Peligrosas cajas negras
Las filiales de Pemex han sido, históricamente, cajas negras. Solo un pequeño puñado de personas conoce lo que realmente pasa ahí: cuánto dinero generan, cuánto termina en la caja de Pemex y cuánto se utiliza para otras cosas.
Las filiales de Pemex han sido, históricamente, cajas negras. Solo un pequeño puñado de personas conoce lo que realmente pasa ahí: cuánto dinero generan, cuánto termina en la caja de Pemex y cuánto se utiliza para otras cosas.
Un clamor continuo, sin importar el color o la ideología del gobierno en turno, es dar a Pemex y CFE más flexibilidad operativa. Se repiten frases históricas que, por lo menos, tienen 20 años apareciendo en los medios: “hay que cambiarles el régimen fiscal”, “hay que darles autonomía de gestión”, “hay que darles oportunidades para invertir”.
Como mencionaba en una columna anterior, un problema con esto es que, sin importar quién llegue al poder, Pemex y CFE se alinean a la nueva administración: se renuevan sus altos mandos pero los poderes tradicionales y los mandos medios subsisten, y no solo eso, se adaptan a los nuevos objetivos para promover las propias prioridades de Pemex y CFE sobre las nacionales. El único problema es que las empresas saben más que sus dueños.
En busca de esa flexibilidad operativa –que ha sido como el arca perdida de algunos proponentes–, durante la reforma energética se tomó la decisión de, al menos, sacar a Pemex y a CFE del régimen de paraestatales y que tuvieran un régimen especial en contrataciones, remuneraciones y deuda, entre otras materias.
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Ahí también se creó la posibilidad de que Pemex y CFE crearan subsidiarias y filiales. Las primeras que se regirían de acuerdo con lo estipulado en sus leyes y, a las segundas, les aplicaría el derecho mercantil. Pemex tenía ya una historia previa con la creación de filiales alrededor del mundo, desde Holanda hasta Estados Unidos, pasado por otros lugares conocidos, incluso, como paraísos fiscales.
Las filiales de Pemex han sido, históricamente, cajas negras, solo un pequeño puñado de personas conoce lo que realmente pasa ahí: cuánto dinero generan, cuánto termina en la caja de Pemex y cuánto se utiliza para otras cosas. El escándalo de la Estela de Luz, por ejemplo, se le atribuye a Triple I, una filial de Pemex. Mientras que los recursos operativos de la compra y venta de acciones de Repsol también se argumenta vino de PMI Holdings BV.
Más recientemente, ya en esta administración, no se sabe cómo se distribuye el dinero entre proyecto y PTI Infraestructura de Desarrollo, una filial de Pemex; o, incluso, se especula que parte de los fondos de la compra de Deer Park a Shell vendría del capital operativo de PMI Holdings BV.
Con la reforma, esta opacidad se extendió también a CFE. La comisión creó sus primeras subsidiarias, como CFE Transmisión y CFE Distribución, pero también generó filiales que se rigen bajo la ley mercantil y que, algunas, ni siquiera están en México. Por ejemplo, CFE Calificados, CFE Internacional o CFEnergía.
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De estas tres no se sabe prácticamente nada y toda la información está considerada como parte del secreto industrial. Son peligrosas cajas negras, pues no sabemos nada de sus gastos operativos, ventas, utilidades y dispersiones dentro de CFE. Dudas hay cientos: ¿cuánta energía vende CFE a los usuarios calificados a través de CFE Calificados? ¿Qué porcentaje de mercado sirve? ¿Qué utilidad le representa al Estado? Otra muy importante, ¿qué pasó realmente con la compra y venta de gas en los días de las heladas en Texas? ¿cuál fue el rol de CFEnergía? ¿tuvo gas y lo vendió? ¿por qué le debe a Goldman Sachs? ¿Le debe a alguien más?
El problema es cuando hay cuestiones fundamentales del interés público y social vinculadas a estas cajas negras que se aprovechan de las fallas inherentes del modelo. Por ejemplo, ¿de qué sirven las coberturas que tiene CFE Suministro Básico con generadoras de CFE, si éstas últimas no pueden tener contratos de cobertura con CFEnergía?
Estas cajas negras sirven múltiples propósitos y sus flujos son dineros que no son auditados. Por esa razón, a nadie le gusta transparentar sus operaciones, pero vaya que hay una gran área de oportunidad en ese aspecto.