Estonia y España
Economía Aspiracionista

Manuel Molano es un economista con experiencia en el sector público y privado. Es asesor en AGON Economía Derecho Estrategia y consejero de México Unido contra la Delincuencia. Twitter: @mjmolano

Estonia y España
Foto: Pixabay

Hoy por la mañana desperté con la noticia de que el ingreso por habitante de Estonia es más grande que el de España por primera vez en la historia. 

Esto no quiere decir que la economía de Estonia es más grande que la de España. De hecho, la economía de Estonia en 2019 era apenas el 2.2% de la de España, o dicho de otra forma, España en 2019 era una economía 45 veces y media más grande que la de Estonia. Sin embargo, en 2019, el ingreso per cápita de los estonianos era solamente el 80% del de los españoles. Hoy, los estonianos los alcanzaron. Tiene razón la jefa de este columnista, directora general del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), la maestra Valeria Moy: en este mundo veloz, un dato de hace dos años, de hace 18 meses, ya es historia antigua. 

Estonia, después del comunismo soviético, se caracteriza por sus políticas de libre mercado y por ofrecer un gobierno eficiente, construido a partir de tecnologías digitales. De hecho, los estonianos ofrecen una ciudadanía digital para todos los emprendedores del mundo que quieren una jurisdicción con impuestos bajos, derechos de propiedad intelectual bien definidos, y gobierno eficiente y amistoso con ese tipo de negocios. 

La estrategia ha funcionado. Pero ello también revela que la estrategia de países como España, o México, cuyas burocracias funcionan de manera cercana a como funcionaban en el siglo XIX, en el mejor de los casos, tienen que modernizar su gestión para competir en este mundo dinámico e impredecible.

En 2017, Imco trajo a México a un ciudadano de India, hispanohablante fluido por su amistad con Imcoitas ilustres como Juan Pardinas y Guadalupe Mendoza. Anit fue la doceava fracción de un equipo de Unisys que echó a andar Aadhar, el sistema de identificación biométrica de ciudadanos de ese país. El gobierno le paga un dólar a la miscelánea o papelería que registra a cada ciudadano. Una pregunta obvia es qué pasa con los duplicados. La base de datos los depura, porque repetir iris y huella digital entre dos seres humanos es imposible. El público no tiene incentivos a registrarse dos veces, y el changarro que registra duplicados para obtener subsidios, puede controlarse fácilmente.

Hay estados en México muy avanzados en este tema, y oficinas públicas federales que también han logrado la digitalización de servicios. La Secretaría de Hacienda es un ejemplo notable. Sí, hay fallas, como los CFDI falsos, pero de pocos años a la fecha, los ciudadanos pagadores desperdiciamos menos tiempo persiguiendo comprobantes. Si esa fuera la dinámica de todo el sector público mexicano, hasta en el municipio más humilde, podríamos seguir los pasos de Estonia. 

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