Cubanos eligen el exilio para escapar de la represión política tras las protestas
Migrantes, entre ellos cubanos, protestan para exigir visas a las autoridades para permanecer legalmente en el país, en la ciudad de Tapachula, México, este mes. Foto: Juan Manueol Blanco/EPA

El pasado mes de julio, Rafael decidió hacerse un tatuaje provocador: una bandera cubana descolorida en su pantorrilla sobre las palabras “Patria y Vida“, el título de un himno antigubernamental que se volvió viral en la isla caribeña ese verano.

Esa decisión desencadenó una serie de aterradores enfrentamientos con la policía cubana, y en última instancia lo llevó a huir del país, dejando atrás a sus dos hijos pequeños.

Rafael es uno de los miles de cubanos que han abandonado la isla desde que estallaron de forma espontánea las mayores protestas antigubernamentales en 30 años en ciudades de todo el país el 11 de julio.

Conocidos disidentes pudieron conseguir visas o recibir asilo de varios países, principalmente España y Estados Unidos, en los últimos seis meses, mientras seguían en Cuba.

Sin embargo, muchos cubanos comunes, cuyo primer acto político fue salir a la calle el pasado mes de julio, han comenzado a abandonar la isla también, considerando el autoexilio como una mejor opción que la prisión.

Las personas que tienen suficiente dinero para un boleto de avión –con frecuencia de mil a dos mil dólares– vuelan a Panamá o Nicaragua y viajan en autobús a través de Centroamérica.

Ahora Rafael y otros miles de cubanos se encuentran estancados en Tapachula, una ciudad sofocante cerca de la frontera con Guatemala, mientras esperan a que el gobierno mexicano expida los documentos que les permitan viajar hasta la frontera con Estados Unidos, donde solicitarán asilo político.

Decenas de miles de personas se unieron a las manifestaciones de julio. Muchas de ellos fueron pacíficos, pero otros lanzaron piedras contra los agentes de policía, volcaron vehículos policiales y les prendieron fuego. Los coros de “¡Patria y vida!” se extendieron entre la multitud.

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Un hombre es detenido durante una manifestación antigubernamental el 11 de julio de 2021. Los manifestantes fueron condenados a largas penas de prisión. Foto: Yamil Lage/AFP/Getty Images

La represión subsiguiente no se hizo esperar. En los meses posteriores a las manifestaciones, varios amigos de Rafael fueron detenidos por la policía, que se presentó sin previo aviso en sus casas. Uno de ellos ya fue condenado a 10 años de prisión por “sedición”.

Al menos mil 470 personas han sido detenidas por participar en las manifestaciones, según el grupo de derechos humanos Justicia. Algunas fueron condenadas a penas de hasta 25 años de prisión por cargos de sedición.

Rafael temía que su tatuaje –y su presencia en las manifestaciones– lo condujeran al mismo destino. Tras escuchar los gritos de los manifestantes, Rafael caminó hasta la plaza central de la ciudad de Camagüey. Se unió a la multitud, pero comentó que no lanzó piedras ni se peleó con los policías, como lo hicieron muchos otros.

“No sé si ellos (las autoridades cubanas) saben que estuve afuera el 11 de julio. Vivo cerca del parque donde ocurrieron las protestas; esa iba a ser mi excusa de estar ahí”, explicó Rafael. “La policía me detuvo dos veces en la calle porque vio mi tatuaje, y me dieron dos citaciones oficiales del gobierno. Empecé a pensar que tal vez me arrestarían“.

No obstante, Rafael se negó a dejar de publicar memes antigubernamentales en Facebook, incluso después de que el gobierno cubano aprobó una nueva ley en agosto, el Decreto Ley 35, que prohíbe la retórica antigubernamental en internet. El castigo por publicar puede ser de varios años de prisión.

La familia de Rafael comenzó a preocuparse por su seguridad y finalmente reunió el dinero para su boleto de avión.
Solo en los dos primeros meses de 2022, casi 30 mil cubanos intentaron entrar a Estados Unidos, la mayoría a través de México. Los datos de los meses anteriores indican un promedio de entre mil y dos mil al mes.

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Migrantes cubanos esperan afuera de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados en Tapachula, México. Foto: Reuters/Alamy

Algunos escapan de la crisis económica de Cuba, ya que la escasez ha provocado una situación de hambre masiva, y el peso cubano en realidad ha perdido la mitad de su valor en los últimos dos meses.

Sin embargo, muchos, como Rafael, han huido de la isla por miedo a ser condenados a varios años o incluso a décadas de prisión.

Esperando afuera de la oficina de la Comisión Mexicana para Refugiados en el calor de 32°C de Tapachula, una mujer cubana se abanicaba con su folder lleno de documentos. La mujer –que rehusó dar su nombre en caso de ser deportada a Cuba– comentó que huyó del país después de protestar el 11 de julio y que tenía problemas para conseguir sus documentos en Tapachula.

Todavía tenía que solicitar el estatus de refugiada en México, el primero de los muchos pasos burocráticos necesarios para salir de la ciudad y dirigirse al norte. Pero finalmente, planeó terminar su viaje hacia Estados Unidos por medios ilegales. “Es caro, pero voy a ir a la Ciudad de México y contrataré un coyote para que me pase por la frontera“.

Si eligiera entrar a Estados Unidos por una vía legal, se enfrentaría al retraso de las solicitudes de asilo, compuesto por miles de casos. En la frontera terrestre, la posibilidad que tiene Rafael y el resto de los manifestantes de obtener asilo es de aproximadamente un 20%, en caso de que sea similar a los casos de otros cubanos en los últimos años.

Probablemente no regresaré a Cuba“, comentó Rafael. “Amo a mi país y quiero ver a mis hijos, pero no lo haré. Todo lo que ahora puedo hacer por ellos es ir al norte y buscar la manera de ganar algo de dinero para poder enviarlo de vuelta”.

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