Soccermanía, nuestra biblia del futbol
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

<i>Soccermanía</i>, nuestra biblia del futbol <i>Soccermanía</i>, nuestra biblia del futbol
Foto: Cortesía

En ningún trabajo fui tan feliz como en Soccermanía, La Biblia del Futbol, la publicación de Editorial Televisa que nació un 12 de noviembre de 2001 y el pasado martes hubiera cumplido 23 años. Dejó de aparecer de manera regular en febrero de 2008.

Invitados por el periodista Ramón Alberto Garza, director fundador del diario Reforma, Miguel Ángel Padilla y Gerardo Gutiérrez armaron el equipo fundador de un ambicioso semanario dedicado exclusivamente al mundo del balompié y que, sin duda, fue la mejor revista de futbol que ha existido en México. Porque en Soccermanía le dimos un enfoque diferente al periodismo de futbol y, sin llegar a ser como las publicaciones españolas Panenka y Líbero, nos convertimos en un referente en el balompié nacional.

Pero no sólo de la Primera División, el ascenso tuvo un espacio muy importante con “La Otra Primera”, una sección coordinada por Omar González y muy gustada entre jugadores, técnicos y hasta directivos de ese circuito. El futbol internacional también fue relevante en la revista, pero su sección de estadísticas, coordinada por el propio Gutiérrez y un genio como Jorge Witker (QEPD) le dio un sello distintivo a la publicación. Apoyado por la investigación y la pluma de Omar Carrillo, Witker creo un producto llamado “Temporada por temporada”, en el que se hizo un repaso del futbol mexicano desde el inicio del llamado “profesionalismo” (1943-44) hasta la última de las temporadas largas (1995-96). Los “Récords y Leyendas”, “Franquicias en el olvido” y las “legiones extranjeras” de Witker aún son material de consulta para aficionados y periodistas.

Antes que Sancadilla, en Reforma, o El Francotirador, del diario Récord, Soccermanía tuvo la primera columna de “trascendidos” en el periodismo deportivo nacional con “Balones y Sandías”, firmada por un tal El de Negro. Además, el humor también estaba presente con “Colgados del Travesaño”, una sección que aparecía en la última página de la revista con fotos chuscas o que no se publicaron por falta de espacio.

La belleza femenina llegó a las páginas de Soccermanía con la “Cancha Reglamentaria” (posteriormente llamada “Área Chica”), en la que Niurka Marcos fue la madrina y por la que desfilaron personalidades como Edith González, Lourdes Munguía, Isabel Madow, Marisol González, las chicas de “La Hora Pico”, “El Juego de la Vida” o “La escuelita VIP” de Jorge Ortiz de Pinedo.

Con las anécdotas de cada uno de esos shootings podría escribir un libro, pero mis secciones favoritas eran “Lo que el campo se llevó” y el “Aficionado famoso”. En la primera, tuve la oportunidad de entrevistar a ídolos de mi infancia como Bora Milutinovic y Héctor “Capi” Sanabria; con la segunda llevé a las páginas de la revista a escritores como Paco Ignacio Taibo II o Javier García-Galiano.

Hubo otras secciones efímeras y francamente olvidables como “El consultorio de la doctora Deborah (Reissenweber)” y algunas curiosas como “Futbol extremo” y “En la maleta de…”, en la que los reporteros abordaban a los futbolistas, generalmente en las concentraciones, para ver que traían en su mochila o bolsa de mano. Perfumes, revistas, libros, imágenes religiosas, fotografías familiares, videojuegos y aparatos para reproducir música eran sólo algunos de los objetos que llevaban los jugadores. ¿Alguien recuerda la revista Playboy que le encontramos al defensa panameño Felipe Baloy?

Soccermanía también publicó tres libros, programas de mano que se entregaban en algunos estadios (los famosos “capulinitas”, por su tamaño) y una edición diaria durante el Mundial Corea-Japón 2002 que casi nos lleva a la quiebra. Al final de aquel año, la revista cambió su formato de tabloide a carta, lo que causó el disgusto de muchos lectores. Del cambio de logo, en marzo de 2007, me hice responsable yo.

Más que un equipo, una familia

Formado en la redacción de Reforma, en donde fue una de las mentes detrás del semanario Señor Futbol, Miguel Ángel Padilla fue el director técnico de un equipo en donde a todos nos hizo sentir importantes. A mí, que sólo tenía cuatro años como reportero, me dio la responsabilidad de ser el jefe de información de la revista y desde ese puesto ayudar a la formación de los muchachos que se sumaron al proyecto, casi todos recién egresados de la universidad. Fue la primera vez que tuve un equipo de trabajo a mi cargo y creo que no lo hice tan mal, aunque al principio era muy gritón, como lo recuerda el periodista Omar Carrillo en un extraordinario texto titulado “Trece días del 2005”, que no ha sido publicado.

“A decir verdad, nuestros primeros días como compañeros no fueron para mí exactamente gratos. Él (Roberto Vargas) estaba acostumbrado al trajín permanente del diario Reforma y yo tenía apenas un año de experiencia en el área de deportes. Robert me dijo al menos un par de veces en esos meses tan movidos: ‘Tú en un periódico estarías muerto’. Tenía razón, era muy lento y necesitaba casi el doble del tiempo que los demás para descargar y redactar una entrevista”.De los reporteros fundadores de Soccermanía, Omar Carrillo fue el que más afinó la pluma y su trabajo lo llevó a Lima, Perú, donde la Selección Mexicana Sub-17 se coronó campeona del mundo en 2005. Sus crónicas y entrevistas fueron notables.

De alguna manera, Padilla, Witker y yo, le compartimos a los reporteros (de Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara), nuestra pasión por el periodismo deportivo y el futbol. Los tres habíamos crecido profesionalmente leyendo a periodistas argentinos como Natalio Gorín y Juvenal, en la revista argentina El Gráfico, y Santiago Segurola y Enric González se convirtieron en nuestros referentes en las páginas deportivas del diario El País. Jorge además tenía una colección impresionante de revistas Don Balón (España), World Soccer (UK) y Guerin Sportivo (Italia). Las charlas en la redacción eran riquísimas.

Además de Carrillo, otra de las plumas brillantes de la revista era Óscar Jiménez, un reportero veterano llegado de las páginas culturales del UnoMásUno que realizaba unas entrevistas exquisitas. Las “entrevistas de la tía Rosita”, como decía Jorge Reyes, uno de nuestros fotógrafos que se quejaba de la minuciosidad de Jiménez para entablar diálogos profundos con los entrevistados. Además de Reyes, por Soccermanía pasaron reporteros gráficos como Daniel Gámez, el “Loco” Abarca, Alex Cruz, Jorge Martínez (Monterrey) y Alberto Moreno, que junto al reportero Julio Muro, en Guadalajara, realizaron producciones históricas, como cuando vistieron como pastor a Jorge Vergara, que recién había comprado a Chivas.

En Soccermanía nos divertíamos y al final nos convertimos en una gran familia que se comenzó a quebrar con la salida de Miguel Padilla de Editorial Televisa a finales del 2006. En esa redacción hice grandes amistades, como con el propio Miguel, Noé García, Martín Holguín y Ángel Dehesa, con los que intercambio mensajes a menudo. Ni qué decir de Jorge Witker, con el que seguí platicando de Pumas hasta unos días antes de su desafortunada muerte en 2020. Recuerdo a todos y cada uno de los integrantes de la redacción, también a personajes olvidables, mediocres y envidiosos, de los que no vale la pena hablar. Esa revista me abrió las puertas para llegar a Televisa Deportes, pero también para consolidar grandes amistades, como con el historiador Juan José Sánchez Bracamontes, un lector empedernido que a veces recuerda mejor que yo cuándo fue publicado determinado artículo.

A pesar de ser parte de Grupo Televisa, Soccermanía tuvo muy poco apoyo de Televisa Deportes, que era dirigido en por Javier Alarcón. Durante el primer año de la revista, mi última encomienda antes de irme de descanso era llevar la portada de la revista a Televisa Chapultepec para que Alarcón la mostrara en el programa La Jugada. Muy pocas veces lo hizo. Soccermanía se hizo grande por su contenido, no por la publicidad de la televisora.

En los 16 años que han pasado desde su desaparición me he preguntado cómo sería Soccermanía ahora con los cambios tecnológicos y la explosión de las redes sociales. Sin duda nos hubiéramos adaptado y seguiríamos vigentes, porque digan lo que digan, el contenido siempre será el rey. Eso lo sabíamos hacer muy bien.

Podría contar por lo menos un par de anécdotas de cada edición de la revista, desde el reportero que inventó una nota en Puebla, hasta las llamadas de atención de Padilla a Witker y a mí por alguna portada; los reclamos de Manuel Manzo por una nota de Óscar Jiménez o el día que otro reportero escribió cinco gerundios en la entrada de una crónica. Hace muchos años que dejé de extrañar a Soccermanía, pero no puedo dejar de pensar que mis mejores años como periodista los viví ahí.

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