Crunch time: el tiempo apremia para la defensa de Europa frente a Rusia

Jueves 15 de mayo de 2025

Crunch time: el tiempo apremia para la defensa de Europa frente a Rusia

Europa busca reconstruir su defensa territorial frente a Rusia, pero el reto es hacerlo en medio de la guerra, la fragmentación política, la debilidad económica y las tensiones internas.

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Europa busca reconstruir su defensa territorial frente a Rusia, ahora que se ha definido como el enemigo colectivo; sus pilares para hacerlo son la OTAN, Estados Unidos y Ucrania.

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Portada: La-Lista

Europa busca reconstruir su defensa territorial frente a Rusia, ahora que se ha definido como el enemigo colectivo; sus pilares para hacerlo son la OTAN, Estados Unidos y Ucrania.
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Es la hora de la verdad para los europeos: Reconstruir la defensa es la tarea clave de Europa. Pero este empeño entra en la fase más arriesgada a la que Europa se ha enfrentado en décadas: La fragmentación política, la debilidad económica y las tensiones geopolíticas se entrecruzan, creando un panorama volátil.

La distribución del poder en Europa sigue siendo cambiante: A nivel interno, Europa está plagada de liderazgos frágiles. Francia está consumida por el malestar interno, lo que limita su capacidad de liderazgo en la escena internacional. Alemania se acerca a unas elecciones cruciales, lo que debilitará políticamente a su gobierno durante semanas, si no meses. El gobierno británico se enfrenta a una sociedad cansada y a presupuestos vacíos. Otros países tendrán dificultades para liderar.

Al mismo tiempo, la agenda europea se configura de forma significativa desde el exterior. Aunque la guerra rusa contra Ucrania tiene un impacto particular en el orden de seguridad europeo, lo más probable es que los cambios de mayor envergadura sean inducidos por Washington, Moscú o Kiev, pero no por los gobiernos europeos.

La influencia de los actores externos refleja la incoherencia interna de Europa: el chiste de Kissinger sobre a quién llamar si quieres hablar con Europa sigue siendo válido: no existe un actor europeo. Esto es especialmente cierto en el caso de la seguridad y la defensa: siguen siendo dominio reservado de Estados y gobiernos. Las soluciones simples basadas en tales imágenes son sencillamente incorrectas.

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Europa tiene que tomar muchas decisiones críticas para configurar el orden de seguridad emergente en su propio interés. Al mismo tiempo, la unidad es difícil de alcanzar, ya que los Estados siguen divididos en cuestiones críticas, que van desde la seguridad a la política energética, pasando por la migración. Económicamente, Europa es vulnerable. El estancamiento, la inflación y la incertidumbre energética han mermado la resistencia, reduciendo la capacidad de hacer frente a crisis simultáneas.

Además, el sistema europeo de política y gobernanza no está preparado para hacer frente a estas condiciones: el tiempo juega en contra de los largos procedimientos europeos de toma de decisiones que garantizan la participación y el consenso.

Al mismo, el tiempo apremia: Algunos países de la OTAN prevén un riesgo creíble de agresión rusa contra territorio de la OTAN dentro de esta década. Si Europa no está preparada para defenderse en 2029/2030, disuadiendo así a Rusia de intentos serios de poner a prueba el Artículo V de la OTAN, la próxima guerra en Europa se hace cada vez más probable. Los acontecimientos clave a los que deben responder los europeos se producirán incluso antes: Desde el punto de vista temporal, el primer y más importante factor que determinará muchas opciones futuras es la toma de posesión del reelegido presidente estadounidense Trump y su política de seguridad hacia la OTAN, Europa y Ucrania.

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La guerra de Rusia y su creciente control sobre Bielorrusia han cambiado la situación geoestratégica en Europa. / Freepik

En el lado positivo, Europa parece estar desarrollando una nueva visión de la defensa. Además, la elección del nuevo Parlamento Europeo, la instalación de una nueva Comisión de la UE y la toma de posesión del próximo Secretario General de la OTAN son señales tanto de oportunidad como de responsabilidad, con una creciente disposición a dar prioridad a la defensa. Pero este nuevo impulso coexiste con viejos hábitos y mitos, especialmente en lo que se refiere a las potencialidades de la UE.

Todavía no existe una Europa cohesionada como actor en materia de seguridad. Lo mismo puede decirse de la UE: son los Estados miembros los que impulsan y obstaculizan el progreso.

Por lo tanto, el punto de partida para tomar buenas decisiones en tiempos de crisis es una comprensión adecuada del panorama de la defensa europea, que incluya el estado de las percepciones de las amenazas y las prioridades políticas entre los Estados y gobiernos europeos, así como el estado y el potencial futuro de las herramientas disponibles: capacidades, prácticas de adquisición, capacidades industriales y relaciones de cooperación.

Mayor coherencia entre los europeos frente a Rusia

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Los Estados europeos consideran ahora de manera uniforme a Rusia como la amenaza militar más inmediata, dando prioridad a la defensa territorial y a la disuasión. / Pexels

En la percepción de los riesgos de seguridad y las reacciones estratégicas, Europa se ha vuelto más cohesionada: La invasión rusa de Ucrania ha conformado la percepción en todos los países europeos de que Rusia es la amenaza más inminente, lo que supone un riesgo creíble de conflicto de alta intensidad en las fronteras orientales europeas de la OTAN.

Esto ha llevado a un cambio hacia la disuasión y la defensa territorial: la mayoría de los países planifican ahora sus contribuciones a la disuasión y la defensa territorial de las alianzas. Esto debe considerarse en relación con los treinta años de planificación y conducción de operaciones expedicionarias como principal razón de ser de muchas fuerzas armadas.

La disuasión y la defensa también influyen en la planificación defensiva de la OTAN, incluyendo el Nuevo Modelo de Fuerzas (NFM), los planes de defensa regional y, en consecuencia, el nuevo conjunto de capacidades militares necesarias.

La situación ha empujado a los Estados a considerar el refuerzo de sus capacidades en los dominios terrestre, aéreo y marítimo. La atención se centra ahora en la creación de capacidades para defender sus propias fronteras y regiones. Adaptaciones nacionales: Para lograr esta coherencia, los distintos países han recorrido un largo camino: Finlandia y Suecia han dado un giro significativo a sus políticas de seguridad y se han adherido a la OTAN.

Alemania, con su especial relación con Rusia, ha emprendido un cambio en su política de defensa y un programa de modernización masiva. Otros, especialmente los países del Este, ven reafirmada su política de siempre.

Recientemente, Italia ha consolidado su posición frente a Rusia, reconociendo que constituye una amenaza para la seguridad euroatlántica. Sigue existiendo un pequeño grupo de países atípicos: Eslovaquia y Hungría, dos países de la UE, y países no pertenecientes a la UE ni a la OTAN, como Bosnia y Herzegovina y Serbia.

Amenazas y riesgos más allá de Rusia

  • Amenazas híbridas: Además de las capacidades convencionales, los países se han centrado cada vez más en mejorar la ciberseguridad y la resistencia. Los ciberataques, las campañas de desinformación y el espionaje son preocupaciones destacadas en la evaluación de casi todos los países. Los Estados bálticos informan de un aumento de las intrusiones cibernéticas detectadas y de los intentos de operaciones de influencia. Los países de Europa Occidental también destacan la amenaza de la desinformación, que afecta a la confianza pública en los gobiernos y las alianzas.

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    Además de sus cuerpos militares, Europa debe mejorar la ciberseguridad y la resistencia a los ciberataques y las campañas de desinformación. / Pexels

  • Seguridad energética: Los países consideran la dependencia de las exportaciones rusas de energía como una vulnerabilidad estratégica. Varios informes nacionales muestran que se han acelerado los esfuerzos para diversificar las fuentes de energía, reconociendo que la seguridad energética se ha convertido en una parte integral de la seguridad nacional.

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  • Terrorismo e inestabilidad en las regiones vecinas: Los países del sur de Europa se ven amenazados por los flujos migratorios irregulares, los conflictos regionales en Oriente Medio y el Norte de África y el posible resurgimiento de grupos terroristas.
  • Mayor disposición a invertir en defensa: Aunque el alcance exacto varía, la mayoría de los países han señalado aumentos en los presupuestos de defensa, y muchos de ellos han incrementado su gasto en defensa en respuesta a la guerra de Ucrania. Algunos países, como Estonia, Grecia, Lituania, Polonia y Noruega, tienen previsto gastar mucho más del objetivo del 2% del PIB en un futuro próximo.

Desafíos comunes

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Reclutar personal suficiente y cualificado para sus fuerzas armadas, es uno de los principales retos de Europa. / Freepik

La industria europea de defensa sigue enfrentándose a cuatro retos fundamentales. El primero y más importante es la contratación y retención de personal cualificado. Al igual que los esfuerzos europeos para reclutar personal suficiente para sus fuerzas armadas, la industria se enfrenta a preocupaciones comparables.

Por otra parte, varios países europeos consideran que los cuellos de botella en la cadena de suministro y la dependencia de componentes y materias primas constituyen un reto importante para la seguridad del abastecimiento. Esto incluye las dependencias transatlánticas e internacionales.

En tercer lugar, la legislación de emergencia y la reflexión sobre la producción en tiempos de guerra y la gestión logística no se abordan ampliamente en Europa.

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Por último, como ha demostrado la guerra de Ucrania, la interoperatividad e intercambiabilidad de los bienes producidos en Europa sigue siendo problemática, a pesar de los esfuerzos de normalización de la OTAN. Hasta ahora siguen predominando en demasiados casos los requisitos de equipamiento nacionales, incluso cuando la consolidación de suministros proporciona una vía más fácil hacia una mayor homogeneidad.

Para algunas industrias de defensa, esto también plantea un problema de modernización: favorecer la capacidad y la modernización de la industria pondría a algunos proveedores de Europa Central y Oriental ante un dilema.

El cambio a los estándares de la OTAN sin aumentar la capacidad puede hacer perder mercados de exportación tradicionales que siguen dependiendo de equipos de la era soviética. Aquí entran en conflicto los objetivos de la seguridad del suministro nacional, por ejemplo en el mantenimiento de sistemas modernos, y los efectos económicos industriales.

Recomendaciones: el camino a seguir

  1. Gestionar múltiples focos geopolíticos: Europa debe seguir implicada en las crisis existenciales que plantean graves riesgos para su seguridad, ya que ello fomenta la unidad y la coherencia estratégica. Los dos puntos calientes más peligrosos e interconectados en la actualidad son Europa del Este y Oriente Medio. Los europeos deben reconocer que los conflictos de Oriente Medio pueden socavar una atención exclusiva a Ucrania.
  2. Apoyo continuo a Ucrania: Ucrania sigue siendo el más urgente de estos puntos calientes. Para garantizar que Ucrania pueda mantener su resistencia y negociar en sus términos, Europa debería proporcionar apoyo a largo plazo y abordar las carencias de capacidades para reducir la dependencia de Estados Unidos.
  3. Aclarar la gobernanza y seguir siendo pragmáticos: Para progresar es esencial que exista una clara división del trabajo entre la UE, la OTAN y cada uno de los Estados. Los gobiernos siguen siendo los principales actores en la disuasión y la defensa, pero cada organización tiene sus puntos fuertes. La OTAN debe liderar la definición de los objetivos de capacidades, mientras que la UE adapta sus instituciones y procesos de defensa a las prioridades de la Alianza.
  4. Actuar con cohesión ante los choques externos: Los Ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa de la UE y la OTAN deberían realizar ejercicios conjuntos basados en escenarios para prepararse ante los cambios en la política estadounidense. El antiguo “Plan A” (amplio apoyo norteamericano) se está desvaneciendo y está surgiendo el “Plan B” (mayores contribuciones europeas). Si se ve obligada a pasar al “Plan C” (autonomía para cubrir las carencias de capacidades), Europa deberá depender más de sus propios recursos, un escenario de último recurso para la mayoría de los europeos.
  5. Aglutinar los esfuerzos en materia de misiles: Las capacidades de defensa y ataque antimisiles, incluido el Ataque de Precisión Profunda (DPS), son prioritarias, junto con la arquitectura de sensores de apoyo y la infraestructura de mando y control. Europa debe colmar las lagunas en la disuasión basada en misiles tras décadas de declive.
  6. Capacitar a la Comisión Europea para superar las diferencias: La Comisión debería eliminar la división artificial entre la UE y la Europa ampliada en materia de defensa. Un nuevo planteamiento en materia de defensa podría adaptar la normativa de la UE para alinear los panoramas jurídico e industrial de Europa. El actual modelo fragmentado, que excluye a naciones militar e industrialmente relevantes como Noruega, Reino Unido y Turquía, crea ineficiencia.
  7. Superar la dependencia del camino y los mitos obsoletos: Europa, y en particular la UE, sigue afrontando los nuevos retos partiendo de supuestos económicos obsoletos centrados en la rentabilidad. y la eficacia militar. En algunos casos, estas narrativas carecen de base fáctica, como los recientes debates sobre la proporción de adquisiciones no europeas en Europa tras el inicio de la guerra de Ucrania. Un ejemplo es la afirmación de que Europa emplea 17 variantes de carros de combate mientras que Estados Unidos utiliza una, lo que se debe a la expansión de la UE y no a decisiones deliberadas. Es menos relevante ahora, ya que muchos tanques de la era soviética fueron transferidos a Ucrania, e ignora realidades urgentes de toma de decisiones, como la adquisición de tanques no europeos por parte de Polonia.

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