Ojitos de capulín

Sábado 25 de octubre de 2025

Saraí Campech
Saraí Campech
Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita

Ojitos de capulín

“¿Cuál de mis fotos es mi fotografía preferida? Una que voy a hacer mañana…” Imogen Cunningham

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María Graciela del Carmen Iturbide Guerra comenzó a estudiar cine en la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas a los 27 años.

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fotografica.mx

La mirada de Graciela Iturbide no se puede entender sin esos ojitos de capulín, mirada profunda, tierna y con esa voz ronca que no dice medias verdades, todo eso y su presencia la han colocado a la fotógrafa mexicana como un referente de la imagen.

Originaria de la Ciudad de México, María Graciela del Carmen Iturbide Guerra se casó a los 20 años, fue madre a los 23 y a los 27 comenzó a estudiar cine en la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas, en ese tiempo conoció a Manuel Álvarez Bravo y la pasión por la fotografía se le metió entre ceja y ceja.

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Su matrimonio duró solo 8 años y después de esa etapa comenzó a explorar el mundo, fue asistente de don Manuel y con el viajó por México, Cuba y Panamá, para 1978 fue comisionada por el Archivo Escenográfico del Instituto Nacional Indigenista de México y conoció de cerquita al pueblo seri, comunidad del desierto de Sonora que retrató con tal cercanía y respeto que inmediatamente llamó la atención, para 1979, Francisco Toledo la invitó a Juchitán en Oaxaca, de ese viaje quedó cautivada y por más de diez años regresaba cada tanto para dejarse sorprender por los juchitecos y juchitecas, el resultado de esos viajes quedó plasmado en el libro “Juchitán de las mujeres”.

De esos trabajos cargados de asombro y respeto le llegaron invitaciones para retratar parajes y personas en Alemania, India, Hungría, Francia y Estados Unidos, en ese andar conoció a los grandes fotógrafos del siglo XX y les miró lo más que pudo para aprenderles como miraban la vida, todo ese mundo ha quedado de testimonio de su paso por la vida para gozo y sorpresa incluso de quienes han sido fotografiados.

En Estados Unidos desarrolló un trabajo por demás interesante con un grupo de mujeres sordas, su relación con la muerte después de que falleció su hija Claudia, ese asomo al baño de la Casa Azul donde permanecieron los objetos de Frida Kahlo durante 50 años y como los capturo casi, casi dotándolos de vida.

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Son muchas las imágenes que Graciela Iturbide nos ha dejado en la memoria, “Nuestra señora de las iguanas” quizá una de las más conocidas y hay otras miles más que solo ella tiene en la cabeza porque la sorpresa la cautivó, el miedo o el querer vivir el momento sin una cámara de por medio.

Este 25 de octubre, vestida de forma más que elegante y sobria, Graciela Iturbide recibió el premio Princesa de Asturias en Oviedo, España. Lo hizo de manos de los Reyes y por supuesto de la princesa, fue un momento que a más de una nos puede llevar a imaginar que todo es posible, que no importa si te casaste muy joven, no importa si la muerte te arrebata a uno de tus seres más queridos, no importa si eres menudita y en apariencia pequeña, nada de eso es impedimento para que eso que mantiene ardiendo tu alma te lleve a sitios inimaginables, así Graciela Iturbide, tan chiquita y grandiosa en ese escenario que a otros les comería, pero ella como una dama lo habitó.

Previo a esa ceremonia de tanta pompa, Graciela Iturbide tuvo diversas actividades y en una de ellas habló de su trabajo, compartió cómo no suelta el blanco y negro en sus fotos y que curiosamente en ese viaje en Oviedo se había dejado consentir y llenar la mirada sin una lente de por medio, también habló de la falta de conocimiento del trabajo de los fotógrafos latinoamericanos, mencionó que antes de que ella recibiera el premio Princesa de Asturias de las Artes, el otro fotógrafo que lo recibió fue Sebastiao Salgado, quien por cierto murió el mismo día que a ella le comunicaron que había sido merecedora de dicho galardón.

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Al final, eso es la vida una sucesión de eventos que así como nos inundan de dicha, también en un parpadeo o clic pueden ser una sensación de profundo dolor y pesar.

Felicidades, Graciela Iturbide y gracias por inspirarnos tanto.

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