Un narco ‘resucitado’ anuncia días oscuros para Culiacán
Zona de silencio

Periodista especializado en crimen organizado y seguridad pública. Ganador del Premio Periodismo Judicial y el Premio Género y Justicia. Guionista del documental "Una Jauría Llamada Ernesto" y convencido de que la paz de las calles se consigue pacificando las prisiones.

X: @oscarbalmen

Un narco ‘resucitado’ anuncia días oscuros para Culiacán Un narco ‘resucitado’ anuncia días oscuros para Culiacán
Foto: tung256/Pixabay

“¡Ya amaneció el muerto!”, se escuchó este 15 de septiembre, poco antes del Grito de Independencia, por la frecuencia de radio de la policía estatal de Sinaloa. “¡Aquí estoy! ¿Cuál muerto? ¡Yo sé que me están escuchando!”.

Los voz, cavernosa por la interferencia en un canal de radio saturado porque se comparte entre uniformados, soldados, Chapitos y Mayiza, pertenece a P, un jefe de plaza del “Comanche”, el encargado de la seguridad del “El Mayito Flaco”, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, y comandante para la toma de Culiacán, el bastión de Los Chapitos.

Ronco, envalentonado y altanero, el líder de sicarios anunciaba en plena fiesta patria que los rumores de su muerte eran falsos. Seguía vivo y mataría en las horas siguientes. Era el día siete desde que inició la confrontación pública y en zonas urbanas de la capital sinaloense entre ambas escisiones del Cártel de Sinaloa y la tropa de Iván Archivaldo festejaba la noticia de que en una balacera habían ejecutado a P. La fiesta se acabó con la burla que todos escucharon cerca de las 6 de la tarde.

“Una pinche balacera ficticia… La inocente que mataron, ni la conozco a la pobre muchacha de 19 años ¡matainocentes! (…) Ni conozco a los de la salida sur que pusieron con sombreros”, asegura.

“La muchacha de 19 años” se llamaba Daniela. Ese día a las 4:30 horas de la madrugada fue asesinada a tiros en el interior de una vivienda en la colonia Miguel Hidalgo. No hay evidencia, hasta ahora, que la vincule con el crimen organizado.

“Los de la salida sur” eran cinco hombres torturados y cuyos cadáveres fueron abandonados frente a un centro recreativo al sur de Culiacán. Sus asesinos les colocaron sombreros antes de huir, la marca escarlata de pertenecer a las filas del “Mayo” Zambada, cuyo otro alias es “El Señor del Sombrero”. De nuevo, la presunción de inocente mandata establecer que no hay, hasta hoy, confirmación de que hayan sido criminales.

La voz cavernosa marca un hito peligroso en la batalla en Culiacán: Chapitos y Mayiza han comenzado a desconocer a los asesinados que dejan a su paso. Ambos bandos reconocen que hay inocentes asesinados a mansalva, pero nadie se hace cargo de esos cuerpos desprotegidos. El mito del crimen organizado “con códigos éticos”, otra vez, se derrumba.

“Esto es peligrosísimo, porque los dos grupos están usando una estrategia conocida: cometen delitos graves contra inocentes y dicen que son del otro grupo, para que quienes apoyan a sus enemigos ahora les den la espalda. Entonces matan jóvenes, niños y mujeres con autorización de los jefes. Cuando se llega a ese extremo, todos estamos en riesgo”, me cuenta un soldado desplegado en Culiacán desde hace seis meses.

Así, en la locura de arrebatar lealtades que los debiliten, Chapitos y Mayiza han secuestrado al hijo de un conocido periodista local, asesinado a un hombre a quien le han dejado un sapo en el pecho, matado a un joven a quien le clavaron una caja de pizza en el tórax, desaparecido a la hija de un cabo y otras atrocidades.

“Tenemos ya una crisis de desaparecidos en los últimos días, pero nadie está hablando de eso. Yo sé ya de varios chamacos que se los llevaron de los ejidos y muchos plebes no me parece que estén en malos pasos. Los agarraron para ‘calentar plaza’. Pobre muchachos”.

Esta nueva fase del conflicto debería hacer que el presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo hagan un giro extraordinario en su fallida estrategia de pacificación: atrás quedó el tiempo en que “se mataban entre ellos” o “es un conflicto de grupos armados”. 

Los gruñidos del P. anuncian la peor fase de una guerra: hay asesinados por todos lados, pero no hay asesinos.

GRITO. Ni Chiapas ni Guanajuato. Desde una casa en la colonia El Prado, Iztapalapa, el futuro secretario de Seguridad Ciudadana federal, Omar García Harfuch, prepara ya su estrategia para apaciguar Sinaloa. Será su primera prueba de fuego, que inicia al segundo siguiente de su toma de protesta como secretario de Estado. 

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