La buena noticia: Boris Johnson va de salida. La mala: miren quién está entrando
marina Hyde es columnista de The Guardian
La buena noticia: Boris Johnson va de salida. La mala: miren quién está entrando
Boris Johnson dirigiendo una reunión del gabinete en el número 10 de Downing Street, Londres, 7 de julio de 2022. Foto: Andrew Parsons/No10 Downing Street

Boris Johnson deja el cargo con la misma dignidad que le aportó: ninguna. He visto colapsos más elegantes. Después de haber pasado 36 horas huyendo de lo que otras personas conocen como consecuencias, el Raoul Moat de Downing Street finalmente salió de su alcantarilla el jueves, tras haber despertado esa mañana con lo que un asistente describió de forma presagiosa como un “momento de claridad”. Quiero decir, ¿había perdido 57 ministros? ¿Y fue abucheado en todas partes, desde las escaleras de la Catedral de San Pablo hasta en el críquet? Resulta difícil saber cuánta más claridad se le podría haber ofrecido a este cerebrito, a excepción de que un avión sobrevolara Downing Street con un cartel en el que se leyera ¿Quieres que te recoja en la mañana, amigo?.

Esta es la versión de Tiburón en la que el tiburón se come al alcalde, y toda la playa anima al tiburón.

Atraparon a Al Capone por evasión de impuestos; atraparon a Al Johnson por evasión. La personalidad es el destino, y el primer ministro quedó deshecho por su incapacidad patológica de toda la vida de decir la verdad. El ridiculamente poco elegante discurso de “renuncia” de Johnson abarcó todo el espectro, desde la mezquindad hasta el papel poco apropiado del victimismo, una especie de Bozzymandias, en el que la vanagloria contrastaba dolorosamente con el hecho de que todo yacía en ruinas a su alrededor. Mientras los abucheos amenazaban con abrumar su discurso, era evidente que lo que llenaría a las multitudes era que lo obligaran a recorrer el camino de la vergüenza, como si fuera una Cersei Lannister con aspecto de Blobby. (El mismo peinado.) En caso de que eso no fuera posible, deberían haberlo sacado de Downing Street dentro del carrito de la bebida.

Vi a ese viejo y tonto David Mellor corriendo hacia una cámara de televisión para afirmar que la caída de Johnson era una tragedia “digna de Shakespeare”, algo que te hace comprender el tipo de escritor que podría haber sido Shakespeare si solo se hubiera dado cuenta de que el hecho de convertir a Falstaff en rey habría sido la opción más cómica, y la mejor manera de no lograr la batalla de Agincourt. Ver a Johnson fracasar en su intento de interpretar a Enrique V durante los últimos tres años ha sido como observar la versión con música de ascensor de Laurence Olivier intentando interpretar el papel. El tipo de primer ministro que hace que las personas dejen reseñas como “Amazon, ¿por qué no es posible darle cero estrellas?”

Aun así, Johnson siempre manifestó que no quería ser un primer ministro de un solo mandato. Ahora no será un primer ministro de un solo mandato. Más adelante volveremos a hablar de él, pero primero echemos un vistazo a algunos de los candidatos que compiten por el control del país. Recuerden: actúen como Perseo y solo véanlos a través de su escudo retrovisor.

Ben Wallace: Ben en una ocasión expresó furiosamente en Twitter que Michael Gove sería Theon Greyjoy “para cuando haya terminado con él”. Por otra parte, tal vez sería bastante popular postularse con la promesa de liberar al Partido Conservador de sus penes.

Suella Braverman: Literalmente, podría postularse para liderar la Flota Estelar. O la organización Mensa.

Liz Truss: El riesgo radica en que Liz parece bastante cuerda al lado de Suella, de la misma manera en que Marilyn Manson se vería de 10 al lado del Demogorgon.

Rishi Sunak: Junto con Javid, una vez describió El ascenso de Skywalker como una “gran noche fuera”, y por ello debería ser inmediatamente descalificado por motivos de juicio. Ni siquiera logró convencer a su propia esposa de que le pagara los impuestos, aunque eso no es mencionado en el video de campaña que acaba de lanzar, en el que habla mucho de algo llamado “paytriotism”. Actualmente es el favorito de todos, naturalmente.

Penny Mordaunt: La otra favorita del momento, lo que refuerza la idea de que cuanto menos se sabe de estas personas, mejor parecen.

Sajid Javid: ¿Qué tan locamente sobrevalorado están los comentarios políticos británicos? Bueno, votamos por un columnista periodístico para dirigir todo el país, y el discurso de renuncia de Javid fue descrito rutinariamente por los profesionales que aparentemente lo contemplaron como “poderoso” y “devastador”, cuando él diluyó sus grandes frases y se mostró más torpe que los paneles de los Comunes. A pesar de ello: una oportunidad para darle a su anterior estatus de ciudadano no domiciliado la atención que le quitó el estatus de ciudadano no domiciliado de la esposa de Rishi Sunak cuando salió a la luz a principios de este año.

Tom Tugendhat: Esperará que el Partido Conservador logre aprender a estar tan complacido con él como frecuentemente parece estarlo consigo mismo.

Nadhim Zahawi: Uno de los tres secretarios de Estado de Educación que trabajaron bajo el mandato de Johnson solo en esta semana, Zahawi aceptó su actual cargo de canciller con sospechosa rapidez, considerando que era como ser ascendido a sobrecargo de barco en el Titanic 10 minutos después de que el salón de baile se hubiera inundado. Estoy ansiosa por saber más sobre los acuerdos comerciales de Zahawi, y creo que sin duda lo sabremos.

Jeremy Hu: Lo siento, me aburrí antes de terminar de escribir su nombre. Se podría decir que es un problema electoral.

Grant Shapps: El rey de la planilla de Welwyn Hatfield, aunque podría repartir su voto con uno de sus muchos alias.

Steve Baker: Testimonio vivo del antiguo principio conservador de que siempre tienen una peor idea bajo la manga. Debería lidiar con la pregunta de cómo puede permitírselo su justo Dios.

Priti Patel: Por alguna razón aún no se ha dado cuenta de que no necesitará una máquina de olas para hundir este barco.

Regresando a Johnson, sin embargo, cuyo discurso de despedida demandó una única pregunta jocosa: “¿Vas a tener una fiesta de despedida, amigo?” La respuesta, sorprendentemente, es: sí. Por lo visto, una de las razones por las que Johnson quiere seguir siendo el encargado, sin tomar grandes decisiones, se debe a que él y su esposa van a celebrar una gran fiesta de boda tardía en Chequers a finales de este mes. Gorrones hasta el final.

La protesta los ha obligado a buscar un nuevo lugar, pero solo porque los descubrieron. Es como una versión especialmente grotesca del efecto mariposa. ¿Cuántas vidas británicas se verán afectadas, probablemente para peor, por la determinación de un hombre muerto de quedarse para su fiesta de bodas? En la peor crisis económica desde hace varias generaciones, ¿cómo puede empeorar la existencia de algunas personas en dificultades el intento de este tipo de superar a escondidas el número de días que Theresa May duró en el cargo? ¿De qué se ocupa, precisamente, este encargado? Fiestas de boda, días en el cargo aquí o allá, ¿qué ambiciones tan desesperadamente pequeñas y patéticas son estas? Y con cuánta precisión reflejan el carácter político psicopático de un hombre que nunca creyó en nada más que en su propio progreso.

Si deseas tener un vistazo ligeramente consolador de la larga vida posterior de Johnson como primer ministro, una vez vendidas (y bien vendidas) sus memorias, entonces imagínalo siendo despertado a cachetadas por sus agentes en algún hotel spa de seis estrellas en Malasia, después llevado a la sala de espera de la conferencia para sentarse con otros oradores, como Al Gore y alguna persona con un caso sexual del Banco Mundial, antes de subir al escenario para realizar su 500ª interpretación de The Speech. 120 mil libras por persona; el aumento de peso estilo Toro salvaje y la continua desesperación están incluidos en el precio.

No obstante, en última instancia, las decepciones y la desolación son todas nuestras. Fue el mundo de Johnson; ahora tenemos que vivir en él. Resulta bastante dulce que las personas sigan hablando de una “realineación”. No es mi intención poner peros, pero ¿qué diablos significa “alineado” en este caso? El Reino Unido habrá tenido cuatro primeros ministros en poco más de seis años. Es un caos ambulante, una broma para gran parte del mundo. Lo único con lo que realmente te puedes alinear es con la opinión de que siempre puede empeorar y ser incluso más caótico. Que vengan los payasos. Ah, no te preocupes. Ya están aquí.

Marina Hyde es columnista de The Guardian.

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