La desigualdad comienza en el aula
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La desigualdad comienza en el aula
El próximo puente es por la conmemoración de la Revolución Mexicana. Foto: Pixabay.

No es novedad que antes de que el virus Sars-Cov2 llegara a Latinoamérica, ya viviamos en la región más desigual del planeta. 

Lo que hizo este organismo fue solamente incrementar la desigualdad en cuestiones laborales, de género (ayer tuvimos toneladas de datos al respecto), de acceso a la salud y también a la educación. 

Un nuevo estudio publicado por UNICEF concluye lo que muchos en América Latina y el Caribe sospechaban: los niños han perdido más escolaridad durante la pandemia que en cualquier otra zona del mundo. 

En total, 60% de los niños en todo el mundo que han perdido un año escolar completo se encuentran en América Latina. En promedio, las escuelas de la región han estado completamente cerradas durante 158 días. 

“Los niños aquí han estado fuera del aula más tiempo que cualquier otro niño del mundo”, dijo Jean Gough, director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe. “En muchas partes del mundo, las escuelas son las primeras en reabrir y las últimas en cerrar. Pero en América Latina y el Caribe, las escuelas suelen ser las últimas en abrir y las primeras en cerrar ”.

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Escribo esta columna mientras mi hijo Bruno termina sus últimas entregas en Classroom de su clase de Matemáticas de segundo grado de primaria. Se quita los auriculares furioso y me promete que cuando termine la pandemia “nunca más quiero entrar a una reunión de Zoom. Lo odio”. 

Ya lo había adelantado otro informe de la ONU, que señala que mantener las escuelas cerradas puede tener consecuencias devastadoras no solo en el aprendizaje (lo cual no es menor en una región donde la educación está desfasada y con mínima inversión e innovación) sino también en el desarrollo de habilidades sociales, el bienestar general y el desarrollo psicoemocional. Los más desfavorecidos, aquellos que no tienen acceso al aprendizaje en línea, corren un mayor riesgo de no regresar nunca a la escuela y, en cambio, ingresar a la fuerza laboral.

“Cuando las escuelas no están abiertas, los niños no pueden desarrollar habilidades transferibles, como la capacidad de trabajar en equipo, comunicarse, tener empatía, respetar la diversidad y otras habilidades clave para la ciudadanía activa”, dijo Margarete Sachs-Israel, asesor regional en educación de UNICEF.

La pandemia también ha profundizado los ya elevados niveles de desigualdad en la educación. Los niños de familias de bajos ingresos a menudo no pueden acceder al aprendizaje remoto (vía televisión) y las escuelas públicas no tienen la infraestructura y los recursos para reabrir inmediatamente de manera segura. 

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En muchas comunidades los niños tienen que tomar clases y pedir ‘apoyo’ a sus familiares que son analfabetos. Pero la escalera educativa tiene más peldaños hacia un sótano brutal: según Unicef, hay 85 millones de niños que no tienen acceso a la escuela ni a la educación precaria que ofrecen los planes remotos y podrían estar en riesgo no solo de educación sino de desnutrición, porque las escuelas eran lugares donde al menos una vez al día tenían alimento. Y con el aumento de la pobreza (un retroceso de 20 años en 11 meses) unos 300 mil niños latinoamericanos están abandonando su precaria ‘escuela en casa’ y se han visto obligados a trabajar. 

Nuestras proyecciones muestran que existe el riesgo de que 3,1 millones de estudiantes abandonen definitivamente sus estudios en América Latina y el Caribe”, agrega el reporte desgarrador de Unicef. 

Sudamérica en su mayoría reabrió escuelas desde la semana pasada: su ciclo escolar es de marzo a diciembre. Hay países con sistemas de ‘burbujas’ (como Argentina) donde dividen a los estudiantes en dos grupos y asiste el 50% del salón una semana a la escuela mientras sus compañeros toman las clases remotas y a la siguiente semana se invierten los equipos. El personal educativo (salvando los casos de vacunaciones ‘vip’) fueron vacunados. 

Valdrá la pena ver de cerca esos modelos regionales y cercanos (con las mismas deficiencias y precariedades de México) para saber si podría la SEP replicarlas al menos en el siguiente ciclo escolar.

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