Los trabajadores de Amazon se están levantando en todo el mundo para decir: basta
"Amazon es responsable de lo que sucede en los lugares de trabajo que conforman su imperio global, y debe rendir cuentas en todas sus regiones". Foto: Lev Radin / Pacific Press / Rex / Shutterstock

Amazon, la corporación más poderosa del mundo, es un iceberg. Los usuarios y los consumidores ven su punta: las tiendas, el servicio de streaming, los paquetes. Pero debajo de la superficie se encuentra una enorme infraestructura, que se extiende a través de los continentes, uniendo producción, distribución y entrega. Un sistema transnacional complejo, poblado por trabajadores de todo el mundo cuyo trabajo impulsa las ganancias de Amazon.

Jeff Bezos, su director ejecutivo y fundador, es el hombre más rico del mundo e intenta disimular este sistema con la comodidad y el entretenimiento que ofrecen sus servicios. La razón es igualmente clara e indignante. Desde las fábricas donde se producen los productos que vende, hasta las puertas donde se entregan, la infraestructura global de Amazon se mantiene unida gracias a la explotación de quienes la operan.

A lo largo de la cadena de suministro de Amazon, el gigante de Bezos viola la seguridad, dignidad y privacidad de los empleados, poniéndolos a trabajar en lugares de trabajo diseñados para exprimirles la mayor cantidad de trabajo por la menor cantidad de dinero posible. Pero los trabajadores no se cruzan de brazos. Con el apoyo de una constelación de aliados progresistas, existe resistencia laboral en todo el mapa global de Amazon, con huelgas y protestas desde España hasta Sao Paulo, desde Delhi hasta Berlín. El Black Friday del año pasado, cuando el escrutinio sobre las prácticas antisindicales de Amazon, el impacto ambiental, la evasión fiscal y la seguridad de los trabajadores se intensificó en Europa y Estados Unidos, UNI Global Union, IndustriaALL, Progressive International, Oxfam, Greenpeace y decenas de organizaciones de la sociedad civil, ambientalistas y observadores fiscales organizaron acciones de protesta en 12 países, unidos bajo el lema Make Amazon Pay.

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Con la ayuda de importantes informes en medios sobre condiciones de trabajo peligrosas e incluso inhumanas, este activismo echa luz al trato que Amazon da a los trabajadores que guardan, almacenan y clasifican sus paquetes distintivos. Como resultado de ello, los esfuerzos de la corporación por ocultar su conducta en esta parte de su imperio global están fallando. En Reino Unido, donde la mayoría de los trabajadores de Amazon están empleados en los llamados “Centros de Distribución” de la corporación, un sondeo a fines del año pasado revela que apenas 24% de los encuestados creía que Amazon trataba a sus trabajadores de manera justa. En EU, donde Amazon operó para socavar una campaña gremial en Alabama con tácticas que, según los líderes sindicales, impidieron elecciones libres y justas y violaron la ley federal, casi el 80% de los encuestados apoyó la lucha de los trabajadores de almacén.

También en la parte de entrega del imperio de Amazon, los trabajadores se resisten al maltrato de la empresa. Los trabajadores de reparto en India recientemente hicieron huelga en Bangalore, Delhi, Hyderabad y Pune, exigiendo mejores salarios y beneficios para los empleados. Durante una huelga nacional pionera en Italia, el 75% de todos los trabajadores de Amazon en el país dejaron de trabajar, lo que reunió a los trabajadores de almacén y reparto en un ejemplo inspirador de solidaridad entre cadenas de suministro. Recientemente, la indignación avasalladoramente compartida de los trabajadores que tienen que orinar en botellas debido a la falta de un tiempo de descanso adecuado se volvió viral, lo que llevó a los trabajadores de reparto a un frente común contra Amazon y ayudó a expandir la concepción del público sobre la fuerza laboral de la empresa.

Sin embargo, una parte crucial de la infraestructura global de Amazon permanece en gran parte oculta. La tienda Everything Store no solo vende, almacena y envía productos, sino que también los produce y suministra directamente. La corporación posee más de 400 marcas privadas y vende una amplia gama de productos, desde prendas de vestir hasta dispositivos electrónicos. Desde e-readers de Kindle hasta su creciente imperio de la ropa, Amazon es ahora el principal minorista de moda en los Estados Unidos: las marcas de Amazon se basan en una extensa red de unas 1,400 fábricas en todo el mundo.

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Ubicados principalmente en países del sur global, los trabajadores de estas fábricas suelen trabajar en condiciones extremas. En las fábricas chinas que producen dispositivos Amazon como Echo y Alexa, las investigaciones han revelado numerosas prácticas ilegales, desde interminables turnos nocturnos hasta pagos insuficientes. El año pasado, la ausencia de medidas adecuadas de salud y seguridad en una fábrica de Guatemala que produce prendas para las marcas de Amazon provocó un enorme brote de Covid que puso en peligro la vida de cientos de trabajadores. Como reveló un informe reciente del Worker Rights Consortium, Amazon se encuentra entre varias multinacionales poderosas que se niegan a asegurarse de que los trabajadores de las fábricas despedidos durante la pandemia reciban indemnización por despido que aún se les debe.

Amazon es responsable de lo que sucede en los lugares de trabajo que conforman su imperio global, y debe rendir cuentas en todas sus regiones. Los propios trabajadores están a la vanguardia de la lucha para que esto suceda. Al igual que los trabajadores de almacén y reparto, los trabajadores de las fábricas en la última parte no visible de su sistema global de explotación, se enfrentan a la corporación. Los trabajadores textiles sindicalizados que perdieron sus puestos de trabajo en octubre, cuando el proveedor de Amazon Global Garments, cerró, exigen la reapertura de la fábrica, la recontratación de los 1,200 miembros del sindicato y pagos atrasados. En Camboya, extrabajadores del proveedor de Amazon Hulu Garment exigen a Amazon que garantice la indemnización total en adeudos legales.

Los trabajadores de la cadena de suministro de Amazon comparten la misma lucha. Ganarla requiere que se unan en solidaridad y aprovechen su poder colectivo. En noviembre, trabajadores de fábricas en Bangladesh se unieron a las protestas de trabajadores de almacén en muchos países y simpatizantes del público durante la movilización planetaria en el Black Friday. El miércoles, los trabajadores de la fábrica Hulu Garment en Phnom Penh, Camboya, y la fábrica Global Garments en Chittagong, Bangladesh, encabezaron un día de acción mundial para que Amazon pague a todos sus trabajadores.

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Amazon debe pagar a todos sus trabajadores, dondequiera que residan, sea cual sea su ocupación. Y, en última instancia, hacer que Amazon pague es parte de una lucha mucho mayor para ganar otro mundo. Uno en el que los circuitos comerciales globales no están orientados hacia la riqueza y el poder de los multimillonarios y accionistas, sino hacia la salud y la felicidad de las personas trabajadoras que los gestionan.

*Valter Sanches es secretario general de IndustriALL Global Union, Christy Hoffman es secretaria general de UNI Global Union y Casper Gelderblom es coordinador de Make Amazon Pay para The Progressive International.

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