Los turistas vuelven masivamente a Barcelona
Barcelona es una de las ciudades que atraen a más turistas en Europa. Foto: AFP / Lluís Gene

Las vacaciones de Semana Santa fueron, para muchos, un regreso al pasado en Barcelona. Volvieron los turistas en masa y los ingresos para el sector, pero también las viejas preocupaciones de los vecinos, que lamentan que se haya desperdiciado la pandemia para repensar un modelo que consideran insostenible.

La ocupación hotelera durante esos días de abril, que alcanzó el 85%, según el Gremio de Hoteles de Barcelona, superó las expectativas del sector, acercándose incluso al umbral anterior a la crisis sanitaria.

“Hay una serie de lobbies económicos que desean llegar a ese nivel, y se está aproximando cada vez más. Cada vez más cruceros, cada vez más turismo, cada vez más masificación… Esto ha sido un choque después de dos años de pandemia”, lamenta Martí Cusó, miembro de la Asociación de Vecinos del Barrio Gótico.

Nacido en el corazón histórico de Barcelona, este profesor de Biología de 32 años reside desde niño en uno de los distritos más fotografiados de la ciudad. No hay ruta que no pase por estos callejones medievales, que durante la pandemia, con una caída del 76.8% de los visitantes en 2020, volvieron a ser solo de sus vecinos.

“De manera casi espontánea, la gente se reapropió de las plazas, los niños jugaban otra vez en la calle, nos encontramos otra vez”, cuenta sobre aquellos meses en los que muchos sufrieron también por el desplome de una actividad que suponía alrededor del 15% del PIB de la ciuda, de 1.6 millones de habitantes.

“La pandemia tuvo una cara muy negativa, evidenció que el monocultivo económico basado en el turismo generaba un montón de precariedad. La mayoría de vecinos que trabajaban en turismo se quedaron sin empleo de un día para el otro”, explica.

La crisis sanitaria impactó en Barcelona justo cuando acababa de anotar un récord de casi 12 millones de visitantes alojados en 2019, según datos municipales, cifra que podría duplicarse si se suma a cruceristas y turistas que dormían fuera de la ciudad o en apartamentos sin licencia para albergarlos. 

Un éxito para el sector que, sin embargo, seguía preocupando a una población que, dos años antes, a comienzos de 2017, llegó a señalar el turismo como el principal problema de la ciudad en una encuesta municipal.

“Hay que cambiar el modelo para volver a reconciliar a ambos mundos, no puede ser que tengamos la ciudad de la burbuja turística y la ciudad de la población local”, indica Francesc Muñoz, director del Observatorio de la Urbanización de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Con las populares Ramblas otra vez llenas de visitantes paseando y tomando sangría a precios disparados en sus terrazas, el Ayuntamiento de izquierdas, que ya aplicó en el pasado planes para limitar, entre otros, los alojamientos turísticos, acordó estudiar nuevas medidas. 

“El turismo es un activo económico, social, cultural importantísimo para Barcelona”, defiende el concejal de Turismo, Xavier Marcé, que reconoce igualmente los problemas de convivencia que comporta. 

“Lo que hay que hacer es optimizar los beneficios y controlar los perjuicios. Ese es el debate en el que están todas las ciudades europeas”, agrega.

Para reducir la presión, el consistorio se plantea medidas como restringir el acceso a las plazas con más aglomeraciones o limitar aún más la circulación de autobuses turísticos. 

Los vecinos reprochan, sin embargo, que Barcelona haya dejado escapar esta oportunidad única para reformular su propuesta. 

“No se han perdido dos años. Es muy difícil resolver los problemas del turismo cuando no hay turismo”, defiende Marcé.

El sol del mediodía cae con fuerza sobre la imponente Catedral. En un lateral de la explanada, Eva Martí apura su descanso antes de retomar la visita con el grupo al que muestra el centro histórico antes de llevarles de vuelta al puerto, donde les espera su crucero.  

Hace unos meses que esta guía de 51 años pudo, por fin, retomar su trabajo tras un periodo “durísimo” debido al corte abrupto por la pandemia.

Barcelonesa, entiende la inquietud de sus vecinos por el regreso masivo de visitantes, pero considera esencial buscar fórmulas para mantener una actividad que sustenta a mucha gente. 

“En estos 13 años en los que me dedico a esto, cada vez es mucho más difícil visitar la ciudad con turistas”, cuenta sobre las normas que impiden, por ejemplo, pararse a los grupos en algunas zonas o superar las 15 personas.

“Habrá que encontrar un equilibrio”, pide antes de reanudar la marcha. A pocos metros de allí, al otro lado de la Catedral, Martí Cusó coincide.

“Nosotros no estamos pidiendo cero turismo. Turismo va a haber, lo que tiene que ser es una ciudad diversificada, donde el turismo conviva con otro tipo de actividades económicas”, sentencia.

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