México: Enormes pendientes en salud
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Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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México: Enormes pendientes en salud
Foto: Alexa Herrera / La Lista

A 31 meses del inicio de esta administración, México enfrenta la lista de pendientes más grande y complicada de su historia.

Ya he comentado y publicado en diferentes ocasiones cuáles eran las expectativas que había (o por lo menos, hubiera habido) de un gobierno que se dice de izquierda, en materia de salud. Seguramente una (verdadera) cobertura universal, mejores condiciones de calidad en la atención y por supuesto un espectacular incremento presupuestal, que no dejara a la serendipia el éxito de cualquiera de los programas de salud que se emprendieran. Lamentablemente, no vimos nada de esto.

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Al fracaso inicial de unificar los sistemas de salud, una tarea fácil de decir pero impresionantemente difícil de realizar, siguieron una serie de malas decisiones, fallas y fiascos, todos ellos ocasionados por una fatal combinación de ignorancia, incompetencia e impericia en muchos frentes, tanto políticos como administrativos en el campo de la salud. Los más visibles sin duda son:

  1. El gran desabasto de medicamentos, producto de aniquilar el sistema de adquisiciones existente y, hay que decirlo, operante.
  2. El Instituto de la Salud para el Bienestar (Insabi), un inútil esperpento administrativo diseñado (es un decir) con dos fines: acabar con el Seguro Popular y adueñarse del presupuesto y los bienes del sector salud, para meterlos en una bolsa con el emblemático apellido de “bienestar”. Estos recursos, financieros, materiales y humanos, serán usados a criterio (también es un decir) de las autoridades de esa dependencia.

No comentaré sobre el desastroso manejo de la pandemia. Solo mencionaré que el peor desastre sanitario en la historia moderna de México cayó en medio de un sistema de salud en vías de destrucción.

Le quedan más de tres años a esta administración y hay temas pendientes por resolver. Con un poco de humildad y autocrítica, están a buen tiempo de recular en las mala decisiones y realmente enfocarse en rescatar el sistema de salud en México. Aquí enlisto algunas prioridades.

Las inmunizaciones pendientes de todos los niños. Uno de los problemas que surgieron en el 2019 fue el súbito desabasto de vacunas para el esquema básico, el de la Cartilla Nacional de Vacunación.

Desde el último trimestre de ese año, comenzaron a existir faltantes de la vacuna triple viral (paperas, sarampión y rubeola) y la BCG (tuberculosis). El problema se tornó serio ante un evidente brote de sarampión en México, enfermedad de la que llevábamos un impecable récord sin casos desde hacía varios años y que se solucionó, paradójicamente, por el confinamiento de la pandemia de Covid-19.

Las autoridades deben tomar en serio la falta de vacunas. No podemos dar como resuelto este problema hasta que no se garantice un abasto 100 / 100 / 365: 100% de los biológicos en el 100% de los centros de salud los 365 días del año.

Un logro de esa magnitud sería aplaudido por muchos.

Programa emergente para pacientes con cáncer

El desabasto de medicamentos oncológicos ha sido más patente (y doloroso) al ver a los niños que siguen un tratamiento de algún tipo de cáncer cómo carecen de los insumos para sus quimioterapias. Sin embargo, existen pacientes de todas las edades que sufren algún tipo de cáncer y que han sido afectados por las nuevas políticas.

En el mes de enero de 2020, cientos de mujeres pacientes de la Fundación de Cáncer de Mama (FUCAM) se quedaron sin la posibilidad de ser tratadas o siquiera diagnosticadas de forma temprana, debido a la decisión de desmantelar el Seguro Popular. De la misma forma, en todas las instituciones, la incertidumbre sobre cómo tratar a estos pacientes ha sido la norma, sobre todo en medio de una pandemia que ha secuestrado los servicios de salud especializados.

Se requiere de un plan de acción emergente, puesto en marcha de manera seria, formal y profesional, para poner al día las terapias de todos ellos. Para lograrlo, seguramente se requerirá auxiliarse de servicios estatales o incluso, subrogar los servicios a la medicina privada. Una vez más, ahorrar no es una opción.

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Un incremento serio al presupuesto a la salud

Como ya he expuesto, el presupuesto a la salud ha sufrido varios golpes desde 2019. Además de una reducción en términos reales, la desaparición del Seguro Popular hizo que se perdiera el Fondo para Gastos Catastróficos y ese dinero pasara a gasto corriente. Independientemente de ello, el INSABI es quien ahora administra, usa y decide sobre esos recursos. Los directivos de las unidades médicas e instituciones no tienen certeza de qué, cómo o cuándo recibirán los recursos necesarios.

Un propósito tan grande como universalizar la salud, la gratuidad de los servicios o “un sistema de salud como el de Dinamarca” requieren mucho dinero. México destina a la salud menos de 600 dólares anuales por persona, según el análisis de la OCDE, cuando los países más avanzados (con los que el presidente se compara) gastan 8 o 9 veces más en ello.

Si la 4T quiere pasar a la historia como impulsora de un verdadero cambio en salud, debe ya solicitar (aunque sea para 2022) un incremento de 150% como mínimo en los recursos destinados a la atención médica. Si no se hace esto, no saldremos adelante.

Rescatar de manera urgente el programa de adquisiciones

La única forma de solucionar el problema del desabasto es realmente salir a comprar medicamentos. Es claro que los remiendos que han querido hacer al sistema de adquisiciones tras desmantelarlo, no han funcionado; ni con la Oficialía Mayor de Hacienda ni con la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS, por su sigla en inglés).

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Es urgente asignar una importante partida extraordinaria de recursos, ligada a una lista de emergencia (aunque ya todo es emergencia) para que las instituciones compren lo que requieran. Al mismo tiempo, debe devolverse al IMSS la responsabilidad de la compra consolidada y recurrir a los expertos que hicieron que esta funcionara por casi una década. El proceso tardaría por lo menos un semestre, pero recuperaría los procedimientos, tiempos y sobre todo, la confianza de los proveedores, en su mayoría mexicanos, al igual que de las instituciones.

México enfrenta la crisis en salud más grande de su historia. El intento de crear un nuevo modelo fracasó debido a fallas el diagnóstico inicial, sesgado por ideología y una combinación de inexperiencia e impericia de muchos de sus actores.

Es tiempo de retomar el rumbo. Urge un nuevo sistema de salud, sí; pero la creación y puesta en marcha debe de ser una prioridad. Por eso, deben tomarse decisiones cuidadosas y emprender acciones bien pensadas.

No hay tiempo que perder.

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