Porqué México debió ganar
Breve, pero a fondo

Periodista por convicción y formación. Con una trayectoria de 30 años, desarrolló su carrera en distintos medios, entre estos, Worldwide Television News, United Press International y Notimex. Fue corresponsal en Centroamérica, Colombia y EU. Ha realizado coberturas en México y el mundo. Colaboró por 20 años en El Universal. Coautor del libro Haití, Isla Pánico. Twitter: @jlruiz10 

Porqué México debió ganar
La Selección Mexicana. no logró clasificar a octavos por noveno mundial consecutivo. Foto: EFE/Esteban Biba

Pocas cosas en el México de hoy son factor de unidad y el futbol es una de ellas, ya lo vimos con la participación de la selección mexicana en el Mundial de Qatar, donde todos, y no es una exageración, nos unimos en torno a nuestro equipo, pese a sus derrotas y malas actuaciones, para apoyarlo en una gritería unánime de aliento.

Por supuesto que su eliminación nos trajo tristeza y frustración, no obstante, que dependíamos de un milagro que esperábamos con un anhelo y que finalmente no llegó. Todo el pueblo se asió de una esperanza, que justamente fue, porque no había más. Sin duda, esto demostró que los mexicanos en muchos sentidos, necesitamos de algo que nos mantenga unidos.

Quienes están en la cúspide del poder deberían de escuchar este lamento de desesperanza y percibir este sentimiento por el que ahora atraviesa una buena parte de la sociedad mexicana. Nadie, en estos tiempos aciagos, es capaz de lanzar consigna alguna que llame a la unidad, más bien, todo lo contrario. Aquellos  que deberían de alentar el trabajo en conjunto, en comunión, para salir adelante de los grandes desafíos que como nación o país enfrentamos, recurren a la división, a la intriga y a la confrontación para alcanzar sus intereses. Ejemplos por doquier, empezando por la mañanera.

En el México de hoy sobran ejemplos de voces que nos dividen, que nos separan, que nos ponen en canastas diferentes, con intereses disímbolos, que nos confrontan hasta llegar casi al odio colectivo. Sin duda, nuestro país es digno de un estudio antropológico y social que nos ayude a entender porqué estamos tan confrontados unos con otros, en mucho, azuzados por líderes de la política.

La participación de México en el Mundial de Qatar se había convertido en un endeble factor de unidad, que se rompió sin mucho tirar, porque así era, frágil, como frágil es ahora el sentimiento de un solo México para todos, con equidad y con pleno respeto de los derechos para todos.

México es diverso porque es un gran país, tan grande que prácticamente la mitad de Europa cabría en él, y no solo por su gran territorio, sino por una cultura tan rica, diversa y extensa, que parecieran sacados de geografías distintas y distantes. Pero México es uno.

Sabíamos del peso que recaía sobre los hombros de los integrantes de nuestro equipo nacional, y ellos seguramente eran conscientes de la responsabilidad de representar a un país sin muchas cosas que festejar. De esto se deduce que solo unos cuantos, los dueños del futbol mexicano alcanzaron su propósito, salir con las alforjas llenas de dólares y gritando a los cuatros vientos: misión cumplida.

Así, esta unidad que se generó espontáneamente alrededor de nuestro equipo, otra vez se desvaneció, y sin remedio despertamos de ese sueño de gloria. Volvimos al mundo real donde la confrontación y la división sientan sus reales, en donde cada quien jala la cobija para cubrirse del frío, exponiendo al otro a los elementos.

Por todo esto creo que México debió ganar, para que los mexicanos siguiéramos unidos en una misma causa, y disfrutáramos de un triunfo para todos por igual, sin mezquindades, sin diferencias, pero esto no fue así. El país sigue tan fracturado, que en el fondo esa es su unidad, la división. Difícil de parafrasear, pero aun más complicado vivir en esa condición.

¡México debió ganar!

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