El escenario estaba listo para el juicio de Ghislaine Maxwell en 1991, después de que conoció a Jeffrey Epstein
Las declaraciones de los testigos durante el caso mostraron una imagen dramática e íntima de la vida de Maxwell y su época en el centro del mundo de Epstein. Foto: Mathieu Polak/Polak Mathieu

Durante años, Ghislaine Maxwell se desenvolvió en un círculo social de la élite mundial tan exclusivo que sus poderosos miembros parecían estar aislados de cualquier escrutinio significativo.

Ese círculo era el mundo del exnovio de Maxwell, Jeffrey Epstein, el difunto financiero desprestigiado que durante años abusó sexualmente de niñas adolescentes. Algunas de sus víctimas tenían apenas 14 años.

Ese mundo se desmoronó cuando fue detenida en junio en un escondite en New Hampshire y acusada por su papel en los crímenes de Epstein. El miércoles se decidió su destino, cuando un jurado de un tribunal federal de Manhattan emitió un veredicto de culpabilidad.

Sin embargo, aunque la caída de Maxwell ocurrió rápidamente y su tiempo en el tribunal se desarrolló a gran velocidad, en realidad el escenario para el juicio de Maxwell quedó establecido hace décadas, cuando conoció a Epstein. Las declaraciones de los testigos durante el caso mostraron una imagen dramática e íntima de la vida y la época de Maxwell en el centro del mundo de Epstein.

Maxwell, hija del barón de los medios de comunicación de Reino Unido, Robert Maxwell, fue una candidata principal para entrar a la órbita de Epstein. Llegó a Nueva York en 1991, aproximadamente cuando su padre compró el New York Daily News.

El papel de Maxwell era el de una pulcra intermediaria, para facilitar el camino de la adquisición del periódico por parte de su padre. Ese verano, se asoció estrechamente con Epstein.

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Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell en 2005. Foto: Patrick McMullan/Getty Images

Maxwell, con estudios en Oxford, era llamativa. Medía alrededor de 1.70 metros, era de complexión delgada y tenía una espectacular cabellera oscura, y destacaba por sus “mejillas definidas”. Estaba “bien arreglada, bonita”, dijo un exempleado de Epstein. David Rodgers, expiloto de Epstein, recordaba a Maxwell como “muy enérgica” y con una “gran personalidad“.

Maxwell tenía un acento inglés elegante, lo que probablemente aumentaba su glamoroso atractivo de recién llegada. En consonancia con la imagen sofisticada de Maxwell, vivía en una “residencia muy grande” en la zona de Columbus Circle de Manhattan, en un ” último piso”, dijo Rodgers.

El 5 de noviembre de 1991, Robert murió en un accidente marítimo en su yate, el Lady Ghislaine.

“Estaba muy, muy afectada. Se notaba que era la ‘niña de papá’. Estaba inconsolable; apenas podía hablar. Cuando vio a su madre, simplemente le fallaron las rodillas”, comentó Ken Lennox, el entonces fotógrafo principal del Daily Mirror, propiedad de Maxwell, a The Guardian.

“Estaba realmente devastada. Si buscas en los archivos de Maxwell, él la llevaba a distintos eventos: El cumpleaños de Elton John, los partidos de futbol. Ella siempre estaba ahí, pegada a él. Lo llamaba ‘mi papá’ todo el tiempo”.

Tras la muerte de Robert, se supo que faltaban 460 millones de libras (unos 12 mil millones de dólares) de los fondos de pensiones de sus empresas. La reputación de la familia quedó en ruinas.

Dos de los hermanos de Maxwell, Kevin e Ian, terminaron siendo juzgados en 1996 por su participación en los negocios de su padre. Se defendieron con éxito de los cargos de fraude.

Uno o dos meses después de la muerte de Robert, Maxwell se mudó de su impresionante casa a un estudio. Epstein no abandonó a Maxwell después de su aparente descenso financiero.

“Al principio, tuvieron una relación romántica“, dijo Rodgers. Otro de los expilotos de Epstein, Lawrence Paul Visoski Jr, dijo sobre la relación de Epstein y Maxwell: “Pensé que era algo más personal que de negocios”.

Viskosi no los vio tomados de la mano o besándose, describiéndolos como no necesariamente románticos, pero sí “de pareja“. Ella estuvo “en muchos de los vuelos”.

Maxwell se convirtió en la “número 2” en la jerarquía de Epstein, siendo este el “número 1”, encargada de gestionar todos los aspectos de la vida del financiero que no estuvieran relacionados con sus negocios.

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Una imagen sin fecha de Ghislaine Maxwell y Jeffrey Epstein, difundida como prueba por la fiscalía estadounidense. Foto: REX/Shutterstock

Juan Alessi, el administrador de la vivienda de Epstein en Palm Beach de 1992 a 2002, ofreció una imagen aún más clara de cuándo se consolidó su complicada relación, así como de su nivel de intimidad.

“La señora Maxwell era la novia del señor Epstein; tengo entendido que ella era la señora de la casa”, contó Alessi. “Desde el día que llegó a la casa, inmediatamente se hizo cargo, y me mencionó que iba a ser la señora de la casa. Además, se encargaba de otras casas, de otras propiedades”.

Otras personas completaron esta imagen.

“Me dijo muchas cosas increíbles sobre su novio y que era un filántropo”, dijo Kate, una de las cuatro acusadoras que testificaron en el juicio de Maxwell. Kate tenía 17 años cuando conoció a Maxwell en París alrededor de 1994.

Kate declaró que Maxwell primero engañó a la entonces adolescente para que tuviera encuentros sexuales con Epstein en su casa en Londres, con el pretexto de darle un masaje. Maxwell “me preguntaba si conocía a alguien que pudiera ir y hacerle a Jeffrey (sexo oral) porque era mucho para ella”, declaró Kate.

“Ella dijo: ‘Ya sabes lo que le gusta: linda, joven, bonita, como tú’. Ella dijo que él necesitaba tener sexo unas tres veces al día”.

Las fotos de Maxwell y Epstein presentadas en el juicio también los muestran disfrutando de su romance por todo el mundo. En una foto en un malecón, Maxwell tiene sus brazos alrededor del cuello de Epstein, y lo está besando. En otra, le está dando otro beso en la mejilla en una ciudad soleada.

Una foto los muestra posando juntos con ropa de etiqueta, otras los muestran uno al lado del otro con elegantes atuendos para el clima frío. Varias imágenes muestran a Maxwell masajeando los pies de Epstein en su jet privado, con una atolondrada sonrisa en su rostro.

Maxwell parecía estar enamorada de Epstein. En octubre de 2002, Maxwell incluso pareció escribir un efusivo documento en Word sobre ellos, aunque en tercera persona.

“Jeffrey y Ghislaine han estado juntos, como pareja, durante los últimos 11 años. Al contrario de lo que mucha gente piensa, rara vez están separados; casi siempre los veo juntos”, se leía en el documento, que fue presentado como prueba en el juicio.

“Jeffrey y Ghislaine comparten muchos intereses mutuos y se divierten mucho juntos. Ambos tienen mentes inquisidoras y curiosas. Ella creció entre científicos y en un entorno académico y empresarial”, continúa el texto. “Jeffrey y Ghislaine se complementan muy bien y no me puedo imaginar a uno sin el otro. Además de ser grandes compañeros, también son los mejores amigos“.

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Una foto de Jeffrey Epstein cerca de Ghislaine Maxwell en su juicio, como se aprecia en un boceto de la sala correspondiente al 2 de diciembre. Foto: Jane Rosenberg/Reuters

Tanto si Maxwell estaba realmente enamorada o no, los abogados de la acusación sostenían que los beneficios económicos motivaron su relación con Epstein. Intentaron establecer que, a pesar de su linaje distinguido, ella no era particularmente rica cuando se conocieron.

“Mientras este horrible abuso ocurría a puertas cerradas, la acusada viajaba en aviones privados y vivía una vida de extraordinario lujo”, dijo la abogada Lara Pomerantz en su apertura. “Estas chicas no eran más que un medio para mantener su estilo de vida, una forma de que la acusada se asegurara de que Epstein –que exigía una constante gratificación sexual de las jóvenes– siguiera satisfecho para que la acusada pudiera permanecer en el estilo de vida al que estaba acostumbrada”.

El testimonio de Kate apuntaba a un tentador vínculo financiero entre Maxwell y Epstein. “Me dijo que era dueña de su casa en Nueva York y que Jeffrey la había comprado para ella”.

Rodgers describió cómo cambiaron las residencias de Maxwell durante el tiempo que estuvo saliendo con Epstein. Maxwell cambió su departamento de una habitación por un “gran departamento” y luego, hacia fines de los años 90, tuvo una casa adosada en la calle 65 Este.

“Creo que era de color café, de cinco pisos. Tenía un patio en la parte de atrás”, dijo. “Era un lugar bastante grande, probablemente… aproximadamente 6 mil 500 pies cuadrados, tal vez siete (mil)”.

Y también estaba el dinero en efectivo. Los abogados de la acusación llamaron a un funcionario del banco JP Morgan para que testificara sobre las transferencias de efectivo de las cuentas de Epstein a las de Maxwell. El banquero, Patrick McHugh, mostró a los miembros del jurado los documentos que demostraban que Epstein transfirió más de 30 millones de dólares a las cuentas de Maxwell entre 1999 y 2007.

En algún momento a principios de la década de 2000, el romance de Epstein y Maxwell terminó. Cimberly Espinoa, asistente de Maxwell de 1996 a 2002, dijo que al parecer su relación terminó alrededor de sus dos últimos años en la oficina.

Maxwell comenzó a salir con otros hombres. Ella y Epstein dejaron de aparecer en su oficina de Manhattan más o menos al mismo tiempo. Ya no salían juntos.

Maxwell comenzó a salir con Ted Waitt, el multimillonario cofundador de Gateway Computers. De acuerdo con el New York Times, esta relación reforzó la posición social de Maxwell después de su relación con Epstein. La “escritura de cheques” de Waitt “ayudó a asegurar su lugar en las conferencias, ya que estas reemplazaron a las galas benéficas como las reuniones sociales de primer nivel de finales de los años 2000”, dijo el periódico.

En 2007, Epstein negoció un polémico acuerdo de culpabilidad que le permitió eludir los cargos federales por acusaciones de delitos sexuales contra menores. Aunque Maxwell estaba protegida por un acuerdo de no enjuiciamiento, no estaba protegida de la mala publicidad.

Esto “cansó” a Waitt y él y Maxwell se separaron en 2010. Sin embargo, el magnate de la tecnología había donado un mínimo de 12 millones de dólares a la fundación filantrópica de Bill Clinton, lo que permitió que Maxwell mantuviera una relación con la familia del expresidente.

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Ghislaine Maxwell asiste al evento benéfico de Elton John Aids Foundation en Nueva York en 2010. Foto: D Dipasupil/FilmMagic

Maxwell hizo contactos en las cumbres de la familia Clinton, lo que le permitió iniciar la organización benéfica para los océanos TerraMar Project en 2012, según el periódico. TerraMar tenía una página web y recaudaba dinero, pero no parecía conceder ninguna subvención, señaló el periódico.

Entonces, la posición de Maxwell entre la alta sociedad recibió otro golpe a mediados de la década de 2010. Virginia Giuffre denunció públicamente que Maxwell y Epstein la obligaron a mantener un encuentro sexual con el príncipe Andrés cuando ella solo tenía 17 años. Maxwell la llamó mentirosa y Giuffre la demandó por difamación en 2015.

Llegaron a un acuerdo sobre la demanda en 2017. Además de algunos diálogos intermitentes sobre estas acusaciones, el escándalo se calmó significativamente hasta finales de 2018.

Fue entonces cuando Julie K Brown, del Miami Herald, publicó una serie de artículos explosivos que renovaron la atención sobre los crímenes de Epstein, y despertaron la indignación por su evasión de la justicia.

En julio de 2019, Epstein fue arrestado por tráfico sexual. Se suicidó en una cárcel federal de Nueva York poco después, mientras esperaba su juicio.

Las víctimas de Epstein, que ya no pudieron enfrentarse a él, tuvieron la oportunidad de hablar ante el tribunal. Cinco de ellas nombraron a Maxwell como participante o facilitadora de los abusos cometidos por Epstein.

El paradero de Maxwell se convirtió inmediatamente en objeto de inmensas especulaciones, y muchos se preguntaron si los fiscales federales la buscarían.

Las respuestas de estas preguntas aparecieron un año después de la detención de Epstein. Los fiscales federales de Manhattan anunciaron que había sido detenida y acusada de delitos sexuales, conspiración y perjurio, en la red de abusos sexuales de Epstein.

Describieron a Maxwell como “escurridiza” para esconderse. Sin embargo, antes de la detención de Maxwell, vivió la gran vida mientras huía.

Compró la hacienda de 156 acres en Bradford, New Hampshire, que se convirtió en su escondite, en un acuerdo en efectivo. Dos sitios web inmobiliarios indicaron que esta propiedad fue vendida por un millón de dólares.

Fue descrita como “un refugio asombroso para el amante de la naturaleza que también desea una privacidad total”. O, en el caso de Maxwell, una heredera deshonrada en fuga.

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