Académico de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Los libros de texto gratuitos: de la equidad a la inequidad
La CONALITEG ofrece materiales educativos desde 1959, entre ellos, los libros de texto gratuitos.
La CONALITEG ofrece materiales educativos desde 1959, entre ellos, los libros de texto gratuitos.
De acuerdo con su página oficial, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG) es el organismo público descentralizado de la Administración Pública Federal que, para cada ciclo escolar, produce y distribuye de manera gratuita los libros de texto en cantidad suficiente, con oportunidad, usando sus recursos de manera transparente y eficiente, y con la calidad de materiales, procesos y acabados adecuada para el uso al que están destinados.
Este organismo público descentralizado fue creado por decreto firmado por el presidente López Mateos el 13 de febrero de 1959, siendo secretario de Educación Pública Jaime Torres Bodet, ello como parte del “Plan Once Años” que consistía en incrementar las capacidades del Sistema Educativo Nacional y con el que, para 1970, se logró prácticamente duplicar el número de centros educativos, de alumnos y de maestros.
A pesar de que los libros de texto gratuitos han jugado un papel preponderante en los avances educativos del país, estos no han estado exentos de críticas a lo largo de su historia, siendo algunas de las más graves las que recientemente se han conocido y que tienen que ver con la idoneidad de sus contenidos y su calidad. Prueba clara de la importancia del libro de texto son las funciones que de acuerdo con Irma Villalpando tiene:
- Como herramienta de enseñanza para el personal docente
- Como material de aprendizaje directo para el alumnado
- Como instrumento de equidad y enriquecimiento cultural para las familias.
Entre otras cosas, a la autoridad educativa federal se le acusa actualmente de mandar a imprimir libros que no se adecuan a los planes y programas de estudio vigentes y no seguir el procedimiento previsto para su emisión.
Es respecto a la última de las funciones mencionada por Villalpando en donde la gratuidad toma una dimensión mayor, pues en un lugar con la profunda brecha de desigualdad como lo es nuestro país, hacer llegar las mismas herramientas a todas las personas obliga a que estas cuenten con una calidad que sea fruto de un trabajo técnicamente pulcro. Definitivamente, para alcanzar dicha pulcritud es indispensable que en ese caso los libros se apeguen al contenido de los planes y programas de estudio y que se siga un procedimiento que coadyuve a que pedagógicamente dichos materiales logren su cometido. La CONALITEG es un organismo público descentralizado precisamente para que su trabajo se base en la ciencia y sea oportuno al llevarlo a cabo con cierta independencia del poder político.
Al parecer, la autoridad educativa federal omitió varios importantes pasos del procedimiento, lo que ha desencadenado una serie de críticas derivadas de que presuntamente los libros de texto gratuitos se diseñaron sin tomar en cuenta a todas las partes interesadas, sin que se haya transparentado cómo se hicieron (esto producto de que esa información se reservó) y si las personas encargadas de ello contaban con la formación suficiente para hacerlo bien. Aunado a lo anterior, se han expuesto diversos errores no menores que hacen que el alumnado de educación básica del ciclo escolar por iniciar cuente con insumos de menos calidad que el de otros ciclos, lo cual se puede subsanar con mayor facilidad en una institución privada que en una pública, incrementando así para quienes acuden a la segunda aquella brecha de desigualdad que ha sido uno de los principales flagelos de México.
Es preocupante que incluso diversos gobernadores hayan expresado la intención de no distribuir en sus entidades federativas los nuevos libros de texto gratuitos, con lo que la estandarización que se pretende tener en la calidad de educación a lo largo del país será la más débil en muchos años, haciendo de la “Nueva Escuela Mexicana” un modelo que puede, como el “Instituto de Salud para el Bienestar”, convertirse en un retroceso histórico que desemboque en la prolongación de la inequidad.
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