¿Qué tan consciente eres del macho que llevas dentro de ti?
Política consciente

Licenciada en Relaciones Internacionales. Consultora en imagen pública y estratega en comunicación. Actualmente produce y conduce el programa The White Table para MMoodtv. Cofundadora del colectivo TÚ x México. Twitter: @anapatam_mx

¿Qué tan consciente eres del macho que llevas dentro de ti?
Foto: Pixabay

En los últimos días he tenido varias reuniones de trabajo con importantes hombres de negocios, en las que he notado que con frecuencia y de manera inconsciente cometen micromachismos. Cabe destacar que por el ámbito profesional en el que me he desarrollado como consultora en temas políticos, trato principalmente con hombres.  

Tras años de experiencia –seis en el servicio público federal–, desarrollas aptitudes para desenvolverte mejor en el mundo de los negocios con los tiburones, te vuelves más astuta, de piel más dura, conoces los códigos y, lo más importante, tus límites, lo que me ha llevado a construir un gran prestigio.

Todos pensarían que las mujeres alfa somos respetadas en todos lados, que bastaría con nuestra presencia para imponer respeto y que en ningún momento hemos padecido o vivido algún tipo de machismo. Pero como bien saben: en “todos lados se cuecen habas”, y es mejor conocer lo que son los micromachismos para detectarlos a tiempo, corregirlos y evitarlos de manera sana.

Nos referimos a micromachismos como los comportamientos o actitudes sutiles e imperceptibles que atentan en cierto grado a las mujeres. Te estigmatizan por el simple hecho de ser mujer. Son parte del día a día, y en la mayoría de los casos ni cuenta nos damos pero son golpes bajos que van mermando nuestra autoestima. Son signos tan imperceptibles y sutiles que muchas veces ni los hombres son conscientes del momento en el que están cayendo en ellos.

Los micromachismos se han vuelto parte del cotidiano social, son parte del inconsciente social de nuestra idiosincracia, y para modificar esta conducta es necesario hacerla consciente y desde casa reforzar valores como el respeto, la libertad de hombres y mujeres, no la importancia de tratarnos por igual hombres y mujeres para tener una sana convivencia. Como padres, observar y corregir ciertas actitudes desde la infancia para evitar estigmatizar la personalidad o los roles tanto de niños como de niñas.

Los micromachismos son tan sutiles que ocurren todos los días en todo momento en muchas situaciones de convivencia de social entre hombres y mujeres. 

Por ejemplo, en un restaurante cuántas veces hemos pasado por la típica confusión en las bebidas: mi compañero de mesa pidió agua mineral y yo pido un mezcal, nos lo sirven al revés. O el más común: “en el restaurante, la cuenta es para él”.

En el mundo laboral también ocurre esto, tanto en el sector privado como en el público, al estigmatizarnos, minimizarnos y encasillarnos por nuestra vestimenta, o incluso por el solo hecho de ser mujer y llegar a una reunión acompañada de un hombre con tu mismo rango o menor o incluso al ser tu socio, y por cuestiones de roles sociales suelen asumir que es tu jefe y tu la secretaria.

En pleno 2021, somos sobrevivientes a una pandemia y aún es cuestionada nuestra naturaleza de ser madres frente a nuestro desempeño profesional. Esto empieza ya en la entrevista de trabajo, es muy común preguntar a las mujeres acerca de su decisión personal de ser madres y convertir su respuesta en un factor de decisión clave sobre su contratación.

Y el más común de los ejemplos: rosa para las niñas y azul para los niños. Y así también con los juguetes. No hay papeles ni roles para que las niñas adopten juguetes sin ser estigmatizadas, ¿está mal si mi hija elige jugar ajedrez en lugar de jugar a las muñecas? 

Entre algunos niños es común escuchar comentarios calificativos desde el “corres como una niña” o “llorar es de nenas”, este tipo de estereotipos despreciativos hacen daño al género femenino pero también al masculino, golpeando el autoestima de nuestros chiquitos y dejando huellas y heridas desde su infancia.

Normalicemos el tratarnos y vernos como iguales, con el mismo derecho a elegir, con respeto, con el mismo potencial, con los mismos atributos, derechos, capacidades, gustos. Para poder evolucionar como sociedad y pasar al siguiente nivel, hagamos consciente cada una de estas actitudes para corregirlas y evitarlas. Empecemos en casa  por llevar a la práctica nuestros derechos humanos elementales, recordando que la palabra enseña, pero el ejemplo arrasa. 

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