Así suena Marte
Las grabaciones también ayudarán a los científicos a determinar fallas mecánicas en el robot Perseverance. Foto: Cortesía NASA

Silencio y una atmósfera que transmite a dos velocidades diferentes los graves y los agudos: así son los sonidos captados por el robot Perseverance y el helicóptero Ingenuity en Marte.

Un nuevo estudio reveló cómo se dispersan los sonidos en la atmósfera marciana, marcada por una gran cantidad de dióxido de carbono, y la forma en la que viajan.

“Es un nuevo sentido en la investigación que nunca habíamos usado en Marte. Espero muchos descubrimientos, usando la atmósfera como fuente de sonido y el medio para su propagación”, declaró el astrofísico Sylvestre Maurice, de la Universidad de Toulouse.

El sonido de la perforación de un láser en el suelo marciano, así como las aspas del helicóptero Ingenuity son lo que se logró captar en este experimento, grabado con el micrófono de la súper cámara del robot Perseverance.

Entre los descubrimientos más importantes se encuentra que la velocidad del sonido en Marte es menor que en la Tierra: mientras aquí su velocidad es de 343 metros por segundo, en el planeta rojo es de 240 metros por segundo, si bien existen variaciones con las frecuencias de los audios.

De acuerdo con los científicos, estas variaciones son un efecto de la atmósfera fría y llena de dióxido de carbono de Marte. Otro resultado reseñable es que el sonido no recorre distancias amplias: mientras que en la Tierra un sonido podría decaer a los 65 metros de distancia, en Marte recorre solo 8 metros.

Pero si algo impera en la atmósfera marciana, es el silencio.

“En algún momento pensamos que el micrófono se había roto, pues todo estaba muy tranquilo”, apunta Maurice.

La presión atmosférica, dicen, es la responsable de ese ambiente calmo.

“Marte es muy silencioso debido a su baja presión atmosférica. Pero la presión varía con las estaciones. Estamos entrando a una temporada de presión alta y, quizá, el ambiente acústico en Marte será menos silencioso que cuando llegamos”, señaló el investigador Baptiste Chide, del Laboratorio Nacional de Los Álamos en Nuevo México.

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