Del porno a crímenes reales: la representación violenta contra la mujer debe terminar
Opinión The Guardian
Del porno a crímenes reales: la representación violenta contra la mujer debe terminar
"Es necesario aceptar la visión que tienen las mujeres del mundo tal como lo experimentan". Fotografía: WIktor Szymanowicz / NurPhoto / Rex / Shutterstock

La semana pasada, hubo una ola de furia por el tratamiento de las mujeres, y un sentimiento más grande de que las cosas necesitan cambiar. Las acciones individuales componen el andamio que sostiene la violencia en contra de las mujeres. Esto significa que tenemos el poder para cambiar estas estructuras si queremos. 

Podemos comenzar con cambiar cómo entendemos y hablamos sobre la violencia hacia las mujeres. No es un “incidente aislado”, ni es poco común a pesar de las afirmaciones actuales de que lo es. La violencia hacia las mujeres existe en un continuo, se superponen formas diferentes y su impacto es acumulativo. Esto es cierto para las víctimas de violencia pero también para los perpetradores. 

En relación con esto es la necesidad de aceptar las perspectivas de las mujeres del mundo como lo experimentan. Decirle a las mujeres que somos unas histéricas por hablar sobre nuestros temores y sobre las cosas que hacemos para mantenernos a salvo no ayuda. Alimenta nuestras dudas sobre nuestra propia experiencia, y nos dice que no confiemos en nosotras al mismo tiempo que se espera que usemos nuestros instintos para evaluar si estamos en peligro. 

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Lo que se le pide a las mujeres es encontrar la cantidad correcta de pánico. No te asustes demasiado y es tu culpa si algo pasa. Asústate demasiado y eres una paranoica. Es una trampa que significa que no importa lo que hagamos, las mujeres lo hacen mal. Tenemos que comenzar a confiar en la capacidad de las mujeres de evaluar con precisión los riesgos, y entender que las “medidas de seguridad” que tienen que tomar limitan su libertad. 

De manera más general, todos somos cómplices de las estructuras que deshumanizan a las mujeres. Una investigación reciente sobre la agresión sexual de los hombres argumentó que la deshumanización, y en particular la negación de la “singularidad humana” de las mujeres, puede ser un factor causante para los hombres que cometen ofensas sexuales. De forma más simple, algunos simplemente no ven a las mujeres como personas. 

Debemos dejar de producir y consumir representaciones de mujeres como nada más que un conducto para las acciones de los hombres. Deja de ver pornografía que pone a las mujeres como eternamente reemplazables. Que describe a las mujeres solo por su color de piel o cabello. Que sexualiza la coerción y el no consentimiento de las mujeres. Si no la miras, deja de ignorarla como si no fueras cómplice. Demanda que se retire este material y deja de ver porno hasta que suceda. 

El argumento aquí ya fue más allá de la causalidad. Es sobre reconocer que la pornografía tiene una función social. Ayuda a autorizar “qué cuenta” como práctica sexual y como placer sexual, y moldea como nos vemos a nosotros mismos y a otros. Una investigación mía y de otras colegas de la Universidad de Durham encontró que uno en cada ocho títulos de las portadas de los sitios web de porno más populares del Reino Unido describen actos sexuales que encajan en la definición de la Organización Mundial de la Salud de violencia sexual. Esto no es un problema de sitios nicho o de la dark web, algo que solo encuentran los “hombres malos” que buscan activamente este contenido. Esto es pornografía popular en sitios populares con el mensaje popular de que la violencia sexual es sexy. 

Y no es solo la pornografía, las “historias de crímenes reales” son frecuentemente la narración de la violencia de los hombres a las mujeres. Rara vez la oportunidad de usar estas historias para crear consciencia sobre los daños de la violencia en contra de las mujeres y para comunicar la humanidad de sus víctimas se toma. 

En su lugar, los perpetradores son sensasionalizados y celebrados. Vimos esto hace poco cuando las familias de las víctimas de Peter Sutcliffe le pidieron a Netflix que le cambiaran el título de su serie sobre sus crímenes. Ellos presionaron a los productores que recuerden “que la palabra ‘destripador’ se relaciona con cortar carne” y que reconozcan que su uso glorifica la violencia y le da a Sutcliffe estatus de celebridad. Netflix alegó que la serie era “una reexaminación sensible de los crímenes” y la serie se convirtió en un gran éxito. Nada cambiará hasta que dejemos de mirar. 

Los hombres tienen que alzar la voz cuando a las mujeres les hablen o las traten de maneras que no se sientan bien o sean irrespetuosas. Será incómodo, y podrán burlarse, pero los hombres tienen que enfrentar a otros hombres sobre sus actitudes y comportamientos. Como sociedad tenemos que criar niños sin las restricciones de género que limiten quiénes son y en quién se pueden convertir. Acciones simples como alterar los pronombres en los libros de niños, para que los personajes femeninos tengan las vidas emocionantes y las aventuras que tienen los personajes masculinos, ayudarán en el tiempo a construir un mundo donde sea cada vez más difícil no ver a las mujeres como personas. 

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Finalmente, tenemos que asegurar que nuestras leyes y políticas reconozcan la humanidad de todas las mujeres. Las mujeres migrantes, por ejemplo, se dejaron sin protección deliberadamente por la ley actuar de abuso doméstico. Ayer en la noche, los Lores pasaron una enmienda para ayudar a rectificar esto, pero tenemos que mantener la presión. El gobierno británico reabrió su consulta sobre violencia hacia las mujeres, tomemos la oportunidad para decirle que cada mujer merece protección. 

Para que una mujer sea libre y esté segura debemos hacer más que aumentar la iluminación y la vigilancia en las calles. El año pasado nos demostró que nuestras acciones están conectadas. Las decisiones individuales tienen consecuencias que se expanden y nos afectan a todos. Tenemos que aplicar esa percepción a esta situación y reconocer nuestro rol como parte de una cultura que permite, excusa y erotiza la violencia en contra de las mujeres. Necesitamos cambio y lo necesitamos ahora. Las mujeres no pueden esperar un día más. 

La Doctora Fiona Vera-Gray es la autora de The Right Amount of Panic: How women trade freedom, y profesora adjunta en el departamento de sociología en la Universidad de Durham.

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