Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas
Letras al desnudo
Además de Carlos Monsiváis, por las páginas de algunas publicaciones de corte erótico desfilaron escritores y periodistas de la talla de Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Renato Leduc, Ignacio Solares, Alejandro Jodorowski, José Agustín y el mismísimo Octavio Paz.
Además de Carlos Monsiváis, por las páginas de algunas publicaciones de corte erótico desfilaron escritores y periodistas de la talla de Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Renato Leduc, Ignacio Solares, Alejandro Jodorowski, José Agustín y el mismísimo Octavio Paz.
“Nada me deprime tanto como imaginar que seré leído, por eso procuro esconderme en las publicaciones más inhóspitas”, dijo alguna vez el escritor y periodista Carlos Monsiváis, que fue colaborador en revistas eróticas durante las décadas de 1970 y 1980.
Monsiváis escribió crónicas y ensayos en la revista Caballero dirigida por el escritor Gustavo Sainz y que tenía como colaboradores a escritores de la talla de José Agustín, Parménides García Saldaña y al periodista Vicente Leñero. El cronista, fallecido el 19 de junio de 2010, colaboró entre 1972 y 1973 para la revista Él, que contaba con el cuentista Edmundo Valadés como su editor. A finales de aquella década, Monsiváis se mudó a las páginas de Su Otro Yo, en la que tocó temas como la cultura popular, el cine mexicano, la homosexualidad y la discriminación. Finalmente, el autor de “Escenas de pudor y liviandad (1988)” formó parte del equipo de colaboradores de la revista Diva en la recta final de los 80.
Además de “Monsi”, por las páginas de las publicaciones citadas desfilaron escritores, periodistas y hombres de letras como Carlos Fuentes, Renato Leduc, Ignacio Solares, Alejandro Jodorowski, Juan Rulfo y hasta el mismísimo Octavio Paz, que de acuerdo con un artículo llamado “Monsiváis entre desnudos”, publicado en la revista Etcétera en julio de 2010, publicó en Su Otro Yo (enero de 1978) un ensayo sobre Luis Buñuel y el cuerpo desnudo de María Sorté.
En la edición mexicana de diciembre de 1991 de la revista Playboy, que traía en portada a la cantante venezolana María Conchita Alonso, recuerdo un cuento llamado “Tláloc”, de Paco Ignacio Taibo II. En otras ediciones de esa revista leí textos de Hunter S. Thompson y alguna entrevista con Stephen King.
Cosas de caballeros
La primera vez que vi la foto de una mujer desnuda fue a principios de los 80 en las páginas de una revista Caballero que encontré en casa. Mi papá nunca fue de tener revistas de ese tipo, tampoco era afecto a las publicaciones de tipo cultural, por lo que ahora me resulta extraño por qué encontré aquel ejemplar entre las revistas de tejido de mamá. Decir que vi una mujer desnuda es mucho, aquellas damas apenas enseñaban los senos.
Mi primer desnudo integral, casi ginecológico, fue cuando me llevé del taller de un amigo de mi papá una revista Hustler. Tenía 14 años y durante algún tiempo fue mi gran tesoro. Recuerdo la edad porque cursaba segundo de secundaria y un compañero de clase, Eduardo “El Tribi”, también tenía una Hustler que le había “volado” a su tío. A los otros chavos del salón no los dejamos que las vieran, ni idea tenían de la existencia de la publicación creada por Larry Flint. Un año antes, cuando iba en primero de secundaria, mi amigo Leobardo me invitó a la azotea del edificio en el que vivía para mostrarme su pequeño botín: algunos ejemplares de una fotonovela erótica mexicana llamada “Locos por el sexo” que compraba en un puesto cerca del mercado de Mixcoac. Su pequeño tesoro lo complementaban una cajetilla de cigarros Winston y una lata de cerveza Tecate que nunca abrimos.
Fui de la generación que creció matándose a pajas con Elizabeth Aguilar en las páginas de Playboy. La edición de junio de 1984 se la prestó mi primo Enrique a mi papá envuelta en un ejemplar del diario UnoMásUno y yo la encontré entre algunos diarios que guardaba mi viejo. Años más tarde, mi primo me regaló la revista y la señora Aguilar regresó a las páginas de Playboy en un recordado pictorial con Paco Stanley publicado en noviembre de 1991.
Una hermana de mi papá, que había trabajado como secretaria en la editorial que publicaba la revista Caballero. Con lo mejor de Playboy (no confundir con la dirigida por Sainz), me regaló una docena de revistas “para la chaquetita”, como dijo con su delicadeza habitual. Desprendí todos los posters y los pegué detrás de la puerta de mi cuarto. Cuando la señora que planchaba las camisas de mi papá las colgó en el picaporte, la puerta se abrió y el “gran secreto” quedó al descubierto. Mi mamá sólo exclamó: “¡Qué chistosito!” Cuando una tarde me quejé por un dolor de cabeza me dijo: “Es por ver esas revistas”.
Tuve las ediciones de la revista Diva en las que salían las jóvenes y bellísimas Maribel Guardia y Olivia Collins; coleccioné durante alguna etapa la edición mexicana de Playboy y en algún puesto de revistas usadas encontré una revista llamada Picante, en la que salían las vedettes de todos los cabarets que se anunciaban en la edición vespertina del diario Ovaciones y que desaparecieron con el terremoto de septiembre de 1985 (1). Una edición estadounidense que me dolió perder fue la de julio de 1985, con Tracy Vaccaro como playmate. La modelo fue pareja del actor y ex ala defensiva de Los Ángeles Rams Fred Dryer, más conocido por su papel como Rick Hunter, en la serie de televisión que llevaba su apellido.
No sé dónde acabaron tantas revistas. Cada tanto me daban azotes de moralidad y las dejaba en algún bote de basura lejos de casa. Nunca imaginé que durante algunos meses del 2006 iba a colaborar con perfiles de figuras deportivas en las páginas de Playboy México.
(1) Martínez, José Luis. El día que cambió la noche, 2016, México, Penguin Random House.