Un resort en Canadá estaría vinculado con el brote más grande de la variante P1 de Covid fuera de Brasil
Whistler, en la provincia de British Columbia, tiene casi 200 de los 877 casos confirmados en la provincia pero las autoridades sólo tienen una noción poco clara de la difusión de la variante.
Whistler, en la provincia de British Columbia, tiene casi 200 de los 877 casos confirmados en la provincia pero las autoridades sólo tienen una noción poco clara de la difusión de la variante.
Para los resorts de esquí, la primavera suele marcar la última oportunidad para que los visitantes se diviertan antes del final de la temporada.
Pero en el resort más famoso de Canadá, las góndolas se encuentran detenidas, y las pendientes retumba un silencio escalofriante.
Las autoridades de la provincia cerraron el resort de esquí Whistler Blackcomb a finales de marzo, después de notar que la P1, la altamente infecciosa variante del coronavirus que se originó en Brasil, se esparcía a toda velocidad en la comunidad.
Conforme las provincias de Canadá rompen récords de nuevos casos del virus, los expertos se preocupan cada vez más por la rápida y amplia propagación de las variantes. Con 877 casos confirmados de la P1, la provincia de British Columbia ahora es el centro del brote secuenciado de la variante más grande del mundo fuera de Brasil, y casi un cuarto de esos casos pueden vincularse con Whistler.
Se cree que la P1 es una mutación altamente infecciosa del virus que aparentemente es más letal entre los jóvenes y tiene la capacidad de reinfectar a las víctimas. En Brasil, la variante P1, junto con la baraja de fracasos políticos, impulsó el colapso absoluto del sistema de salud del país.
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También se infiltró en los países vecinos en Sudamérica.
Pero los expertos están impactados con el enorme cúmulo de Whistler, un resort alpino en las Montañas Costeras de British Columbia. Aún no se sabe cómo llegó la variante: ninguna de las 84 personas inicialmente señaladas al inicio del brote en Whistler reportó viajes fuera de Canadá.
Nora Reid, una trabajadora de la hospitalidad de 22 años en Whistler, no sabe qué versión del virus contrajo a mediados de marzo, pero sí sabe que la dejó con intenso dolor corporal “dentro de los huesos” y una abrumadora fatiga que la mantuvo en cama durante varios días.
Los trabajadores jóvenes como Reid, cuyo nombre fue cambiado por privacidad, constituyen la mayoría de los casos de coronavirus en Whistler. Las autoridades de salubridad han intentado sin éxito controlar tres brotes distintos desde enero, y ya vacunaron a muchos empleados del resort, pero ni así han logrado reducir los casos nuevos.
“Todos sentimos que podríamos ser los siguientes”, dijo Peter, un empleado de mantenimiento que se infectó con el virus días después de obtener su vacuna a mediados de marzo. “Las personas vienen aquí de todas partes, eso hace que este lugar sea lo que es”.
El brote de P1 ya se esparció por toda la provincia y llegó hasta Alberta. Se sospecha que infectó a 21 jugadores del equipo profesional de hockey de Vancouver, los Canucks.
Pero debido a que la provincia retrasó la búsqueda de variantes, las autoridades aún no tienen una imagen clara de la difusión del virus.
Jean-Paul Soucy, un candidato a Doctor en epidemiología y cofundador del Covid-19 Canada Open Data Working Group, dijo que British Columbia está retrasada en comparación con otras provincias en la capacidad de rastrear el porcentaje de casos que involucran variantes.
“También hay un poco de mala suerte. Pero el hecho de que vayamos tarde en la implementación de medidas de cuarentena más fuertes en la frontera probablemente no ayudó”, dijo- “Si esas medidas se hubieran establecido meses antes, tal vez esto se hubiera frenado o evitado”.
La famosa escasez de viviendas en Whistler probablemente también ayudó al esparcimiento.
“Debido a que las rentas son tan caras, hay personas viviendo en clósets y a veces hay hasta ocho personas en un solo hogar”, dijo Reid, que comparte un departamento con otras tres personas.
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Ella intentó aislarse en su habitación después de desarrollar síntomas, pero todos sus compañeros se infectaron, incluyendo a uno que ya había recibido la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca.
“La mayoría de nosotros no puede trabajar desde casa. Tenemos que salir a trabajar en la primera línea para servir a las personas”, dijo. “Es muy difícil aislarse cuando la mayoría de las personas vive con otras ocho”.
En una movida que complica más los esfuerzos para rastrear al virus, British Columbia anunció la semana pasada que ya no examinará todos las pruebas positivas de Covid-19 para encontrar variantes.
“Sólo asumiremos que los casos positivos son variantes. Tenemos que asumir que cualquier persona que dé positivo por Covid-19 debe tratarse como si tuviese alguna de estas altamente contagiosas variantes”, dijo la Dra Bonnie Henry, secretaria de salud de la provincia.
En su lugar, la provincia monitoreará por motivos de vigilancia y para buscar posibles reinserciones y fallos en la vacunación.
Pero los expertos dicen que la secuenciación nos da una idea crucial de cómo se esparce una variante.
“Esta variante bestial saldrá de quién sabe donde si no tenemos la secuenciación para capturarla. Por eso temo que cuando dejen de secuencias muchos de estos casos, perdamos información importante, y mucha de la información restante se va a retrasar”, dijo Eric Feigl-Ding, un epidemiólogo de Washington e importante miembro de la Federation of American Scientists.
Feigl-Ding señala el trabajo de secuenciación crucial en el Reino Unido y Dinamarca durante el año pasado, gracias al que descubrieron que mientras descendían los casos en general en sus países, la variante B117 se esparcía más, y le daba al público una sensación de éxito falsa.
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“Si no hubieran hecho todas esas secuenciaciones, tendrían la falsa esperanza de acercarse al fin de la pandemia”, dijo. “Si tienes una variante más contagiosa liderando la epidemia, no quieres luchar a ciegas contra ella”.