Posdata…
Grandes era grande entre las grandes, tenía la capacidad de ocupar más allá de las páginas de sus textos, se desbordaba, erizaba cada poro y tocaba el alma.
Grandes era grande entre las grandes, tenía la capacidad de ocupar más allá de las páginas de sus textos, se desbordaba, erizaba cada poro y tocaba el alma.
A propósito de las mujeres que hemos sido, seremos y queremos ser, murió a los 61 años Almudena Grandes, una mujer enorme que con su pluma contó, desde una trinchera distinta, la historia de España y los españoles. Hace un año le detectaron el tumor maligno, así como era, echada pa’lante escribió: “Revisión rutinaria, tumor maligno, buen pronóstico y a pelear…”
Grandes era grande entre las grandes, tenía la capacidad de ocupar más allá de las páginas de sus textos, se desbordaba, erizaba cada poro y tocaba el alma.
La madre de Frankenstein fue su última novela, entrega que cerró su trabajo inspirado en el proyecto narrativo Los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, vistazo hacia la oposición al franquismo tras la Guerra Civil de los años 60.
Con Las edades de Lulú, Almudena Grandes ganó el premio La sonrisa vertical. El libro que sacudió algo más que las conciencias y fue llevado al cine por Bigas Luna. De ahí, otros libros ocuparon la gran pantalla como Malena es nombre de tango, así como Los aires difíciles de Gerardo Herrero, filmografía que de cierta manera nos daba un guiño de esa fuerza que habitaba a Almudena, la mujer risueña que nunca olvidó prodigar empatía y eso que hoy conocemos como sororidad.