Reforma constitucional ¿Por el bien del pueblo? ¿Por el bien general?
Corto Circuito

Víctor es doctor en ciencias, es un liberal apasionado del sector energético y de la lucha contra el cambio climático, es vocero de la Plataforma México Clima y Energía y socio de la consultoría especializada Perceptia21 Energía. Twitter: @vicfc7

Reforma constitucional ¿Por el bien del pueblo? ¿Por el bien general?
AMLO celebró la compra de la refinería Deer Park. Foto: Presidencia

La semana pasada el presidente de la república dijo en una de sus conferencias matutinas que intentaría realizar la reforma constitucional: “por ejemplo, tenemos que resolver el problema de la falta de apoyo a la Comisión Federal de Electricidad, y tenemos que cuidar quedo nos falte la luz y que no aumente el precio de la luz, y para eso necesitamos una reforma constitucional”.

Más allá del precio de la energía (la energía limpia generada por privados cuesta hasta un cuarto del costo promedio de CFE), hay algunas cosas que valorar de las palabras presidenciales:

El presidente es claro, quiere apoyar a CFE, mantener sus costos no bajar el precio de la energía electricidad (que es altamente posible). Recordemos que comparado por ejemplo con Estados Unidos es alto (a reserva de las tarifas subsidiadas, que son un espejismo). No quiere un sector eléctrico competitivo, fuerte, sustentable, sino apoyar a CFE.

El presidente cree que CFE es la empresa más barata y que sin ella el precio de “la luz” no subirá. Esto además de ser un mito, refleja que una creencia muy común en los mexicanos, que identifican al capitalismo como el crony capitalism, o sea que ve al privado como un gandalla caro y abusivo. Eso se corrige con esquemas y regulación eficiente, como los creados.

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Para el presidente, la única forma de hacer una empresa exitosa es “apoyarla”, llámese mediante asegurar sus ventas (aunque su producto sea caro) y mediante darle dinero o pagar sus productos a lo que cuesten. Nada de hacerla más eficiente, competitiva, reducir sus pasivos, como cualquier empresa con una dirección medianamente inteligente haría.

Con estas ideas como base, el presidente mete al sector eléctrico y productivo mexicano en una falsa disyuntiva: o mantenemos a CFE como está o el país se va a quedar sin luz y será cara.

Las premisas de dicha afirmación son falsas. Hay que decir que aunque CFE en algunos casos es relativamente eficiente, en generación requiere una renovación importante, que está sujeta a recursos fiscales finitos. Mantener en operación toda su capacidad significa apostar por mantener en niveles bajos la eficiencia del sistema y encarecer la energía eléctrica.

Rescatar a CFE no pasa necesariamente por encarecer el sistema eléctrico ni utilizar todo lo que tiene. CFE puede convertirse en una empresa de clase mundial (más allá del discurso), si es capaz de subirse o convivir con esa ola de transición energética mundial, apostar por lo que si le deja ganancias (transmisión, distribución y algunas centrales de generación) ser capaz de aliarse con otras empresas para transferencia tecnológica o proyectos en conjunto que le permitan aprovechar mejor lo que ya tiene (como las hidroeléctricas).

Pero no perdamos de vista la intención original del mercado eléctrico: generar un ambiente de competencia que beneficie al consumidor, no a una empresa. Y es donde se tiene que hacer compatible tener una CFE fuerte, pero a la vez competitiva y que pueda ofrecer mejores servicios a los mexicanos.

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El monopolio, aún con buenas intenciones de inicio, carece por completo de incentivos para beneficiar al usuario final, porque desgraciadamente su espíritu es el de servirse siempre del usuario.

Y aquí mismo es donde vale la pena revisar las palabras del presidente cuando hablaba de su reforma constitucional:

No puede haber interés personal o de grupo, por legítimo que sea, por encima del interés de la Nación”.

Ni como consumidores, ni como dueños de CFE conviene a los mexicanos tener una empresa obesa, cara, que tenga preferencia para “subir” su energía a cualquier precio, sino que necesitamos energía barata, limpia y segura.

Esta reforma fortalecería intereses personales o de grupo (llámese el presidente, su partido, el director de CFE, el sindicato, sus ideologías y/o búsqueda de poder absoluto de todos ellos) que, como dijo el presidente, por legítimo que sea, no puede estar por encima del interés de la Nación.

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