En los últimos meses hemos podido ser testigos de profundas reformas constitucionales y legales entre las que se encuentra aquella que planteó cambios inéditos y hasta hace algún tiempo impensables para el Poder Judicial de la Federación y para los poderes judiciales de las entidades federativas. Sobre las consecuencias que estas reformas traerán a nuestra República en el futuro se ha escrito mucho y ha quedado claro que existen importantes preocupaciones derivadas de los riesgos de que buena parte de esos efectos no sean precisamente positivos.
Como resultado impostergable de estas reformas, el próximo domingo viviremos un ejercicio inédito a través del cual se votarán una elevada cantidad de cargos dentro de los poderes judiciales tanto federal como locales (aunado a que en distintas entidades federativas se votarán cargos propios de otros poderes) siendo uno de los principales retos lograr que exista una buena participación ciudadana en aras de vivir una jornada electoral exitosa que deje patente el interés y entusiasmo ciudadanos que se afirmó dieron origen a estas decisiones “para renovar al poder judicial” y que de alguna manera se justifique la gran cantidad de recursos de todo tipo que se han invertido en la implementación de esta reforma.
En su más reciente reporte sobre los hallazgos en este tema, la consultoría Integralia afirma que esta elección enfrenta importantes retos, entre los que se encuentran:
- Persistencia del desinterés en las campañas.
- Bajo conocimiento de las candidaturas.
- Excesivos cargos y candidaturas (en promedio en la Ciudad de México cada votante elegirá 51 cargos de entre 293 candidaturas).
- Alta complejidad y tardanza en el conteo de votos (los cómputos se espera que duren 10 días).
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En este largo proceso electoral hemos podido notar las diversas formas en que las personas candidatas a estos cargos asumieron el rol que consideraron pertinente para convencer a la ciudadanía de su idoneidad para acceder a ellos, razón por la cual hemos podido ver estrategias de todo tipo.
No obstante, buena parte de esas personas han realizado importantes esfuerzos por explicar cómo la ciudadanía podrá ejercer su voto marcando las boletas el próximo domingo. Me parece que poder percatarnos de que esto prácticamente se convirtió en un patrón es una señal clara de lo complejo que será votar, lo cual, al añadirse a la poca participación esperada por parte de la ciudadanía, puede convertir a este ejercicio en uno que no logre los objetivos planteados por quienes propusieron estas reformas y que, en buena medida, se encuentran relacionados con que las personas que se conviertan en titulares judiciales lo hagan con un alto nivel de legitimidad.
Documentos tan relevantes como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 plantean claramente lo que se ha convertido en un principio en diversos países (no siendo la excepción México) respecto de que la ciudadanía pueda votar o ser votada “sin restricciones indebidas”. La acelerada implementación de una reforma del calado de la que se comenta corre el riesgo de generar “restricciones indebidas” por lo complejo que en esta ocasión será ejercer el voto por diversos motivos entre los que se encuentran la gran cantidad de cargos y personas candidatas, así como las restricciones presupuestales padecidas por las autoridades electorales, por ejemplo.
Hoy, el fantasma de la escasa participación ciudadana recorre nuestro país en una elección inédita que será un parteaguas para nuestra vida en democracia y para nuestro Estado de derecho. Esperemos que le vaya bien a nuestro país.