No soporto que no miren la pantalla

Viernes 18 de julio de 2025

Carlos Celis
Carlos Celis

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

No soporto que no miren la pantalla

La manera en que la gente se involucra con su comida más que con la trama de una película siempre me ha parecido exasperante.

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Crédito de la imagen: Shutterstock.

Lo sé. En esta columna hemos hablado suficiente de la adicción a las pantallas, lo que indicaría que un descanso de éstas no está tan mal, pero no es exactamente eso a lo que me refiero con este título. También hemos profundizado sobre el déficit de atención de las personas, y aunque el tema de hoy está ligeramente ligado a eso, en realidad es algo totalmente distinto.

Simplemente, estoy HARTO de las personas que no se pueden comprometer (por media hora, una hora, dos horas) con un producto de ficción. Porque ver una película o una serie (o una obra de teatro) conlleva un compromiso, con los creadores de tal producto cultural y con la persona o personas que te acompañan. El compromiso de compartir una experiencia inmersiva, el compromiso de poner atención.

Lo voy a escribir como si lo dijera en voz alta: ¡¿Qué puede haber de interesante en el fondo de ese plato de ramen que te distraiga de la historia que se desarrolla en la pantalla?! En serio, las bolitas de cerdo agridulce de esa comida china que ordenaste a domicilio son todas idénticas, no hay necesidad de compararlas mientras los personajes de la serie están tratando de resolver un misterio.

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La manera en que la gente se involucra con su comida más que con la trama de una película siempre me ha parecido una de las cosas más incomprensibles y más exasperantes que he tenido que soportar toda mi vida: echarle salsa a las palomitas como si estuvieran pintando un cuadro. ¡Por favor! No distraigan a Picasso de la creación de su obra maestra.

Pero luego vienen las preguntas y las quejas: “¿Qué pasó?, ¿qué dijo…? ¡Ay, qué película tan tonta! No se entiende nada”. Quizá, si en lugar de estar viendo el celular, contestando mensajes de WhatsApp o checando tus redes sociales, prestaras más atención, la historia tendría más sentido para ti.

El cine es eso, es lenguaje cinematográfico, es contar historias a través de imágenes, es llenar con símbolos eso que parecen huecos en la historia, es quitar diálogos innecesarios para crear silencios contundentes. El cine no es una telenovela que puedas poner de fondo mientras lavas los trastes o revisas el moco que te acabas de sacar de la nariz.

También tengo algunos amigos, de esos que se comunican con los animales y que les sale su Tarzán interior en plena película. Para ellos, este es el momento perfecto para platicar con el perro o jugar con la mascota de la casa, para pelearse con los mosquitos y maldecir el reino de los insectos, para ver videos de gatitos en TikTok y enseñártelos todos mientras tú, desesperadamente, intentas llegar al final de la historia.

¿Y qué me dicen de los que se hacen un examen físico completo? Las uñas, la cutícula, las palmas de las manos, los codos, las rodillas, los tobillos, ese lunar que según ellos no estaba ahí, esa cosa que no saben si es una roncha o un golpe que se dieron sin darse cuenta, o una cicatriz nueva… Pero ya entrados en esto, ¿por qué de una vez no usar la cámara del celular como espejo? Para revisarte el cutis, los poros, los granos, las fosas nasales…

Me parece muy difícil de entender cómo es que estas mismas personas se pueden comportar tantito mejor en la sala de un cine, donde el ritual de apagar las luces y estar rodeados de extraños aparentemente se impone, pero no pueden hacer lo mismo en la sala de una casa. Aunque claro, la etiqueta del cine también se está perdiendo. Pst, pst… ¿por qué estás volteando a ver al que llegó tarde, a los que bajaron al baño y a los que se salieron antes de que acabara la película? ¿Te estás aburriendo como ellos?

Y luego, esas parejitas que van al cine a “echar novio”. ¿Por qué siguen confundiendo una sala de proyección con un parque? En verdad, si no les interesa la película ¿no estarían más cómodos platicando en una cafetería o haciendo “el delicioso” en un motel? La última vez que fui al cine, los de la última fila estaban escuchando música en su celular. Y nadie les dice nada.

Es que para mí el cine sí es casi que sagrado. Yo sí aprecio el ritual completo, desde escoger la película que voy a ver hasta leer los créditos aunque no haya escena final. Yo no soy de los que se meten a cualquier función nada más porque es la que va a empezar más pronto, ni de los que se llevan la oficina al cine y le contestan la llamada al jefe, al cliente o al proveedor en pleno monólogo dramático.

Es sabido por quienes me conocen que, incluso, ladrones han intentado asaltarme a media película y los he mandado “por las cocas”. No una, dos veces. Al primero, de plano le dije que me estaba arruinando el final y que cómo se atrevía a robarme en pleno desenlace de la historia.

¿Soy yo? Entiendo que ya me hice experto en darle sorbitos a mi sopa mientras sigo la trama de una serie y a servirme la ensalada sin despegar la vista de la pantalla. Aunque yo entiendo inglés (el idioma de la mayoría de las películas que veo), los subtítulos me ayudan porque no tengo home theater ni sonido surround, y algo que aún no logro es escuchar mientras estoy masticando. Imagínense si voy a comer, escuchar el chisme que me quieren contar, ver videos de gatitos, leer subtítulos y entender los diálogos al mismo tiempo.

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BREVES

En salas, buenos estrenos de cine independiente con Harvest, otra exclusiva de Mubi que llega a cines selectos, la holandesa Corazones jóvenes y la mexicana Buen salvaje.

En Netflix y continuando con el rescate de la telebasura de los años 90, llega Superestar, una serie de Nacho Vigalondo sobre ese momento en España conocido como el “Tamarismo”. Otro estreno es Indomable (Untamed), de los creadores de la fantástica American Primeval.

*Para más información sobre las películas y series comentadas cada semana, visita mi perfil en Letterboxd.

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