Personaje del mes | Fernando Frías, de ‘Kolombia’ para el mundo

Con Fernando Frías es muy probable que México regrese al podio de los Oscar. Hay todavía un reto por delante, el cual se mueve más despacio que las cumbias rebajadas que salpican Ya no estoy aquí. Primero tiene que trascender la short list de las nominadas a Mejor Película Extranjera, pero ya está en las finales.

En La-Lista decidimos que Fernando Frías es nuestro personaje del mes por una alegría quizá un poco aldeana, provinciana, que le dio a los más de 126 millones de mexicanos este febrero lleno de cifras ominosas de muerte, contagios y desastres sanitarios. Y es que ni bien se informó que su película sobre los seguidores de la Kolombia regiomontana se mantenía “con vida” en la ruta hacia los premios de la Academia, en México lo celebramos como si ya hubiera recibido la estatuilla que, leyenda urbana o no, tiene el corpachón de Emilio El Indio Fernández.

Y no es que estemos tan hambrientos de premios de la Academia. Lo que pasa es que ya nos habíamos acostumbrado a ganar. Todos esos Cuarones, Del Toros, González Iñárritus y Chivos Lubezkis han sido para los mexicanos como los cracks brasileños del futbol: les han dado mucha alegría a la gente.

Lo mismo Fernando Frías de la Parra. Muchos ya conocían sus endemoniados Espookys, la curiosa serie en HBO Latino. Asimismo, sus granulosas y rítmicas campañas para Converse. Y esa ha sido la fórmula al parecer predilecta de este cineasta que dio orgullo a las montañas de Monterrey siendo nativo de la Ciudad de México.

Música, tribus urbanas, looks aparentemente descuidados, pero complejos, una especie de chic a la desgreñé. Todo esto encarnado mejor que nadie por Ulises, interpretado por Juan Daniel García Treviño con su look y peinado entre punk, chichimeca (como los de la canción de Café Tacvba), cholo… el chúntaro style.

“No sé qué tan claro lo tenga, porque el camino de la película se sigue escribiendo. No he llegado a nada concluyente, pero si puedo decir que hay mucha inspiración para justamente promover mayor reflexión sobre lo que dices. No es el único interés que tengo a nivel cinematográfico, por supuesto, pero sí es algo que me parece importantísimo. Y creo que la gran lección es que el público mexicano puede abrazar y ver este tipo de contenido que muchas veces ha sido subestimado“, nos dijo a La-Lista el cineasta mexicano en una reciente entrevista.

“Y que quizás intentar abordarlos desde puntos de vista, si bien personales, también empáticos, respetuosos, con cariño y sobre todo lejos de ser didácticos, adoctrinar o de empujar mucho los mensajes, sino apostarle mucho a la participación activa de la audiencia y no buscar sorprender ni satisfacer o complacer o provocar shock”.

Frías, ahora lo sabe el mundo del cine ya, es un artista con un método. Literal. Más allá de lo que en el mundo histriónico significa la frase, el director aplicó el método para investigar, para dar con la fórmula que le permitiera manejar una situación tan compleja en un México violento, para contar una historia que no deprime, sino que genera empatía.

“A nivel de investigación me apoyé muchísimo en trabajos académicos, antropológicos, sociológicos”, nos contó Frías en la entrevista mencionada. “Por ahí hubo una tesis maravillosa que era un análisis epistolar entre jóvenes pandilleros en los años 80 y su problemática, eran cartas que se mandaban o saludos de radio. Otra fuente analizaba todos los nombres de las pandillas y hacía un estudio macro para saber cuáles eran los nombres que más se repetían, eso de verdad está hablando muy fuerte de cómo son o se identifican ellos, todos locos y rebeldes”.

Ya ello se preludiaba en la serie los Espookys, que si bien conjuga las fórmulas profesionales y muy manufacturadas de HBO, si bien en su versión latina, se advierte una mano fácil para hilar relaciones entre jóvenes y símbolos.

Esa es la marca Frías. Lo símbolos y significados de los que el director de Ya no estoy aquí, aspirante también al Goya por Mejor Película Iberoamericana, nos refiere. Sus personajes, dice no tienen que “articular de manera verbal un discurso elocuente”. Es la personalidad, la que él ha sabido retratar y, que por el momento, ya le ha ganado 10 Arieles. Un hito.

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