Mis colegas, los no vacunados
Diagnóstico Reservado

Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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Mis colegas, los no vacunados
Foto:AFP

Hace más de 20 años que dejé de ejercer profesionalmente como clínico y me dedico a otra cosa. Aún así, durante estos años, decenas de pacientes se las han arreglado para que yo los trate por algún padecimiento. Dada mi formación, sigo atendiendo a todos y cada uno de los pacientes de trauma que me encuentro en el camino, producto mayoritariamente, de accidentes automovilísticos.

Sin embargo, vivo aislado desde hace más de un año y por eso mi proceso y turno de vacunación, debe de ser el de cualquier otro ciudadano “normal”, ya que no he atendido pacientes como sí lo hacen mis colegas. Ellos, todos, deberían ya haber sido vacunados.

Mañana se cumplen 100 días de la administración de la primera dosis de las vacunas contra Covid en México; y hasta el momento los profesionales privados de la salud han sido mayoritariamente relegados. De hecho, muchos de los empleados en el sistema de salud pública de México tampoco han recibido una sola dosis de vacuna.

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Existen historias aisladas y anécdotas de médicos privados que han sido incluidos en la vacunación en algunos de sus estados, pero no existe una política formalmente establecida para tomarlos en cuenta y mucho menos, planes de acción para que esto se les facilite.

La política de vacunación contra Covid del gobierno federal, fue diseñada de una manera terriblemente ambigua respecto a la inmunización de los profesionales de la salud y es claro que nunca se incluyó a quienes trabajan en la medicina privada. Prueba de ello es que el inicio del proceso se hizo exclusivamente dirigido a los empleados de los sistemas de salud y que estuvieran incluidos en complicadas listas redactadas por sus directivos. Esto generó una gran cantidad de problemas en un inicio.

De alguna manera, las autoridades se las ingeniaron para establecer una acción discriminatoria basada en los profesionales que se incluían en la llamada “primera línea” de atención a pacientes Covid; es decir, todos aquellos que tenían contacto con los pacientes graves en terapia intensiva o aquellos (no todos) que estarían realizando diagnósticos en el área de triage.

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Esta táctica puede ser entendible en un inicio, cuando el proceso de vacunación está arrancando y esos profesionales deberían ser los primeros en ser vacunados. Sin embargo, 100 días después, es completamente absurdo que muchos médicos, personal de enfermería, auxiliares, intendencia, laboratoristas, paramédicos y una buena parte del personal administrativo no esté simplemente considerada. Lo peor: que exista una abierta discriminación hacia aquellos que no trabajan en la medicina institucional.

En la mayoría de los países, donde sí existe una estrategia clara para el proceso de vacunación, los profesionales de la salud fueron incluidos desde un inicio sin distinciones. El sistema se las arregló para administrar vacunas tanto a los ancianos, como a todos los médicos y personal de salud involucrados en atender a cualquier tipo de pacientes y no solo a aquellos de la “primera línea”.

En los Estados Unidos, incluso van más allá y los llamados “primeros respondientes” (policías, bomberos, etc.), los cuidadores profesionales, familiares o personas que ayuden a pacientes con discapacidad son automáticamente considerados.

Personalmente, conozco a más de 15 profesionales en los Estados Unidos, entre médicos de prestigiosos hospitales, enfermeras y paramédicos que ya han sido vacunados desde hace meses. Un par de ellos dan consultas privadas. Ninguno atiende pacientes de la mal entendida “primera línea”. Simplemente son profesionales de la salud que tienen contacto todos los días con pacientes que le respiran frente a sus caras.

Hugo López-Gatell ha hablado de “acuerdos” con las autoridades de salud de cada uno de los estados para que se generen listas y censos de el personal de salud privado. Desconocemos para qué servirán estas listas, ya que no existe una metodología para utilizarlas o una calendarización para vacunar a este personal.

Lo verdaderamente perverso de esta propuesta es que, cada uno de los interesados debe demostrar el tipo de riesgo al que está sometido. Además de ser verdaderamente absurdo, ya que no existe una forma sistematizada de medir el riesgo (un médico o enfermera de un consultorio de una farmacia pueden contagiarse con un solo paciente), esta (nueva) política es, como lo menciono arriba, simplemente discriminatoria: como no eres un empleado federal o estatal, debes reunir las pruebas suficientes de que tu vida puede estar en peligro.

En cada mención sobre el tema el subsecretario se las ha arreglado para dar pretextos como los “cálculos” de riesgo realizados por su grupo de expertos. Con base en ello, López-Gatell ha hecho comentarios del nivel de qué algunos médicos, como los dermatólogos, tienen el mismo riesgo de contagio que “un repartidor de comida rápida”. Aún concediendo que semejante cálculo existiera, no se ha publicado una sola metodología, ni tabla, ni calculadora de riesgo ni nada. Simplemente se les niegan las vacunas.

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México tiene el primer lugar en el mundo en mortalidad de profesionales de la salud por Covid. Esto no parece interesarle ni preocupar a las autoridades. Tras 100 días vacunando, es claro que la táctica del gobierno consiste en dejar que el tiempo pase y estos médicos vayan siendo vacunados dentro de sus grupos normales de edad como todos los “ciudadanos de a pie”.

La vacunación a los profesionales que trabajan en el sector privado debería ser tan sencilla como mostrar su cédula profesional o un comprobante de que son empleados de algún hospital, clínica, consultorio, etc. Esto es lo que se ha solicitado en otros países donde el objetivo es vacunar a la mayor cantidad de gente en el menor tiempo posible. En México, lo que se busca es tener control de las vacunas, sin embargo, si no somos capaces de llevar un control de lo más básico, mucho menos de algo tan caótico como profesionales de la salud que trabajan por su cuenta.

En otros espacios he mencionado que México no tiene una estrategia de vacunación. Lo único que tenemos es una política creada a partir de un amasijo de tácticas diseñadas para operar entre las grandes deficiencias y carencias operativas de nuestro sistema.

La falta de visión (o la malicia) terminaron negando la existencia de profesionales de la salud, más allá de los empleados gubernamentales, que están expuestos a contagio por pacientes con covid.

Mañana serán 100 días vacunando. El personal de salud privado sigue sin vacunas. Sigue contagiándose y sigue muriendo.

*El autor es Médico Cirujano y Analista en Políticas de Salud.

@Strat-Cons

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