Utilizaron mi identidad para promocionar una criptomoneda condenada al fracaso
Representaciones de las criptomonedas Bitcoin, Ethereum, DogeCoin, Ripple y Litecoin. Foto: Dado Ruvić/Reuters

En la mañana del lunes me desperté con un par de mensajes directos extraños en Twitter. “Señor, saludos, ¿tiene alguna información sobre el token Dejitaru Tsuka?”, preguntó un “Dr. Joker”; otro planteaba una pregunta similar: “Oye, amigo, ¿qué sabes de Tsuka?”.

Yo no había escuchado sobre la criptomoneda, y una rápida búsqueda me sugirió que no merecía que le dedicara mi tiempo: era una clásica “shitcoin“, un token recién creado sin razón de existir más allá de comprar a bajo precio y vender a alto precio.

El juego de las shitcoins adopta la idea de gran parte del espacio de las criptomonedas y la convierte en su objetivo. En este caso no se pretende que nadie apueste por el uso generalizado, ni se pretende que las monedas tengan un propósito. El juego consiste en encontrar una que suba, comprarla barata, promocionarla lo más que se pueda entre los demás, y después cobrar en la cumbre de la criptomoneda. La comunidad utiliza frases que suelen estar asociadas a la delincuencia financiera – “shilling” (engatusar), “pump and dump” (estafas masivas), etc.– y las usa como una insignia de honor.

Tsuka era todo un clásico de la modalidad. La única explicación que había en la web pública sobre el token era un inglés confuso que describía una leyenda japonesa que destinaba “el dragón dejitaru tsūka a exhalar vastas llamas de sabiduría y prosperidad a todos aquellos que aceptaran su ferocidad y fuerza” y que remitía, por supuesto, a unos exchanges (intercambio de criptomonedas) donde podías comprar la moneda.

Así que asumí que los mensajes directos eran la fase de “bombeo” del pump and dump, y los ignoré. Sin embargo, después recibí un mensaje de seguimiento, en el que me preguntaban si estaba detrás de una dirección de correo electrónico “[email protected]”, que el desarrollador de la moneda Tsuka había publicado en la cadena de bloques (blockchain), con la nota “encrypted Guardian contact”. Un comprador envió un mensaje a la dirección y, pensando que estaba hablando conmigo, le preguntó si sabía algo sobre la moneda. Una respuesta de una sola palabra, “Sí”, ayudó a impulsar una especie de frenesí de compras.

Las cifras son bajas: antes de que utilizaran mi nombre para promocionar la moneda, esta cotizaba a ocho milésimas de centavo (es decir, 0.00008 dólares), y tras un enorme incremento alcanzó el vertiginoso máximo de casi el doble, 0.00015 dólares. No obstante, eso seguía representando alrededor de 100 mil dólares de valor hipotético construido sobre una mentira.

Pero tenía que intentar corregir esta mentira. Logré encontrar el canal principal de la comunidad de Tsuka, en Telegram, y me uní a su membresía de aproximadamente 150 usuarios antes de publicar un mensaje rápido: “No tengo nada que ver con este proyecto. Alguien se está haciendo pasar por mí”. Pero no pude ver la respuesta, me expulsaron rápidamente del grupo y mi mensaje fue borrado.

Sin embargo, el daño ya estaba hecho. También cambié mi biografía en Twitter para advertir a las personas de que “si alguien dice que respaldé su shitcoin, te está estafando”, y –más tarde supe– que lo estaban compartiendo nuevamente en el grupo más rápido de lo que se podía eliminar.

La moneda cayó estrepitosamente cuando la gente se apresuró a venderla, y su valor se redujo a la mitad en cuestión de minutos.

Me sentí extrañamente mal al verlo: a pesar de que todo el sector es un gigantesco juego de intentar encontrar a alguien que se quede con la bolsa cuando todo está dicho y hecho, mis acciones fueron las que eliminaron más de 60 mil dólares de la “capitalización bursátil” total de la moneda.

Un usuario me envió un mensaje directo para confirmar mi historia y me dijo que perdió los “ahorros de toda su vida” en la caída, 400 dólares, una cantidad bastante considerable para un turco como él, que equivale aproximadamente a un mes de salario promedio. Sin embargo, cuando me sugirió que reembolsara 200 dólares a todos aquellos que perdieron dinero, tuve que objetar; puede que exista una diferencia de ingresos entre Reino Unido y Turquía, pero yo no tengo 200 mil dólares a la mano.

Mi sentimiento de culpa se apaciguó un poco cuando comencé a preguntarle a las personas por qué compraron Tsuka en primer lugar. “Lo hice a ciegas en Dextools”, me respondió uno. Es decir, una moneda de la que nunca habían escuchado apareció en la lista de nuevas monedas de un intercambio de criptomonedas, e invirtieron en ella –o apostaron por ella– sin revisarla. El turco dio la misma explicación; cuando le pregunté si de verdad me estaba diciendo que apareció una moneda aleatoria y que acababa de invertir los ahorros de toda su vida en ella, su respuesta fue “es verdad, hermano, es pura charla de criptomonedas”.

El desarrollador comenta

Poco después del colapso, recibí un correo electrónico que no esperaba, de parte de la cuenta de ProtonMail que se hizo pasar por mí. Había enviado un correo electrónico con algunas preguntas, pero no esperaba recibir respuesta. ¿Qué le dices a la persona cuya identidad robaste?

La respuesta, al parecer, es “un discurso de mercadotecnia”. El desarrollador me dijo que “la comunidad pasó a ser una parte fundamental de este experimento… Seguimos tu trabajo y tus artículos y lamentamos si alguien lo interpretó como que estabas detrás de la moneda. Lo principal es que fuiste localizado a través de la cadena de bloques solamente. No es de ninguna manera una estafa”.

Les pregunté cómo podían negar que habían intentado estafar a la gente haciéndoles creer que yo estaba involucrado. Dijeron que su intención era que la palabra “Guardian” fuera interpretada en el sentido de que ellos eran los guardianes del proyecto.

“También sigo con atención tu trabajo, así que los nombres encajaban bien… Nunca dije que estuvieras involucrado. Supongo que es como [email protected] vs Mickey@protonmail. ¿Acaso Mickey@protonmail es un estafador si construye un parque temático? No lo sabemos”.

Pensé que el callejón sin salida solo era el resultado natural de que yo hablara con un descarado charlatán, pero cuanto más preguntaba, se hacía más evidente que se trataba más bien de dos personas que hablaban con propósitos opuestos. Los desarrolladores, todavía anónimos, son francos en cuanto a que no están estafando a nadie, porque el significado de “estafa” en el mundo de las shitcoins es forzosamente limitado. Cuando la expectativa básica es que todas las monedas caerán en algún momento, y que ninguna de ellas tiene ningún valor real más allá de la mercadotecnia y el impulso de la comunidad, ¿cómo puede la simple mentira sobre quién respalda una moneda ser verdaderamente una estafa significativa?

Para el desarrollador, mi acusación de que estaban estafando a las personas era una acusación seria. Implicaba que tenían un código oculto en la moneda que les permitiría quedarse con el dinero de las personas de una forma que quedaba fuera de las reglas del juego, tal vez imprimiendo repentinamente millones de tokens para inundar el mercado, o bloqueando la moneda para impedir que alguien más la vendiera. Por el contrario, difundir mentiras sobre quién respalda el token es una práctica que está bien dentro de las reglas del juego. “DYOR”, investiga por ti mismo, es un lema en el sector; si te sorprenden con una afirmación tan fácil de refutar, es evidente que no hiciste tu DYOR, y las pérdidas son culpa tuya.

Tercer acto

Pensé que ahí terminaría este boletín, alguien se hizo pasar por mí, yo rompí su fantasía y aprendí algo valioso sobre el mundo de las criptomonedas. Y entonces revisé el valor de Tsuka una vez más, esperando encontrarlo oscilando alrededor de cero. En cambio, me sorprendió ver que había subido.

Consulté a algunos de los inversionistas de la moneda, y me alarmé al descubrir que no solo la gente había comenzado a comprarla de nuevo, sino que existía una teoría cada vez más extendida de que yo mismo era el desarrollador, y que mi afirmación de que me habían imitado era una especie de genialidad de engaño. Habían creado un nuevo canal de Telegram, con un experimentado influencer de shitcoin al frente, y pedí un enlace, preparándome para volver a hacer lo mismo.

Lo que ocurrió fue algo inesperado. Al demostrar que yo era el verdadero Alex Hern, fui recibido con mucha alegría. Un usuario escribió la frase “YOUNG_HERN_IN_THE_HOUSE”, otro puso “ITS_FUCKING_ALEX”. “ALEX NEXT ELON”, “ALEX SAVE OUR BAGS”… antes de que pudiera publicar mi primer mensaje real, alguien había enviado “ALEX TYPING” quince veces. Mientras que mi primera intervención se sintió como un padre que interrumpe una fiesta doméstica ilícita, esto se sintió más como la segunda aparición, en la que yo, sin quererlo, me puse en el papel de Jesús.

Las cosas empeoraron cuando dije que quería hablar con las personas para un artículo sobre el tema. No importaba cuán explícito fuera en cuanto a que pensaba que todo el asunto era muy tonto –más tonto de lo que creía posible para un sector ya extremadamente tonto–, la noticia de un próximo artículo se extendió como un incendio. “Todo tipo de publicidad es buena publicidad”, se dijo en el canal, donde un usuario señaló que Shiba Inu, una shitcoin con un valor inexplicable de 7 mil millones de dólares, tuvo un génesis muy similar, con la mayoría de su prensa inicial simplemente burlándose de ella como un clon de poco esfuerzo de la shitcoin original, Dogecoin.

Epitaph, el influencer de criptomonedas que fue responsable del renacimiento de la moneda, argumentó que todo el asunto debería ser menos alarmante de lo que a mí me parece. “Actualmente es bastante común”, dijo. En términos más propios de un videojuego multijugador que de cualquier tipo de mercado financiero funcional, explicó que “hace un par de meses, la meta cambió a los ‘tokens LARP’, tokens en los que el equipo hará todo lo posible para convencer a los compradores de que están relacionados con celebridades/músicos famosos/tokens más grandes”.

Cuando pregunté si otras personas también habían intentado atajar esos “LARP”, no obtuve la respuesta que esperaba: “Es un poco extraño que alguien de alto perfil realmente participe, aunque no es inaudito. La semana pasada, Martin Shkreli participó en las comunidades de Telegram de dos tokens que fueron lanzados como homenajes a él”.

No estoy seguro de querer estar en un club con Martin Shkreli.

Mientras tanto, el canal de Telegram funcionaba tan rápido que pude ver cómo se corrompía la historia en tiempo real. “Me gustaría hacer algunas preguntas para un artículo” se convirtió en “Alex Hern va a promocionar a Tsuka en un artículo”; otros extendieron esa afirmación a Twitter y a otros canales de Telegram. Cada vez que intentaba corregirlos, mi reaparición en el chat era considerada una prueba más de que estaba personalmente implicado –literalmente– en el éxito de la moneda.

Dado que la etapa final de Tsuka va a ser, casi con toda seguridad, “caer y llegar a cero” como cualquier otra shitcoin, empecé a preocuparme bastante. Cuanto más crezca, más perjudicadas se verán todas las personas cuando la moneda se desplome. Le pregunté a Epitaph si existía alguna forma de evitar que esto sucediera: “La única manera de que esto no hubiera ocurrido es si realmente no hubieras tenido ninguna implicación en la moneda (todavía no sé lo que creo) y si nunca hubieras entrado al (canal de Telegram) en absoluto. Entonces la gente habría sabido que era un LARP, y el token habría muerto en un par de horas”.
Sin embargo, dijo, “no deberías sentirte mal. Todos aquí saben en qué se meten, especialmente durante la temporada de LARP.

No es ningún secreto que todo lo que compramos es una estafa hasta cierto punto. La pregunta no es ‘¿es este token una estafa?’, porque todos los son. La pregunta es ‘¿esta estafa está lo suficientemente bien hecha como para convencer a otras personas de que la compren?'”.

Si no queda claro a estas alturas: no creo que debas comprar esta shitcoin, ni ninguna otra. Y si tampoco está claro todavía: la gente seguirá ignorándome aquí, y estoy seguro de que se divertirán mucho haciéndolo.

El amplio panorama tecnológico de las shitcoins

Si la idea de las shitcoins es un gran videojuego multijugador que te intriga, acabo de terminar de leer el libro de Adrian Hon You’ve Been Played, que profundiza en la misma idea. Cada tendencia social importante adopta las características de un “juego de realidad alternativa” en la actualidad, desde QAnon hasta Crypto, y está produciendo un efecto profundamente extraño en nuestro tejido social.

Mi aventura con las shitcoins estuvo dirigida principalmente por Telegram, pero Discord probablemente es la red social más importante para el espacio de las criptomonedas, y adivina qué: está llena de estafadores.

Profundiza en tu DYOR.

¿Recuerdas Terra, la “stablecoin” que era todo menos eso? Fue relanzada, e inmediatamente colapsó. Además, por si no era obvio, el fracaso inicial no fue el resultado de un ataque intencionado, sino simplemente una mala idea que finalmente quebró. Pero aun así arruinó vidas.

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