¿Qué es exactamente el ‘parlamento abierto’?
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

¿Qué es exactamente el ‘parlamento abierto’?
Foto: Pixabay

Hace unos días, el grupo parlamentario del PRI anunció que convocaría a “parlamento abierto”, entendido como foros de consulta. Sin embargo, el término implica cosas muy distintas, muchas de las cuales ningún órgano legislativo las realizaría, a menos que le conviniese o perjudicase.

El parlamento abierto es una serie de políticas que surgen a partir del desarrollo tecnológico y la crisis de la representación política. De acuerdo con la Declaración de Transparencia Parlamentaria de 2021, se le puede definir como la interacción pública que incorpora, abre, transparenta e informa con ética, memoria, oportunidad, exhaustividad y datos abiertos, la representación y los procesos derivados de las facultades constitucionales, legales, reglamentarias y regulatorias de las y los legisladores y cuerpos legislativos.

Más aún, hay quienes lo consideran un estilo de representar, de trabajar dentro del Congreso de frente a la ciudadanía, con los elementos didácticos necesarios para transmitir, en lenguaje común, las actividades que se realizan, con memoria histórica, accesibilidad, sencillez e información sistematizada, completa, agregada y en formatos que permitan su uso accesible y gratuito.

Lo anterior implica tomar decisiones como poner a disposición a todos los archivos en datos abiertos, transparencia en procesos de toma de decisiones y gastos, áreas de enlace con organizaciones de la sociedad civil y observatorios, o fomentar el desarrollo de tecnologías de la información. Lamentablemente, los esfuerzos que se han hecho por medir los avances en esta materia han mostrado que tanto el Congreso de la Unión como las legislaturas locales dejan mucho que desear, en comparación con estándares internacionales.

Ahora bien, el que el “parlamento abierto” signifique algo distinto para el día a día del Congreso no quiere decir que no sirva para algo. De hecho, es una táctica común realizar foros de consulta, ya sea para promover un tema que tiene poco perfil, o dilatar la discusión de un asunto difícil o sobre el que alguna de las partes quiere negociar.

Ejemplo de lo segundo, cuando Felipe Calderón presentó en 2008 su iniciativa de reforma energética y el entonces Frente Amplio Progresista, compuesto por el PRD, PT y Convergencia (hoy MC), bloqueó el acceso al pleno en ambas cámaras. Como parte de la negociación para que volviesen a sesionar, se acordó una serie de mesas de discusión maratónicas a lo largo de varios meses. Con ello, se le dio la oportunidad al PRI para negociar una iniciativa deslactosada, pero que le permitió colgarse una medalla.

Además, estos foros tienen una función socializadora. Sus aperturas son usadas para socializar, contactar con personas relevantes, hacer acto de presencia para ver y ser vistos, asisten las personalidades más destacadas del tema a tratar y hay una apertura solemne. Acto seguido y una vez acabada la “grilla”, los salones se vacían salvo quienes exponen en las mesas de trabajo y asesores que toman nota.

¿Qué hacer con el “parlamento abierto” sobre la reforma eléctrica? Más allá de invitar a las personas relevantes, haría bien nuestra oposición por presentar mensajes claros y entendibles para el círculo verde. En estos momentos, no hay pobreza más pobre en el debate público que tener solo la razón.

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