Crítica de Harry: La entrevista, tan terriblemente triste que podría haber convertido a la reina en antimonárquica
El príncipe Harry explica por qué escribió sus memorias: 'No quiero que se repita la historia'.

Si hubiera vivido para ver esto, no habría matado a la reina. Pero podría haberla convertido en republicana.

Harry: La entrevista (ITV1) duró una hora y 40 minutos (incluyendo los comerciales) y no dejó a ningún miembro de la realeza intacto. A través de extractos de sus memorias, Spare: En la sombra, y de las respuestas a las preguntas del periodista de ITV Tom Bradby, el segundo hijo del rey, el príncipe Harry, acabó con la monarquía, o al menos con los mitos de los que tanto depende.

Primero nos conmovió el recuerdo de su infancia y de la devastadora muerte de su madre cuando él tenía 12 años, una herida psíquica que rara vez cicatriza por completo, incluso en el caso de los niños criados en las familias más funcionales, que pocos afirmarían que son los Windsor. En el audiolibro se incluye una parte muy conmovedora –leída maravillosamente por el propio Harry– sobre cómo exigió y consiguió ver el archivo secreto del gobierno sobre la muerte de Diana. Su secretario de prensa retiró las fotos más horribles, pero le dejó ver todo lo que creyó que Harry podría soportar, porque sabía que tenía que hacerlo.

Conforme avanzamos, no obstante, la entrevista se vuelve cada vez más triste. Él está ahí, nos dice Harry, y escribió sus memorias porque los “informes, filtraciones y plantaciones” acumulados por el palacio a lo largo de los años, contra él y Meghan, alcanzan el equivalente a “incontables” volúmenes contra ellos y constituyen una burla del lema de la familia real: “Nunca te quejes, nunca des explicaciones.” El acuerdo al que ha llegado la institución con la prensa sensacionalista, y la hipocresía que lo rodea evidentemente –por usar una frase que nosotros, los de menor nivel, encontramos útil en tiempos de conflicto– lo cabrea, y probablemente con toda la razón.

Hay historias de Guillermo y Kate poniéndose en contra de Meghan desde el principio porque, dice Harry, permitieron que los estereotipos (estadounidense, actriz, divorciada, birracial) levantaran una barrera entre ellos. Camila es descrita como una mujer calculadora que comenzó “a jugar a largo plazo, una estrategia dirigida al matrimonio y, finalmente, a la corona” después de que Guillermo y Harry le pidieran a su padre que no se casara con ella; y Camila y Carlos utilizaron la relación de Catalina y Guillermo para reforzar sus propias relaciones públicas, y la pareja más joven hizo lo mismo con la de Harry y Meghan.

Harry y Bradby hablan sobre las tres demandas por hackeo telefónico que el primero tiene pendientes contra el News Group, el Mirror y el Daily Mail, y sobre la posibilidad de que el oprobio y el acoso que él y Meghan atraen de la prensa se deban en parte a un intento de intimidarlo para que llegue a un acuerdo.

En respuesta a las preguntas sobre cómo todo lo que ha hecho, y está haciendo en la actualidad, encaja con su deseo de privacidad, Harry responde que ha intentado todas las vías privadas disponibles para lograr que su familia y/o la institución (no la llama, al igual que Diana, La Firma, pero la insinuación es la misma) lo protejan y lo apoyen, pero se han negado, o mejor dicho, han negado la necesidad de hacerlo.

Harry es encantador, elocuente y –a menos que el clan Windsor haya criado a un actor de talla mundial– nos cuenta la verdad tal como la ve. En términos de relaciones públicas, sin duda cumplirá su propósito. El libro se venderá por millones, su historia atraerá al público más joven, reforzará su fama y tal vez le permitirá un tipo de fama más manejable que aquella en la que nació, lo cual probablemente es su mejor esperanza en este momento.

Hablando como miembro de un grupo demográfico mayor que recuerda el nacimiento de Harry y Guillermo, la muerte de Diana, el funeral y todo lo demás, me dejó únicamente un gran cansancio afligido: por todo lo que se ha hecho mal, todo lo que se ha perdido y cómo, al final, cuán triste y ordinaria puede ser cada pequeña vida, por dorada que sea.

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