Victoria Esperanza
FrancoTirador

Nacho Lozano es periodista y autor. Ha sido reportero y presentador de noticias para radio, televisión e internet desde hace dos décadas; editor y columnista en diversos medios impresos nacionales e internacionales. Es presentador de Noticias Telemundo. Twitter: @nacholozano

Victoria Esperanza
Foto: Agencia EFE.

Victoria Esperanza, qué paradójicos nombres para la circunstancia. Porque esta mujer salvadoreña asesinada por cuatro policías de Tulum, Quintana Roo ni se alzó con una victoria siendo una contra cuatro, ni tuvo esperanza frente a brutalidad que la llevo a la muerte.

Videos muestran los momentos erráticos de Victoria Esperanza Salazar dentro de una tienda. Toma un garrafón, lo arroja, camina hacia algunos clientes, gira, se dirige a los cajeros a quienes amaga y luego sale. Los trabajadores de esa tienda se encierran dentro una vez que Victoria Esperanza sale para ser detenida por los policías (en serio que no sé si llamarlos así, porque “policía” significa una cosa muy distinta a lo que esos resultaron) que la someten y es entonces cuando se encuentra con su destino: primera y segunda vértebras rotas por la rodilla de la policía le puso en la espalda y la llevó a la muerte.

He leído desafortunados comentarios en redes sociales que parecieran justificar el trato: “Pero estaba como drogada”, “Qué haces con alguien tan violenta”, “Eran cuatro contra uno porque ella estaba incontrolable”. No, nada justifica el que estos presuntos feminicidas (y presuntos policías) la hayan tratado así. Nada justifica el no respetar los protocolos diseñados para estas circunstancias, a pesar del desorden y la agresividad, Victoria Esperanza debió haber sido neutralizada respetando su vida y derechos humanos. Ahí radica la grandeza de un policía.

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Sin embargo la dejaron medio muerta en el piso. Llena de arena en el rostro Victoria Esperanza dejó de responder. “Ándale, levántate”, le dicen los policías, “Acaba de mover la boca, está viva” dijo la que le puso la rodilla encima. Un joven que pasaba por la escena y la grabó se oye diciendo “La mataron”.

Los policías la levantaron como si fuera un costal de cualquier cosa y la botaron en la parte trasera, la batea, de la camioneta policiaca. Ahí la echaron entre basura y conos de tránsito. Nadie la reavivó, nadie la asistió, a nadie le importó.

Rosibel Arriaza, la madre de Victoria Esperanza, fue entrevistada por los colegas reporteros y dijo envuelta en lágrimas “Siento indignación, me siento impotente, me siento frustrada, yo hubiera querido estar allí como madre”. ¿Cómo se sentiría usted como madre, hija, hermano o amigo de alguien que muere así? No quiero imaginar el dolor de esta señora al reconocer el cadáver de su hija. Dos hojas de 15 y 16 años quedaron huérfanas. 

Para ser franco, me duele.

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