Ficción en otro idioma
Futuros alternos

Es escritor, periodista, locutor, productor de radio y gestor cultural. Sus textos han aparecido en catálogos como Crafting our Digital Futures (Victoria & Albert Museum) y Do Flex Text (Buró Buró).

Ha escrito para Vogue, RollingStone, Revista 192, Esquire, Código, El Universal, entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Milenio Televisión, Bullterrier FM y Aire Libre FM.

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Ficción en otro idioma

Las lenguas indígenas también

son lenguas modernas. SépanloYásnaya Elena A. G
(Gracias por los consejos, Yásnaya)

Esto que lees es una historia de colaboración exitosa.

Fueron necesarias varias cosas: la primera, un verdadero ejercicio de autocrítica y como producto de éste, un esfuerzo por mover los andamios de toda una estructura burocrática. Luego: el trabajo diario de un grupo de personas que desde sus distintas disciplinas entendieron que la colaboración era necesaria: al final entre más personas involucradas mejor puede ser el resultado.

El resultado: una app que gracias a su éxito logró que el número de hablantes de kiliwa, lengua indígena que contaba hasta antes de esta columna con apenas 46 hablantes según el gobierno de México tenga ahora la posibilidad de sobrevivir y dejar de ser una de las 68 lenguas mexicanas en peligro de extinción.

Todo: gracias a que esas personas se aliaron con expertos en tecnología en colaboración con la empresa DUOLINGO, lograron replicar el modelo de negocio de dicho emporio -en este caso, aún sin fines de lucro- para replicar el modelo que hace a la gente querer aprender a hablar una lengua. Hoy, gracias a este ejercicio, la gente puede elegir aprender desde su teléfono con apenas unos minutos diarios, lenguas como el inglés, el francés, el portugués, el español y hoy: el kiliwa.

No lo sabemos aún pero, algo nos dice que hay futuro para el kiliwa.

Esto que leíste es una ficción sobre una colaboración exitosa. No pasó, no ha pasado y dista mucho de pasar.

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La realidad de las cosas es mucho menos divertida y tiene menos ritmo. El kiliwa, lengua originaria nacional, tiene menos de 50 hablantes concentrados en Baja California. Ese es solo un ejemplo: la realidad es que México es un país con 69 lenguas en el que se habla mayoritariamente una: el español. Las demás, en términos numéricos son poco relevantes. De nuevo: en términos numéricos. Y es que: es obvio que el Estado™, históricamente ha discriminado las lenguas. No existen. Las hemos matado: desde la colonia hasta nuestros días, no solo las hemos llamado por otros nombres -como con ese imbécil sustantivo “dialecto”- y expulsado a otros lugares: esos en los que no estamos y no nos interesa estar: el interior de las casas de quienes las hablan donde solo pueden seguir existiendo porque “afuera” no es opción.

Incluso nos hemos reído y hay quien sigue riendo de ellas.

Dice Yásnaya Elena Aguilar en “ÄÄ: MANIFIESTOS SOBRE LA DIVERSIDAD LINGÜÍSTICA”: “son muchas las razones para aprender una nueva lengua pero solo hay una para querer dejar de hablar una, sobre todo si es lengua materna: la discriminación a la que los hablantes de esa lengua han sido sujetos” y en ello, además de un diagnóstico nos deja un juicio necesario: somos asesinos de lenguas y seguimos sin entenderlo. Porque la mayoría de nosotros se regocija ante la riqueza cultural de nuestro país pero no se ha esforzado nunca por conservar a partir de la práctica una de sus lenguas, todas exactamente igual de modernas como el español, el inglés o el alemán. Porque con la práctica constante de un idioma extranjero -cuyo aprendizaje es privilegiado desde la educación primaria- sesgamos la oportunidad de que otros mundos lingüisticos sigan existiendo; porque además de educar a nuestros descendientes en escuelas que garantizan la formación trilingüe o políglota en idiomas ajenos aquí -sin acento, además-, permitimos que 68 lenguas indígenas que cuentan nuestra historia mueran lentamente.

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El libro Yásnaya Elena A. Gil de Almadía Editorial, se encuentra disponible
en todas las librerías del país.

Cuando era niño escuché muchas veces a las empleadas del hogar de mis vecinos hablar un idioma que no entendía. El sonido siempre era dulce y siempre, secreto. Ellos, Raquel y César, que son mis tíos adoptivos, lo hablaban con ellas. Ellos: al igual que mis papás, originarios de Hidalgo, lo conocían y lo compartían con ellas. Ellos, a diferencia de mis papás, tenían un lazo adicional con el mundo. Ellos: hablantes de náhuatl, lo hablaban con ellas y con ello, de alguna manera, no sólo lo perpetuaban: también lo celebraban. La vida me hizo ser el hermano “adoptivo” mayor que regularizaba a sus hijos para que hablaran propiamente inglés. Nunca náhuatl. Nunca hasta ahora he sabido cómo hablarlo. Sin pretenderlo, me dieron una lección.

Hace años cuando entré a la universidad, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM en la CDMX, intenté aprender náhuatl. Mis horarios de trabajo y estudio no cuadraban. No lo necesité: era suficiente hablar inglés y traducir algún otro idioma -en mi caso el francés- para poder completar los créditos.

Pienso en Duolingo y me es inevitable imaginar un momento en el que una empresa así se acerca a un gobierno como el nuestro -o al revés-, invitan gente, o la gente se suma: lingüistas, expertos, maestros y entonces del todo; del esfuerzo, existe un proyecto y un día nos damos cuenta de que existe una app, descargable, gratuita o por pago, con la que puedes aprender a hablar -y con ello perpetuar- una de las 68 lenguas indígenas de este lugar llamado México.

Y así salvamos el kiliwa o una de las otras 68 lenguas en peligro de este país que somos.

Pero eso no ha pasado. Aún.

Esto que leíste es un sueño personal. Reducido e ínfimo porque las opciones tecnológicas son infinitas pero las muestras reales de algo así casi nulas.

Pero sirvan las palabras para soñar.

¿Pasará?

Ojalá.

Espero.

Cualli tonalli.

Cualli teotaqui.

Cualli tlapoyohualti.

Esto es náhuatl.

No importa la hora del día en que leas esto o que no sepas qué significa; importa que siempre haya alguien que pueda entenderlo.

  • ÄÄ: MANIFIESTOS SOBRE LA DIVERSIDAD LINGÜÍSTICA de Yásnaya Elena A. Gil es publicado por Almadía Editorial y se encuentra disponible en todas las librerías del país.

Miguel Ángel Ángeles es escritor, periodista, locutor y productor en Aire Libre 105.3 FM y gestor cultural. Ha escrito para medios como Vogue, RollingStone, Esquire, Código,  El Universal entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor y Bullterrier FM. No habla lengua indígena alguna pero tiene planes para comenzar a aprender.

Mail: [email protected] / Twitter: @mangelangeles / IG: @miguelangelangeles


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