Académico de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Lo áureo de nuestra UNAM
Inscribir a la UNAM en el muro de honor del Senado es una prueba más de que esta institución nació, ha crecido y seguirá creciendo brindando inigualables resultados a un país que los requiere.
Inscribir a la UNAM en el muro de honor del Senado es una prueba más de que esta institución nació, ha crecido y seguirá creciendo brindando inigualables resultados a un país que los requiere.
Con la leyenda “Universidad Nacional Autónoma de México. Por mi raza hablará el espíritu”, nuestra universidad de la nación vivió la semana pasada otro homenaje que, además de merecido, es una prueba más de que esta institución nació, ha crecido y seguirá creciendo brindando inigualables resultados a un país que los requiere y que sin su más importante proyecto educativo y cultural definitivamente no estaría mejor de lo que puede estar hoy.
En esta ocasión, el Senado de la República decidió inscribir con letras de oro en su Muro de Honor el nombre de nuestra universidad y la que es, sin duda, la leyenda más representativa de la esencia universitaria, aquella que en voz de José Vasconcelos (su creador) refleja “la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima”.
De manera definitiva, es en la UNAM donde se reflejan y promueven algunos de los más importantes valores de la sociedad mexicana, así como también es el lugar en el que principios fundamentales para la educación superior pública, como son la gratuidad, la laicidad y la autonomía universitaria, encuentran un lugar seguro en el cual desenvolverse y potencializarse. A pesar de los múltiples intentos que puede haber desde los más diversos intereses políticos, económicos o sociales de ver reducidos estos principios, es en la universidad nacional donde han encontrado el mejor resguardo.
De igual manera, nuestra UNAM es un lugar donde los sueños se hacen realidad, pues son incontables las historias de personas que hemos llegado a sus aulas con un cúmulo de objetivos que si bien en ocasiones pueden parecer inalcanzables, nuestra casa pone a la disposición todos sus recursos para que no solo sean alcanzables, sino para que pueda suceder lo que incluso nunca imaginamos.
El efecto positivo que la UNAM ha brindado a una gran cantidad de generaciones en muchas latitudes ha hecho que sus alcances sean tan importantes como para ser reconocida en la Cámara legislativa del federalismo, aquella en la que se pueden debatir intensamente temas muy diversos, pero en la que también suelen existir asuntos que logran reunir consensos: uno de ellos es la relevancia universidad de la nación para el Estado mexicano.
En un evento en el que se contó con la presencia de nuestro rector, el Dr. Leonardo Lomelí Vanegas, y también con la de buena parte de nuestras autoridades, así como de académicas y académicos excepcionales, las senadoras y los senadores promoventes de la iniciativa –Ricardo Monreal Ávila, Miguel Ángel Mancera Espinosa, Beatriz Paredes Rangel, Elvia Marcela Mora Arellano y Navor Alberto Rojas Mancera– rindieron un merecido homenaje a nuestra universidad nacional, quedando inscrito en la historia para la posteridad.
Entre algunos de los interesantes datos que se dieron a conocer está aquel en el que se afirmó que 35% de las personas galardonadas con la medalla Belisario Domínguez son universitarias, teniendo que este reconocimiento es una condecoración civil otorgada por el Senado de la República “para premiar a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra patria o de la humanidad”. De esta manera, la relevancia de nuestra UNAM queda patente en cada uno de los rubros de la vida nacional, así como también lo áureo de su escudo y de cualquier letra que aluda a esta gran institución.