En camino a la hegemonía

Sábado 12 de abril de 2025

Adriana Sarur Torre
Adriana Sarur Torre

Es política y líder de opinión. Se ha desempeñado como diputada Federal en las Legislaturas LXI y LXIII. Cuenta con más de 20 años de experiencia en análisis político mexicano e internacional. Actualmente se desempeña como empresaria, líder de opinión y columnista en diversos medios de prensa y televisión. X: @asarur IG: @adrianasarur

En camino a la hegemonía

Con la llegada de Xi Jinping al poder en 2012, China viró hacia una nueva etapa. Xi ha fortalecido el papel del Partido Comunista,

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Xi Jinping, presidente de China

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Foto: EFE

A comienzos del siglo XXI, pocos podían prever la velocidad con la que China escalaría hasta convertirse en un contendiente serio por la hegemonía global. Hoy, bajo el liderazgo centralizado y férreo de Xi Jinping, el gigante asiático no solo disputa el liderazgo económico con Estados Unidos, sino que ha desplegado una estrategia multidimensional que abarca tecnología, comercio, diplomacia e influencia cultural, además de militar.

Pero el ascenso de China no ha sido espontáneo. Desde las reformas económicas iniciadas por Deng Xiaoping en los años ochenta, el país apostó por una mezcla de apertura controlada, mano de obra barata e inversión extranjera para detonar su crecimiento. En el terreno tecnológico, China ya no es solo una “fábrica mundial”, es un actor de punta en inteligencia artificial, telecomunicaciones, energía renovable y computación cuántica, la expansión de conglomerados como Huawei, Alibaba o BYD es muestra de su consolidación. El desarrollo de redes 5G, las misiones espaciales y la apuesta por dominar la cadena de suministro de baterías eléctricas hablan de una visión geopolítica clara y decidida.

Con la llegada de Xi Jinping al poder en 2012, China viró hacia una nueva etapa. Xi ha fortalecido el papel del Partido Comunista, concentrando poder como no se veía desde Mao Zedong. Bajo su liderazgo, la estabilidad política ha sido priorizada sobre la apertura y se ha apostado por una planificación estratégica de largo plazo. Su iniciativa “Made in China 2025” busca transformar al país en una potencia de alta tecnología, reduciendo su dependencia de insumos y conocimientos extranjeros.

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En este sentido, la tensión con Estados Unidos era inevitable. La guerra arancelaria iniciada bajo la administración Trump refleja el choque entre dos modelos de desarrollo. Washington acusa a Pekín de prácticas comerciales desleales y robo de propiedad intelectual; China responde con medidas espejo y una narrativa de defensa soberana. Lo que comenzó como una disputa por aranceles hoy es un conflicto narrativo, tecnológico, financiero y, cada vez más, ideológico.

Así, estamos frente a un mundo que asiste con incredulidad al reposicionamiento de China. No se trata únicamente de una potencia económica, tampoco estrictamente tecnológica ni solamente militar, la visión de Xi es un proyecto civilizatorio que desafía el orden liberal occidental. El desenlace de esta disputa no está escrito, pero lo que sí es claro es que China -vuela- con acciones firmes y decididas hacia el centro del escenario global.

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