#Tokio2020 y el camino hacia la igualdad deportiva
Un cuarto público

Abogada y escritora de clóset. Dedica su vida a temas de género y feminismos. Fundadora de Gender Issues, organización dedicada a políticas públicas para la igualdad. Cuenta con un doctorado en Política Pública y una estancia postdoctoral en la Universidad de Edimburgo. Coordinó el Programa de Género de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey durante tres años y es profesora en temas de género. Actualmente es Directora de Género e Inclusión Social del proyecto SURGES en The Palladium Group.

X: @tatianarevilla

#Tokio2020 y el camino hacia la igualdad deportiva
Momiji Nishiya de Japón celebra tras ganar medalla de oro en el street femenino de skateboarding en los Juegos Olímpicos 2020. Foto: Juan Ignacio Roncoroni / EFE

“Quería ser esa niña que las pequeñitas pudieran mostrarle a sus padres diciéndoles:

‘Ella puede hacer skate. Quiero ser como ella”

Leticia Bufoni

 

No sé mucho de deportes. No sé las reglas ni las historias de lxs atletas más famosxs. Aun así, desde que era niña, algo había de los Juegos Olímpicos que me hacían no ser tan ajena como al mundial de fútbol. Al igual que muchas niñas, soñé con algún día patinar en hielo, dar vueltas en las barras o hacer una rutina de gimnasia artística; me imaginaba con la pelota, los lazos o haciendo un clavado desde esas plataformas altísimas, todo un cliché femenino correspondiente a mi educación. 

Evidentemente no fui ninguna de las anteriores, y peor aun, si para algo salí mala fue para los deportes. Lo que sí lograba hacer, además de ver la inauguración y las competencias de los deportes que me gustaban, era aprenderme de memoria de qué país eran las esculturas sobre Periférico Sur cuando íbamos a Cuernavaca. Creía que había más escondidas para seguir adivinando infinitamente los países. Era la Ruta de la Amistad, que se había construido para los Juegos Olímpicos de México 1968, en otro de los intentos de decirle al mundo que aquí todo estaba bien; distraerlo de los asesinatos y desapariciones de miles de estudiantes apenas unos días antes. Pero esa es otra historia. 

Esas fueron mis primeras aproximaciones a las olimpiadas. Después, ya adulta y en estos temas de feminismo que le arruinan la vida a una, empecé a notar ciertas diferencias. ¿Por qué no había mujeres en algunos deportes?, ¿Por qué no había equipos mixtos?, ¿Por qué nunca soñé con atletismo o boxeo? ¿Por qué las mujeres tenían que usar bikinis y los hombres no? 

#Tokio2020 empezó hace algunas semanas. Y por primera vez –porque las primeras veces aún importan– varias cosas sucedieron: 

  • Se logró casi paridad de género con el 49% de mujeres y el mayor número de personas de la comunidad LGBTIQ+ abiertamente reconocidas. 
  • Se puso a discusión el uso de pronombres en el deporte. Alana Smith se declaró abiertamente persona no binaria, y, con esto, se exigió que quienes cubrían las competencias se dirigieran a Alana con pronombres y adjetivos gender neutral, respetando su identidad de género. 
  • Se exigió a los 206 Comités Olímpicos Nacionales tener representación de ambos géneros. 
  • El Comité Olímpico Internacional (COI) estableció medidas para equilibrar la cobertura mediática tanto en las premiaciones como en el total de horas competencia. Por ejemplo, en Rio 2016, en el último día de competencias –el día más visto– hubo 27 horas de competencia para los hombres y solo dos para mujeres. 
  • Se publicó una guía por parte del COI para que los medios no sexualizaran a las mujeres con la frase: “Sport appeal, not sex appeal”. 
  • La noticia de la multa al equipo noruego de handball de playa por usar pantalones cortos en lugar de un mini short dio la vuelta al mundo. El director de la federación señaló que se pagaría la multa, pero exigía una respuesta ya que desde el 2006, ¡sí, 2006!, se habían quejado de la parte inferior del bikini y “no ha pasado nada”.

Y lo más hermoso que ha sucedido en estos juegos, las niñas entre 12 y 16 años: Momiji Nishiya, Rayssa Leal y Funa Nakayama (street); y Sakura Yosozumi, Kokona Hiraki y Sky Brown (park) nos estremecieron con sus saltos y sonrisas en el skateboarding. No son las primeras competidoras de esas edades en ganar medallas, pero sí son las primeras en obtenerlas con un deporte considerado “de hombres”. Sí son las primeras que, desde el skateboarding, abren un espacio para que muchas otras se imaginen estar allí algún día, en un deporte que, para mí a esa edad, ni si quiera era una opción.  

¿Qué no se ha visto en la discusión? 

  •  ¿Por qué la gimnasia rítmica y natación artística siguen siendo exclusivamente femeninos? 
  • ¿Por qué, a pesar de haber selecciones profesionales de béisbol de mujeres y copas del mundo, solo se les permite competir en sóftbol? 
  • En el boxeo, la asociación internacional prohibió a los hombres los protectores de cabeza. Esto debido a estudios demostrando que su uso eleva la probabilidad de contusiones. Esta medida no aplicó para las mujeres y debido a falta de evidencia, porque el estudio solo se hizo a hombres, no ha eliminado el uso para ellas, dejándolas en riesgo de sufrir mayores daños

Por supuesto que faltan muchos debates, todavía hay mucho que transformar para lograr una igualdad en el deporte. El camino no ha sido corto, y tal parece que, como en #Tokio2020, en cada uno de los Juegos Olímpicos habrá nuevas primeras veces, nuevas cosas que exigir y nuevas últimas veces que nos acerquen más a un día, por qué no, soñar en los deportes sin pensar en el género. 

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