡Tú te encargas de que sus notas lleguen lejos!
Para la gente conspiranoica la recompensa es mucho más compleja de desmontar, ya que al parecer las dinámicas de la conspiranoia le generan a él o la emisora un muy perverso sentir de control por sumisión emocional contigo.
“Amiga, cuídate que me preocupo por ti”. Entiéndase: Te asusté, y logré cambiar tu comportamiento.
No es una ley universal. Pero a la hora de decidir si una noticia es falsa, vaya cómo ayuda el aprender a ver lo que motiva a publicar de quien emite la información y sus mecanismos de cómo nos piden que se comparta la nota. Usemos esto como nuestra litmus básica de verificación.
Si en los medios que consumimos los sentimientos están al mando, la verdad es pasajera y nuestra reacción es “tengo que compartir esto”. Aquí es donde tenemos que dudar. ¿Me creen?
¿Annus horribilis o Annus mirabilis?
Aldo Flores Quiroga / Profesor Visitante de la LBJ School of Public Affairs de la Universidad de Texas en Austin
2020 figurará como el annus horribilis de la historia reciente. La pandemia de la COVID-19 esparció tristeza y extrañeza en todo el planeta. Millones de personas se contagiaron, perdieron a un ser querido, quedaron sin empleo.
Las cadenas de producción, comercio y transporte mundial se dislocaron a tal grado que la globalización sufrió un retroceso más drástico al previsto en más de un escenario de cambio. Es difícil pensar con optimismo en un entorno como éste.
Y sin embargo, se mueve, como diría Galileo. Ante el desafío médico más grande de los últimos 100 años, los científicos brindaron una respuesta sin precedentes. Tuvieron su annus mirabilis: desarrollaron y pusieron a disposición del público una vacuna salvadora en menos de un año. Nadie lo había logrado, pero cuando menos tres grupos de investigadores ubicados en Europa y Norteamérica cambiaron la historia. El personal médico hizo además hasta lo imposible para mantener la atención al creciente número de pacientes que se acercó a los hospitales en busca de ayuda.
Es ocioso reducir este logro a una simplona fórmula de triunfo del sector privado sobre el público o viceversa. En el siglo XXI prácticamente nadie puede inventar en el vacío. Parados sobre los hombros de gigantes, como diría Newton, los científicos lograron ver aún más lejos. Esos hombros fueron un cúmulo de conocimientos y herramientas fundamentales para la innovación: el apoyo de fondos públicos para la investigación científica vertido de manera constante, por décadas, en universidades y centros de investigación; la creatividad de empresas privadas que pudieron levantar capital y organizar cadenas de suministro necesarios para convertir el hallazgo científico en aplicación práctica; las leyes que protegen patentes, las reglas de competencia, los acuerdos internacionales y un amplio número de mecanismos que facilitaron la actividad la colaboración de científicos, médicos, empresas y gobiernos.
Este año de extremos horribilis y mirabilis lo fue también para el sector energético. Como en el sector médico, una confluencia de voluntades pública y privadas permitió vislumbrar una salida y un futuro promisorio: ante la caída más drástica en la demanda de crudo de la que se tenga memoria, los países organizados en el arreglo OPEP-No OPEP (sobre todo Arabia Saudí y Rusia), consiguieron cooperar más rápido que nunca para reducir la oferta y evitar un desajuste más desastroso del que se preveía. Sin ese recorte, el ingreso de muchos países y empresas que dependen del petróleo se habría colapsado todavía más.
El tránsito de la estabilización del precio del crudo estuvo acompañado de otro hito: la caída del precio a menos 46 dólares por barril. Fue un acontecimiento de tan solo un día, que quedará en el registro por inusual y porque reveló -una vez más- que los mercados pueden sobre reaccionar ante la incertidumbre. Vendrá un ajuste en las reglas para evitar este tipo de desenlaces que confunden más de lo que revelan, por breves que sean.
“Por primera vez como nunca antes se instaló una mayor capacidad de generación eléctrica basada en energías renovables que en fósiles.“
Del lado de las energías limpias, el 2020 fue fuente de esperanzas para el combate al cambio climático, ya que dieron un paso decisivo para su plena aceptación en la mezcla energética mundial. Por primera vez como nunca antes se instaló una mayor capacidad de generación eléctrica basada en energías renovables que en fósiles.
A su vez, el costo de generar con el sol y el viento alcanzó mínimos insospechados. Hoy son más baratos que sus competitivos fósiles.
Algo similar ocurrió con el precio de las tecnologías para almacenar energía eléctrica; jamás había bajado tanto. En el transporte la sorpresa fue que Tesla, la empresa dedicada al diseño y construcción de automóviles eléctricos, logró una valuación mayor que la de las más grandes armadoras de automóviles en su conjunto.
En este despliegue de las energías limpias contribuyeron, como en la medicina, científicos, empresas y gobiernos, por razones similares.
La ciencia acumula conocimiento y entendimiento. Las empresas encuentran cómo hacerlo útil y comercializarlo. Los gobiernos fijan reglas y metas. Estas últimas han sido instrumentales para que la industria eléctrica y el transporte hayan transitado hacia un sistema energético más limpio.
La meta más nueva es el aprovechamiento del hidrógeno. La coalición pública y privada a favor del hidrógeno crece día a día y parece menos descabellado que nunca pensar en que su uso habrá de ampliarse en el transporte, la producción industrial, la generación de electricidad. Quizá el futuro nos alcance más pronto de lo que imaginamos.
¿Annus horribilis o mirabilis? Las dos cosas, pero al final triunfó la esperanza fundada en la empatía, el método científico, la competencia y la colaboración. Habrá mejores vacunas disponibles más pronto.
Habrá más energía limpia que nunca. Quienes ignoren las bases de estos éxitos avanzarán menos en la construcción del futuro que hoy sabemos es posible. ¿De cuál lado de esta historia se ubicará México?
Donde se cierran puertas, se abren ventanas
Roberto Girault / Productor, guionista y director en Fábrica de Cine
El confinamiento provocó en el 2020 que se nos cerraran muchas puertas literalmente: las puertas de nuestras casas para quedarnos adentro y las puertas de nuestras oportunidades y sueños que veíamos alcanzar en el año.
En específico en la industria del cine y televisión el confinamiento detuvo las producciones en seco y cerró los cines sin ningún tipo de tregua, provocando un cambio radical, en cuestión de meses, en toda la industria del entretenimiento.
Las plataformas se convirtieron en los reyes de la exhibición y la capacidad de generar contenido fue el nuevo oro negro del gremio. La dinámica de la producción cambió por completo, buscando nuevas formas, con nuevas reglas para llevar un “set”.
Podemos hablar mucho de los cambios y retos que sufrió y vivió la industria cinematográfica en el 2020 que cambiarán su fisonomía hacia el futuro sin duda. Pero creo que lo importante es enfocarnos en lo que significa para nosotros en lo individual este drástico cambio y cómo convertirlo en fortaleza para el futuro.
Lo primero que el “cerrón de puertas” provocó en mí, fue el “mirar hacia adentro”, recordar los principios: ¿Cuáles son mis fortalezas? ¿Cuáles son mis anhelos, mis sueños? ¿Cuáles son mis responsabilidades, familiares, sociales, profesionales, cívicas? ¿Qué puedo hacer con lo que tengo, que debo hacer con lo que quiero?
“Las plataformas se convirtieron en los reyes de la exhibición y la capacidad de generar contenido fue el nuevo oro negro del gremio.“
El crucigrama se me fue aclarando rápidamente y de forma muy orgánica una vez que entendí que la pandemia no me había quitado mi fortaleza número uno: mi creatividad. Me reencontré con la pureza de mi sueño inicial: contar historias, desarrollar personajes interesantes, ayudar al espectador a soñar, a divertirse y a pensar. Entendí que tanto lo uno como lo otro compaginaba muy bien con mis responsabilidades: podía escribir sin salir de casa, ayudando a mi esposa con la familia y los deberes del hogar, creando historias que alimentaran el contenido que la industria necesita y mantenerme civil y socialmente responsable para provocar contagios.
El resultado es que el tiempo de confinamiento ha sido mi tiempo más prolifero en creación de contenido y también en mejoramiento de mi técnica y en mi disciplina para escribir. Creando y provocando nuevos procesos para cumplir mis objetivos en calidad, tiempo y forma.
En resumen, más allá de la crisis que vivimos todos a nivel mundial y a nivel personal en el 2020, creo que en este año se me abrió la ventana de la introspección personal, profesional y hasta espiritual, re encontrándome con mis inicios y fortaleciendo así mi futuro.
Y me parece que esto, nos sirve a todos como sociedad y a México cómo país… creo que de una u otra forma, todos vimos una nueva ventana que se traduce de muchas maneras: “una nueva forma de hacer negocios”, “un entendimiento de lo indispensable y lo necesario contra lo superfluo”, “un redescubrimiento de la familia y el hogar”, “una necesidad de una comunidad verdaderamente solidaria”, y así podría seguir.
En este sentido, el reto para el 2021 es reflexionar muy bien sobre esta ventana de oportunidad y explotarla al máximo sabiendo que nuestra mayor riqueza se encuentra siempre en nuestro interior.
En 2021, las mujeres no deben estar solas
Edna Jaime / Directora General de México Evalúa
De entre las notas más difíciles del 2020 no relacionadas directamente con contagios y fallecimientos asociados con el COVID-19, están las vinculadas con la violencia contra las mujeres. Comúnmente este tipo de eventos son invisibles. La violencia que sufren las mujeres en el hogar y en el espacio público son fenómenos bastante enterrados, porque la mayoría de ellos no se denuncian, no llegan a la justicia penal.
En el 2020, como nunca antes, las mujeres mexicanas se organizaron para hacer visible un fenómeno escondido y la enorme ineficacia de las autoridades para poder darle atención. Lamentablemente la pandemia y el confinamiento encorchetaron la efervescencia social en torno al tema, y las políticas públicas no llegaron o se quedaron muy cortas frente al tamaño del problema. Por eso el 2020 además de ser el año de la pandemia, también lo fue de la violencia contra la mujer.
El 2021 tiene que ser distinto. Porque existen los instrumentos para hacer las cosas mejor. La violencia contra la mujer, la que se perpetra en el hogar o en el espacio público puede ser atendida. Se pueden salvar vidas, se puede proteger a mujeres en riesgo y se le puede dar cauce penal a los incidentes violentos que ocurren cotidianamente. De alguna forma nos hemos acostumbrado a pensar que la solución no es posible, al tiempo en que se arraiga en nuestra percepción la idea de que somos incapaces de contener los fenómenos violentos, “porque así somos”.
En México Evalúa llevamos años estudiando la violencia letal para disminuirla. Consideramos que la protección de la vida es la responsabilidad más importante que tiene el Estado. Para eso existe. Y la tasa de homicidios y feminicidios es el barómetro para medir la fortaleza o debilidad del Estado en sus capacidades. Cuando la violencia es alta, el Estado y sus instituciones son débiles. No hay misterio en esta ecuación.
Y hoy no podemos hacer trabajo analítico que contribuya a la reducción de la violencia sin incorporar la perspectiva de género. Porque la dimensión del problema es mayúscula y porque no podremos arreglar el fenómeno de las violencias sin atenderlo de manera completa. Nuestro enfoque favorece la información desagregada, muy nuclear. Por eso hacemos uso de la estadística geoespacial para identificar dónde se concentran los delitos y entender las razones de esa concentración. La violencia letal, los homicidios, no se distribuyen aleatoriamente. Se agrupa en lugares específicos, en puntos críticos.
“La violencia letal, los homicidios, no se distribuyen aleatoriamente. Se agrupa en lugares específicos, en puntos críticos“
Cuando tenemos acceso a información con un alto grado de desagregación que además puede georreferenciarse, cuando podemos trabajar con policías y los reportes que hacen de los incidentes delictivos, así como con los centros que reciben las llamadas de emergencia, tenemos un mundo de información que revela ante nuestros ojos un mapa más verídico de las violencias en el país.
Es entrar en una dimensión que rebasa los reportes mensuales de incidencia delictiva que parten de las carpetas de investigación y que apenas representan un 10 % de lo que ocurre en la realidad. Y en esta dimensión ampliada de información se hace presente la violencia de género. Aquí sí se puede palpar. Lo que no se reporta ante en Ministerio Público, puede que sí se registre en una llamada de emergencia o en un whatsapp vecinal, en estos modelos emergentes de interacción de ciudadanos con sus policías. Lo que estaba escondido empieza a conocerse y esto abre una gran oportunidad.
Para no dejar este planteamiento en lo abstracto, permítanme ofrecer evidencia de estas brechas para poder apreciar lo valioso de fuentes de información alternativa a la de una denuncia o carpeta de investigación.
A nivel nacional, por ejemplo, por cada carpeta de investigación abierta en delitos relacionados con violencia familiar, se registraron tres llamadas de emergencia. En Tlaxcala por cada investigación abierta se recibieron 208 llamadas al 911, en Campeche la relación es de 1 a 139.
La Línea Mujeres en la CDMX, un programa psicoterapéutico de Locatel, ha construido una base de datos de muy alta calidad. Esta base, además de estar en formato abierto, ofrece información sobre características de la víctima, del agresor, el parentesco, el tipo de violencia que se ha sufrido, la geografía del hecho y las condiciones en las que se dio la agresión. En el confinamiento, la Línea Mujeres pudo haber hecho la diferencia para muchas que estaban en riesgo. Valdría la pena documentar y evaluar ese impacto.
También con información proveniente del 911, municipios de la zona metropolitana de Guadalajara (de manera destacada Zapopan, seguido de Tlaquepaque) han implantado un sistema que han llamado Impulso de vida. Consiste en identificar a mujeres en riesgo a las que se les ofrece un brazalete con sistema de geolocalización que es monitoreado 24/7. El brazalete además cuenta con un botón de pánico que se puede activar en caso necesario.
Impuso de vida, la Línea Mujeres de la CDMX, son iniciativas que tienen que verse multiplicadas. Porque una vez que un fenómeno de violencia se conoce, tiene que atenderse. No hacerlo implica negligencia y dar la espalda a grupos de población que necesitan la protección del Estado.
La pandemia nos tomó a todos desprevenidos. Después de vivir con ella tantos meses, ya no podemos recurrir al factor sorpresa como excusa. El 2020 fue duro con las mujeres en distintas dimensiones. No podemos permitir que el 2021 sea igual. Hago votos porque buenas prácticas y la experiencia nos lleve a construir mejores respuestas de Estado. Esto es lo que está en juego en este año que inicia. En este 2021, las mujeres no deben estar solas.
El secreto de Mi Éxito
Marco Colín /Diseñador, ilustrador, director creativo y artista visual.
No es por llevarle la contra a nadie pero para mí el 2020 ha sido un año extraordinario. Debo advertirles también que soy un optimista incorregible. Que a todo le veo lo bueno. A veces pienso que soy como el niño de ese chiste navideño que encuentra caca debajo del árbol y corre a buscar el caballo.
Quiero decir que tal vez mi 2020 fue tan malo como el de muchos otros, pero mi forma de ver la vida me hace enfocarme nomás en lo bueno. Correteo la felicidad, y aunque no la alcance, el olor que va dejando es suficiente. Espero que al terminar de leer este texto, hayas conocido el secreto de mi gran éxito este 2020. (Que ni es secreto ni es tan grande ni tampoco muy exitoso. Nomás sobreviví, como tú).
A mí el 2020 me sirvió para hacer realidad muchos sueños: cancelar mis oficinas definitivamente y poder trabajar desde mi casa, evitar perder 3 horas al día en el coche, y olvidar esa forma del infierno en la tierra que es Santa Fe. Pude pasar mucho tiempo pegado a mi esposa y a mis hijos, y con el tiempo de sobra logré desarrollar proyectos artísticos personales que tenía en el tintero.
En particular, uno que hice para recordarnos a todos este año tremendo y cómo lo sobrevivimos. Un luchador, un monstruo mítico: “The Fighter”. Símbolo que encierra la pelea y el triunfo sobre este año tan malo que se llevó tantas personas y cosas que amamos.
Pero probablemente el mayor hallazgo y la mayor fuente de alegría este año, fue dar. Regalé muchas cosas: clases de dibujo en línea para niños, proyectos especiales Pro Bono a organizaciones y movimientos importantes, conferencias, clases, pláticas, entrevistas. Di mucho de mí. Tanto, que con todo lo que daba llenaba esos huecos que de otro modo habrían estado llenos de miedo, ansiedad, incertidumbre y odio.
“Este año hice una obra para recordarnos a todos este año tremendo y cómo lo sobrevivimos. Un luchador, un monstruo mítico: “The Fighter”. Símbolo que encierra la pelea y el triunfo sobre este año tan malo que se llevó tantas personas y cosas que amamos.”
Eso fue lo que me salvó de la peor versión de mí este 2020. Descubrir que en uno está la elección entre llorar o reír, que a veces la felicidad se tiene que inventar desde cero y que el aparentar que estamos bien aunque vayamos destrozados por dentro, a la larga nos va a reconstruir y a hacer verdadera y auténticamente felices. Mi medida del éxito personal para el 2021, como lo fue en el 2020, será: ¿A cuántas personas hice felices?
Un salvavidas fundamental del 2020 fue aprovechar todo el tiempo de sobra dibujando siempre que podía. Para mí dibujar es terapia, religión, y mi modo de entender la vida. Un dibujo al día, como meditación, rutina de ejercicio o juego, reordena nuestra mecánica intelectual y reformulan nuestra óptica de la vida. Sugiero intentes ese breve ejercicio que es dibujar unos minutos al día. Darle sentido y curso a esos rayones que haces al hablar por teléfono, por ejemplo. Aseguro un descubrimiento de una mejor versión tuya. Más buena, más luminosa, más feliz.
Para terminar comparto un mantra en forma de dibujo que he dejado por ahí regado en redes sociales. Aplica a un día, a un año malo o a toda una vida: “Cuando el día está nublado, no queda otra que ser sol”.
¿Así o más claro?
Rafael Micha/ Managing partner de Grupo Habita
Uno de cada 10 habitantes en el mundo trabajamos en empresas relacionadas con el turismo y la actividad representa 10.3% del PIB mundial.
En México, la industria turística produce casi 9.8% del PIB nacional y por ende es necesario hacer un balance de aprendizajes y fortalezas del 2020.
De entrada, el órgano cúpula debe aprender de manera seria y efectiva a cabildear (llevar a cabo constantemente una acción positiva de lobbying ya de por sí ampliamente aceptada) para obtener los resultados esperados, incluir temas prioritarios en la agenda nacional, y dirigir las discusiones de manera pertinente tal y como lo logran otras tantas actividades económicas que no significan la importancia a nivel nacional que representa el turismo.
Es importante encontrar sólo un portavoz, ya que la pluralidad de asociaciones que actualmente existen (más las que se acumulen esta semana) distraen los objetivos. Asetur, CNET, Asociación Nacional de Cadenas Hoteleras, Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles, Unión de Secretarios de Turismo de México, entre otras ni siquiera tienen la fuerza o logran filtrar o sugerir, modificar o disponer, las políticas internacionales, federales o municipales e influir en la agenda nacional. Este es el verdadero reto para el 2021, ni la activación de la industria, ni la recuperación post crisis sanitaria, ni la mejora de niveles de ocupación, ni la promoción nacional o a nivel internacional. Lo anterior debe llevarse a cabo con base en sesudos estudios que produce El Centro de Investigación y Competitividad Turística Anáhuac del Dr. Francisco Madrid Flores.
En un país en donde no se le da importancia suficiente a la industria sin chimeneas no puede resultar en una verdadera generación de ingresos real y una más eficiente distribución del ingreso tal y como como sucede normalmente en la industria de la hospitalidad en el mundo.
Obviamente, se deben capitalizar y multiplicar esfuerzos para desarrollar y mantener la dinámica y momentum actual del mercado interno doméstico que se “descubrió” durante el 2020 como resultado de los esfuerzos de la hotelería nacional: estrategias de promoción que incluyeron estadías en la localidad o staycations, turismo carretero y otros viajes en un radio de hasta 500 kilómetros y la promoción de destinos turísticos antes fuera de la agenda turística y que normalmente se concentra a lo sumo en cinco polos de atracción en nuestro país.
Todo lo anterior sin olvidar al viajero premium internacional que aporta el mayor porcentaje de gasto promedio por lo que se debe desarrollar una agenda wellness, de viajes o getaways privados, y concentrarse en destinos e itinerarios de glamping o turismo de naturaleza, avistamiento o senderismo, entre otros probados y exitosos modelos en el año pasado.
“Hoy existe una necesidad imperante de que la industria, sus agremiados, y los productos que representan cambien la narrativa hacia una oferta altamente diferenciada.”
La industria debe coordinar entre sus agremiados esfuerzos de promoción de la misma manera en que a principios de marzo consensuaron el protocolo sanitario que resultó en el documento de estándares Safe Hotels junto con la Organización Mundial del Turismo.
Lamentablemente, no sucedió lo mismo cuando la actividad turística no se incluyó entre las actividades económicas esenciales en México consideradas para el cierre obligatorio. La industria debe olvidar esfuerzos infructuosos y sin efecto aparente, resultado de la gestión poco profesional del gobierno (y sus instancias a todos los niveles), incluyendo el Consejo Diplomático de Promoción, de dudosa eficacia en los últimos dos años o de la plataforma Visit Mexico y su estrategia “multicanal”.
El ominoso tercer lugar en visitantes registrado por la industria turística en 2020 (desde el séptimo el año anterior) no es el resultado de estrategias gubernamentales, ni planes de promoción, sino de la labor concertada de los miembros de la industria en la aplicación de protocolos de sanidad, y precios de la industria (o más probablemente de la laxitud y ventajas cambiarias).
La Secretaría de Turismo anunció bajo el título “Ascendería México, de manera coyuntural, al tercer lugar mundial en recepción de turistas” (por cierto, ya es hora de que empecemos a referirnos a ellos como “visitantes o viajeros”) sin avalar estrategias o esfuerzos propios o ajenos.
La industria nacional de turismo debe concentrarse en las fortalezas nacionales y hacer especial énfasis en ellas: bellezas naturales, hospitalidad genética, cercanía geográfica, y conectividad. Además, aprovechar la coyuntura de las prohibiciones de viajes a otros países como en el caso de Europa.
Hoy, que empieza el 2021 existe una necesidad imperante de que la industria, sus agremiados, y los productos que representan cambien la narrativa hacia una oferta altamente diferenciada, que refleje una experiencia única e irrepetible con verdadero sense of place y con base a paradigmas de la Agenda 2030: sustentabilidad, defensa del Medio Ambiente, todo dirigido a un viajero más exigente, sofisticado e informado.
Si toda la industria logra alinear sus objetivos y gestionar de manera anticipada y proactiva (y no sólo responder a pseudo estrategias de promoción) los resultados estarán a la vista de todos y será obvio que el sector turismo continuará operando sin nuevas pausas como erróneamente sucedió de mediados de marzo a finales de junio del 2020 aún ante un nuevo y posible rebrote del SARS-CoV-2 con todo y la generalización de aplicación de las vacunas todas. Hay que garantizar y reforzar un estricto apego a los protocolos sanitarios Covid-19 y medidas de distanciamiento social y responsabilidad comunitaria.
Las asociaciones a nivel local han sido por demás eficientes y han logrado resultados sin el presupuesto o alcances sobrepasando los esfuerzos todos de las secretarías de turismo federal y local.
Hay que promover que viajar a México y por México es seguro y confiable, que ayuda a la economía y, en el peor de los casos, a nivel internacional implementar la exhibición de un certificado de vacunación o estrategias que hasta la fecha aplican algunos países a nivel internacional para controlar la propagación de fiebre amarilla o malaria. Un código QR el cual se implemente con ayuda de las líneas de aviación y un criterio safe to board que garanticen al viajero su seguridad y a la industria su permanencia y dinamismo. Seguir promoviendo el turismo a nivel nacional con viajes cortos a destinos que generen confianza serán ser el gran detonador para reactivar la industria, reponer el número de empleos perdidos y lograr un efecto multiplicador para la recuperación económica. Así, el esfuerzo debe ser reconocido por el gobierno dada su importancia en el número de personas empleadas y el innegable efecto multiplicador más allá de un hashtag #piensaenMéxico o nombrar el 2021 el año de Frida [sic] o crear museos como legados personales.