Me siento demasiado exaltada para dormir y demasiado agotada para despertarme. ¿Cómo puedo solucionar este ciclo?
'Para dormir, (intenta) exponerte a la luz del sol a primera hora de la mañana, una rutina de cardio, pasar tiempo alejada de las pantallas y consumir magnesio antes de acostarte'. Pintura: Campesina descansando sobre la hierba, Pontoise (1882), de Camille Pissarro. Foto: Artefact/Alamy

¿Cómo puedes corregir una rutina de vida poco saludable? Siempre me he considerado una persona “noctámbula” pero últimamente siento que estoy desaprovechando la vida. Me gusta mi trabajo, quiero conservarlo –ahora estoy en periodo de prueba–, pero desde el comienzo de la pandemia y el trabajo desde casa/trabajo híbrido se han convertido en algo habitual, estoy atrapada en una rutina poco saludable y me cuesta encajar con el ritmo circadiano del resto del mundo.

Ignoro el despertador (si es que lo escucho), regreso a la cama, empiezo a trabajar tarde, olvido desayunar o almorzar, termino tarde de trabajar y me acuesto tarde. Cuando empiezo a trabajar temprano y llega la hora de “desconectarse”, me siento culpable por no haber terminado todas mis tareas, por lo que sigo trabajando hasta tarde e inevitablemente vuelvo a caer en mis hábitos poco saludables.

Me siento demasiado exaltada para dormir en las noches y demasiado agotada para despertarme en las mañanas. He llegado a sentir resentimiento hacia mi espacio de trabajo desde casa, hacia mi espacio para dormir y hacia mí misma. Me pierdo el fin de semana porque duermo hasta tarde y paso menos tiempo del que me gustaría con mi prometido. ¿Cómo puedo salir de este círculo vicioso?

Eleanor responde: En primer lugar, debes saber que tanto los problemas de sueño como los de hábitos pueden ser señales de situaciones que requieren ayuda profesional. El TDAH, la depresión y los trastornos del sueño pueden manifestarse como hábitos difíciles de romper. Estos problemas no son una cuestión de fuerza de voluntad y tampoco se resolverán con fuerza de voluntad. La terapia o las consultas con el médico pueden parecer costosas u pesadas, pero si lo ves como una inversión para poder conservar tu trabajo y disfrutar tu vida, es posible que sea una de las mejores decisiones financieras que puedas tomar.

Si ya se han descartado esas posibilidades, algo útil que se debe recordar es que el cambio de hábitos no consiste, en primer lugar, en esperar a que mejoren los sentimientos y las emociones. Como alguien que muchas veces se ha encontrado en el fondo de un pozo como este, mirando hacia arriba, he descubierto que, con frecuencia, las cosas salen al revés. Se trata de empezar a hacerlo, independientemente de cómo te sientas. Te obligas a ir al gimnasio, te levantas de la cama, vas al evento obligatorio… ¡y sorpresa! El hecho de estar ahí cambia cómo te sientes.

Una vez que sepas que el objetivo es hacer algo diferente, como tú lo consideres, puedes utilizar herramientas que te ayuden a lograrlo. A mí me gustan mucho las aplicaciones Talking Time, que anuncian la hora con una voz estruendosa y autoritaria. Es una buena forma de perder la verosímil negación de que durante un momento se te pasó el tiempo y que lo recuperarás en un minuto. No: el día sigue su curso, y Talking Time está aquí para recordártelo.

Cambiar de espacio también puede constituir una poderosa señal para que tu cerebro inicie un nuevo capítulo. Mencionaste que resentías tus espacios; ¿podrías cambiar la posición de la cama, cambiar las sábanas, hacer una gran limpieza en tu espacio de trabajo? ¿O trabajar desde una biblioteca o una cafetería en su lugar?

Las personas que tienen que vivir en espacios reducidos (como los complejos residenciales) durante largos periodos de tiempo suelen insistir en que se utilicen zonas diferentes para las distintas funciones del día, porque incluso los pequeños cambios de escenario marcan una gran diferencia en cómo nos sentimos. Un paseo rutinario matutino, un cambio notable entre el trabajo y el ocio… cualquier cosa que no sea estar sentada sumida en el letargo sin descanso.

Existen muchas otras estrategias que puedes utilizar. Para dormir, está la exposición a la luz del sol en las primeras horas de la mañana, una rutina de cardio, tiempo alejada de las pantallas y consumir magnesio antes de acostarse. Para dejar de trabajar antes, existen las agendas de control del tiempo, los amigos que te ayudan a cumplir tus metas y el simple hecho de hacer planes inquebrantables con otras personas. Para hacer en general lo que crees que no deberías hacer, la gente recomienda escribir por qué quieres cambiar (“para sentir que vuelvo a vivir mi vida”) y leer ese pedazo de papel con frecuencia.

A pesar de todas estas estrategias, es importante recordar que hay que ser indulgente con una misma. El mundo se paralizó durante dos años y, a pesar del esfuerzo generalizado de taparnos los oídos e ignorarlo, tuvo efectos bastante graves en el bienestar.

Parece que desde hace tiempo estás pasando por un mal momento: una situación laboral que no te gusta, duermes mal, te sientes avergonzada y te preocupa estar colmando la paciencia de tu prometido. No importa lo mucho que pienses que deberías sentirte culpable, la realidad es que no te ayudará. Cuanto más te flageles mentalmente, más contribuyes a agravar el problema al aumentar la lista de cosas que debes evitar.

Por eso, cuando hagas el intento de cambiar esto, trata de hacerlo con gentileza: cuando sientas culpa, reconócela y procura apartarla, como si la estuvieras poniendo en un frasco que luego volverás a ver. El cambio es lento y no se produce de forma lineal. Si te castigas, solo lograrás retrasarlo.

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