Gas Bienestar, un nuevo espejismo para el pueblo
Corto circuito

Especialista y apasionada del sector energético. Es directora general de Energía a Debate, co-conductora del programa Corto Circuito, VP de Asuntos Públicos del Cluster Metropolitano de Energía. Es socia directora de Hidrógeno21 y P21 Energía.

Es periodista, politóloga, conferencista, emprendedora, yogui, melómana, amante de los animales y ratón de biblioteca.

Twitter: @Abril_More

Gas Bienestar, un nuevo espejismo para el pueblo
Foto: Pixabay/stevepb

Resulta fácil colocar una ilusión en la mente de los mexicanos: el Gas Bienestar, la empresa con la que el presidente de la República promete al pueblo garantizar precios bajos del gas LP en el país, obviamente sin explicar los costos que conllevará para las finanzas públicas del país y para el bolsillo de los mexicanos.

¿Cuál es la importancia de este gas? Para México, como para una buena parte de los países en desarrollo, el gas LP es el principal combustible de consumo para cocción de alimentos. Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Inegi 2018), 79% de las viviendas usan este gas, 11% leña y 7% gas natural. Para calentar agua, el calentador de gas en la región templada del país lo emplea 77% de la población, 20% usa calentadores solares, 3% uno eléctrico y 3% de leña.

Para el gobierno de la Cuarta Transformación, la soberanía energética significa tener el control de todo el sector, al precio que sea necesario. Así que, con el pretexto del alza de precios, que ha tenido un incremento de entre el 36 al 40% variando por entidad federativa, supuestamente con el objetivo de generar competencia y reducir las prácticas monopólicas de los grupos empresariales de gas LP, el presidente decide impulsar el monopolio del Gas Bienestar en México.

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Pero empecemos a desglosar el por qué esta empresa no traerá ningún beneficio real al país, fuera del espejismo de los precios bajos de los cilindros de gas a los que, si arranca el proyecto, le vendrán a los mexicanos. Inicio con que el gobierno mexicano solo puede tener una ligera incidencia en el precio de este combustible, ya que en realidad se rige por el mercado, tanto el internacional como el nacional.

El incremento de precios en el mercado internacional se debe básicamente a dos razones: la recuperación de la pandemia, ya que el año pasado, al caer la demanda, los productores de gas natural de Estados Unidos frenaron la producción y aún no han logrado recuperarla al periodo preCovid. (El gas licuado es una mezcla de gases condensables como el propano, que están presentes en el gas natural).

La segunda razón es China, que está construyendo o reconfigurando aproximadamente nueve refinerías, pero no para producir gasolinas sino para procesar gas natural. Este año se espera un crecimiento de 85% de la demanda de gas LP para sus plantas, lo que según IHS Markit puede traducirse en 4.8 millones de toneladas métricas que estarán comprando a mercados como el estadounidense. Esto no solo está creando una importante presión en el mercado mundial, sino también en nuestro país, ya que importamos cerca del 70% de este combustible a Estados Unidos, de aquí que estamos enfrentando el encarecimiento de este energético.

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Y ¿por qué importamos tanto? En principio porque no se ha invertido en incrementar la capacidad de producción de gas natural y la mayor parte de este se reutiliza para la extracción de petróleo en las plataformas petroleras de Petróleos Mexicanos (Pemex). La segunda razón es porque tampoco se ha invertido para mejorar ninguno de los siete Centros Procesadores de Gas y las refinerías, pues apenas están en buenas intenciones de inversión.

El mercado internacional es el que controla los precios y México solo produce poco más de 30%. Entonces, para llevar a cabo el proyecto del Gas Bienestar –si solo se comercializaran los cilindros de gas más baratos–, el gobierno tendría que imponer un subsidio, que como ya sabemos impactaría las finanzas públicas y por ende otro tipo de servicios sociales como la educación, salud, caminos y carreteras y, peor aún, la seguridad pública. Por otra parte, crear una nueva empresa conllevaría un alto costo para Pemex debido a la compra de cilindros, pipas de reparto, el establecimiento de locales para la comercialización, el personal a contratar, entre otros costos. De aquí que esto es solo un espejismo para los que no quieren entender la realidad.

Otro tema a resolver es la regulación a fin de incidir en el costo del gas LP, ya que desde enero de 2017 –cuando se liberalizaron los precios de venta al público con el objetivo de incrementar la competencia y disminuir los precios– diferentes variables han generado distorsiones en el mercado, al favorecer a grupos empresariales y mermar la libre competencia. Entre las distorsiones podemos mencionar: las barreras regulatorias, la subutilización de la infraestructura de transporte y almacenamiento, la concentración de la distribución en pocas empresas y la autorización por parte de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) de los agentes integrados (participación cruzada) sin la opinión favorable de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece).

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Fijar los precios máximos del gas LP tampoco es opción, ya que se tendría que modificar la Constitución porque la ley vigente señala que los precios de este combustible, así como los de las gasolinas y el diésel, se determinan conforme a las condiciones del mercado y con base en la nueva conformación de la Cámara de Diputados, esto no será una misión fácil. 

Pero entonces, ¿cuál es la solución? Existen varias, pero el Gas Bienestar no es una de ellas. Las más sencillas provienen de incentivar el uso de calentadores de agua y parrillas de inducción, que como ha señalado el especialista Víctor Ramírez, con uno 12,500 pesos se puede equipar una vivienda para “no usar gas y tener agua caliente y cocinar”. Otra opción es dar vales para el gas LP, de manera temporal, hasta que el mercado internacional entre en equilibrio.

Pero también es momento de regular y, si es necesario, sancionar o hasta retirar permisos a aquellas empresas que estén integradas verticalmente y no hayan solicitado la opinión favorable de la Cofece, así como a los comercializadores que establezcan precios de manera grupal, afectado al mercado nacional.

Modificar la política energética del país –entendiendo que la seguridad energética es más importante que la soberanía energética–es vital para lograr precios más asequibles y para esto se requiere invertir en la producción de gas natural, así como en la modernización y/o quizás construcción de un Centro Procesador de Gas, ya que el futuro inmediato de los energéticos no está en las gasolinas sino en el gas natural. Sería menor convertir a México en un país autosuficiente de gas natural que en gasolinas y seguir nadando en combustóleo.

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