Periodista especializado en crimen organizado y seguridad pública. Ganador del Premio Periodismo Judicial y el Premio Género y Justicia. Guionista del documental "Una Jauría Llamada Ernesto" y convencido de que la paz de las calles se consigue pacificando las prisiones.
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La historia del decomiso de cocaína más grande del sexenio
A menos de dos meses del fin del primer piso de la 4T, los marinos dieron el golpe narcótico más importante de los últimos años. Lo hicieron gracias a una maniobra de los narcotraficantes que delató su carga de cocaína.
A menos de dos meses del fin del primer piso de la 4T, los marinos dieron el golpe narcótico más importante de los últimos años. Lo hicieron gracias a una maniobra de los narcotraficantes que delató su carga de cocaína.
A primera vista, esas tres lanchas en aguas nacionales cercanas al puerto de Manzanillo, Colima, parecían inofensivas. Flotando sin rumbo, a merced de las corrientes del Océano Pacífico, lucían como navegantes en problemas o como una tripulación que se había quedado sin combustible.
Pero un detalle advertido por un veterano marino mexicano, un viejo lobo de mar, los descubrió como lo que realmente eran: nada de viajeros extraviados, sino narcotraficantes, probablemente del Cártel de Sinaloa o del Jalisco Nueva Generación, las empresas criminales más ricas del mundo.
Esto ocurrió en la segunda semana de agosto, cuando la Secretaría de Marina hacía patrullajes marítimos de rutina y advirtió a “tres embarcaciones menores” con 15 personas a bordo con comportamientos sospechosos.
A todos ellos los delató una maniobra que sólo hacen miembros del crimen organizado en altamar: cuando los traficantes de drogas se saben observados por las autoridades, ponen los motores fuera de borda.
Lo hacen para que, si ven que se les acercan marinos y policías, puedan soltar rápidamente los motores para que se hundan, lo que les permite disfrazarse de naufragos necesitados de un rescate. A veces, incluso, se hacen pasar por pescadores. Previamente, tiran al mar las cargas con droga a sabiendas de que la mayoría se recuperará, pues los paquetes envueltos con cinta suelen llevar geolocailzadores a prueba de agua para que, más tarde, otras embarcaciones del cártel los recuperen sin problemas.
Así que cuando los marinos mexicanos vieron esos motores tambaleantes, identificaron un modus operandi bien estudiado por las áreas de inteligencia criminal y naval de México. Y de inmediato se lanzaron a la cacería.
Los marinos se dirigieron hacia los sospechosos con el burque artillado ARM PO-132, una maravilla de ingeniería nacional. Y para impedir cualquier posibilidad de escape, las Fuerzas Armadas les dieron seguimiento con un helicóptero tipo Panther con capacidad para tirar hasta 300 balas por segundo.
Los 15 sospechosos no tuvieron oportunidad. Techados y rodeados, se rindieron sin oponer resistencia. La acción fue tan rápida que no lograron aventar al mar los 126 bultos que pretendían ingresar al país a través de Colima, para que sus cómplices los llevaran por tierra hasta la frontera norte usando la ruta del Pacífico.
Cuando los marinos pesaron esos bultos con polvo blanco, se sorprendieron al ver la suma total: 5.6 toneladas de cocaína. Si se considera que el valor callejero de un kilo de “mexican coke” es de 30 mil dólares en Estados Unidos, el golpe al crimen organizado fue de 3.2 mil millones de pesos. Al compararlo con otros decomisos vino la segunda sorpresa: a cinco semanas del fin de sexenio, lograron la incautación de cocaína más grande en la era del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Si eso se logró hurgando entre “tres embarcaciones menores” (las palabras textuales del comunicado de prensa 107/2024 de la Secretaría de Marina), entonces ¿cuánta droga se mueve un día cualquiera en “embarcaciones mayores” en las costas de Colima?
¿Quién perdió tanto dinero? Y, peor aún, ¿cómo lo va a recuperar?
GRITO. Horas más tarde, personal naval con un buque patrulla y otro helicóptero tipo Panther aseguró 32 bultos a la orilla del puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Adentro iban cerca de 1.6 toneladas de cocaína. Es decir, 912 millones de pesos. Esta vez se trató sólo de “una embarcación menor” identificada por el motor fuera de borda.