¿Revisas tus lunares? Esto es lo que debes detectar y dónde buscar ayuda
Foto: Kellie French/The Guardian. Asistente: Harry Brayne

Nunca ha existido una columna más gratificante, para mí, que la que hizo que un hombre encantador en Twitter me enviara mensajes directos en tres ocasiones distintas para mantenerme informada sobre su tratamiento para un tipo de cáncer de piel aún curable, que detectó después de leer algo que escribí sobre la revisión de lunares.

Por lo tanto, sin duda vale la pena repetirlo, particularmente en esta época del año, cuando se pasa tiempo bajo el sol. Siempre es una buena práctica familiarizarse con cada centímetro de la piel (especialmente, aunque no exclusivamente, en el caso de las personas cuya piel se quema con facilidad, tienen pecas, antecedentes de cáncer de piel o pasan largos periodos al aire libre). Sin embargo, si tienes lunares nuevos o ya existentes, es crucial y en ocasiones puede salvar la vida.

Los lunares que aparecen de repente, o aquellos que han cambiado de aspecto o sensibilidad, con frecuencia no suponen nada, pero también son una señal de que uno debe acudir al médico inmediatamente. Para examinar y controlar los tuyos, es útil recordar las siglas ABCDE.

La A significa asimetría: si tus lunares tienen formas diferentes en cada lado, en lugar de ser idénticos, vale la pena tenerlo en cuenta. La B significa borde: ¿el contorno de tu lunar suele ser nítido y definido, o borroso, difuminado o irregular? La C corresponde al color: ¿tu lunar es de un solo tono o tiene diferentes tonos dentro de sus contornos? La Ddiámetro– corresponde a medir si un lunar tiene un tamaño total de más de 5 mm. Y quizás lo más importante, si has tenido lunares perfectamente inofensivos por mucho tiempo, toca la E, evolución: se debería revisar cualquier cambio.

Las clínicas privadas ofrecen revisiones de lunares relativamente asequibles, en las que se revisa desde el cuero cabelludo hasta la planta del pie.

Vivir en nuestra propia piel puede hacer que la revisión de este último punto resulte más difícil, por lo que recomiendo encarecidamente (como seguramente lo haría mi nuevo amigo de Twitter) abrir una carpeta específica en tu teléfono inteligente que contenga fotos fechadas, tomadas cada seis meses. Si la ubicación de la piel circundante no es inmediatamente identificable, conviene garabatear encima “muslo izquierdo” o su equivalente con un delineador de ojos.

Todo aquel que haya intentado recientemente obtener una cita periódica con el médico sabrá que las revisiones pueden ser tan difíciles de conseguir como una biblia de Gutenberg, así que asegúrate de alertar a la recepcionista sobre tus preocupantes hallazgos.

Si puedes permitírtelo, las clínicas privadas (como sk:n, de la que soy clienta) ofrecen consultas relativamente asequibles para la revisión de lunares, en las que personal cualificado revisa desde el cuero cabelludo hasta la planta del pie y remite a los pacientes cuando es necesario. Estas revisiones no suelen presentar complicaciones, pero son vitales. Entre cada revisión, usa siempre, de manera infalible, bloqueador solar con SPF 50.

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