El manotazo interminable y la necia libertad
Causa en Común *El autor es director general de Causa en Común
El manotazo interminable y la necia libertad
Foto: Nicolás García/Wikicommons

México tiene un gobierno que se desentiende del Estado y de la nación. Incapaz de articular una idea, un programa, avasalla con paso torpe e inclemente, al son de las previsibles improvisaciones de cada mañana. Aún hay quien quiere encontrar en este vacío diagnósticos atinados, buenas intenciones o habilidad comunicadora. Aún hay quienes, creyentes irredentos en la cordura, suspiran agradecidos cuando un golpe desde el ejecutivo o el legislativo, que son casi lo mismo, queda en amago, suspendido hasta nueva orden. “Igual ahora sí la piensan…” Y ahí está el problema porque, hasta donde pueden, sí la piensan, y por obediencia o por gusto o por privilegios, o por las tres, así les gusta. Así ha sido siempre.

“La acumulación de estas calamidades explica el triunfo de un grupo político que, entre las rendijas de su estrechez intelectual, entiende bien que sólo podrá perpetuarse pisoteando libertades, mutilando a los sectores privado y social, secuestrando la miseria de millones, y arrasando con las instituciones de la República”

Lo inédito es que, en el cotidiano caudal de mentiras, lo que importe realmente no sea el recato, la prudencia o el disimulo simple. Podrían denotar inseguridad, y pues no es la idea. Mirándolo bien, no hay contradicción en decirle al país, con meridiana claridad: mentimos porque queremos, mentimos porque podemos, cuenten las mentiras, explíquenlas, demuéstrenlas; mejor así, porque ahí queda la medida de nuestra impunidad. El mismo propósito tienen los nombramientos de gente cada vez más obtusa. Las chocantes vanidades con pretexto de títulos académicos dejan el escenario a una ignorancia orgullosamente destructora, y si no se puede acceder a la fiesta como analfabeta o fanático, se logra acceder pareciéndolo inequívocamente. La abyección vale, como impostura o natural inclinación. Y se paga bien. 

México lideró al mundo en periodistas asesinados en 2020.

En cada una de las barbaridades que se decretan en serie, lo que importa es el mensaje de poder, generalmente con una dedicatoria para la intimidación del día o de la hora. Si no intimidas, no eres fuerte, y así el gobierno se comprime cada vez más a su esencia de manotazo interminable. Desde luego, algo estaba ya medio torcido para que prevalezca sin vergüenza este delirio escatológico, en el que las ruinas son pureza; en el que el militarismo, la violencia y la pobreza son proyecto político; y en el que los derechos son rémoras de un período que hay que enterrar, verbo que en México no suele ser metáfora. 

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Es evidente que el país se explica en buena medida a partir de sus crisis económicas, de sus violencias, de su debilidad institucional. La nación suele producir sus propias calamidades, y sabe aguantar vara. Lo de hoy es sin embargo distinto porque la acumulación de estas calamidades explica el triunfo de un grupo político que, entre las rendijas de su estrechez intelectual, entiende bien que sólo podrá perpetuarse pisoteando libertades, mutilando a los sectores privado y social, secuestrando la miseria de millones, y arrasando con las instituciones de la República. Por eso, nunca como en este caso fue tan tonta la consigna de que le vaya bien al gobierno para que le vaya bien al país

En esas estamos, con organizaciones criminales que matan por ver, oír o hablar, y eso cuando hay motivo; cuando existe una consigna presidencial para producir datos y manipular la información; cuando el poder que se otorgó para enfrentar problemas se usa para atacar a periodistas, y a medios nacionales e internacionales que investigan, informan y critican; cuando se quiere imponer a México un rencor febril que entiende la vida y la política como un violento circo de persecuciones y subordinaciones; cuando están a la vista las pretensiones del manotazo interminable…

En este lugar y en estos tiempos, nace La-Lista, una nueva apuesta periodística. Una buena para empezar el año.

*El autor es director general de Causa en Común. Contacto: @japolooteyza


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