¿De qué sirve romantizar el periodismo?
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

¿De qué sirve romantizar el periodismo?
Foto: Película 'La crónica francesa'.

De acuerdo con una investigación de Article 19, desde el año 2000 y hasta la fecha se han registrado al menos 145 asesinatos de periodistas en México en posible relación con su labor. Cuando tengo una conversación en la que cualquier persona me pregunta a lo que me dedico, su reacción al saber que hago periodismo es casi siempre decirme algo en la línea de “ustedes la tienen difícil”.

Esto, lejos de hacerme sentir orgulloso, me produce sentimientos encontrados. Primero, porque a nadie le gusta la idea de que puede perder la vida solo por hacer su trabajo, y segundo, porque la percepción de que el periodista es algo así como un héroe me recuerda el poco entendimiento que las personas tienen de nuestra profesión, algo que me queda aún más claro cuando veo el cambio gradual en la opinión pública desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador comenzó a atacarnos.

La realidad es que la mayoría de la gente solo repite lo que escucha. Si sus lealtades están con el gobierno en turno, entonces los periodistas somos unos monstruos. Por el contrario, si el discurso viene desde el gremio periodístico, entonces somos casi que heraldos del reino de los cielos. No hay medias tintas y no es sano.

Hoy, cualquier persona con una cuenta de Twitter o un canal de YouTube piensa que ya está haciendo periodismo solo por dar su opinión. Tal vez como resultado de los movimientos de justicia social en redes, vivimos una época donde “ser periodista” aparentemente se ha puesto de moda y tiene un factor cool. Películas recientes como La crónica francesa, Noticias del gran mundo, Mr. Jones, Minamata o el documental de Netflix ¿Quién mató a Manuel Buendía? parecen promover este pensamiento. Y discúlpenme, colegas, si no estoy de acuerdo, pero nada me parece más lejano de la realidad.

Como yo lo veo, la idea romántica del periodismo es como darle una pistola cargada a un adolescente con ganas de presumir, y que no entenderá lo que tiene en las manos hasta que se de un balazo en el pie. De la misma forma, profesores y periodistas que promueven un arquetipo de heroísmo entre los jóvenes, sin advertirles de la crudeza de esta profesión, son como soldados reclutando a más soldados para mandarlos a la guerra sin fusil.

No hay que ir más lejos, el problema de ser periodista no es tanto que te maten como que los propios medios no te den las condiciones adecuadas para tu trabajo, empezando por un salario justo. ¡Vamos, empezando por un salario! Hoy, un medio de comunicación espera que vayas a reportear, escribas, tomes las fotos, edites el video y subas todo este trabajo a tus redes personales para hacerle promoción al medio entre tus seguidores. Comprendo que youtubers e influencers ya hacen todo esto y por ello no lo entienden como explotación.

Pero no acaba aquí, porque también esperan que consigas anunciantes y de ser posible patrocinadores que te paguen lo que ellos deberían pagarte. ¿Hablar de un sueldo? Qué vulgaridad. Ellos ya cumplieron con darte exposición y el honor de pertenecer a una marca, pero a veces ni eso. El día que algo te ocurra, tal vez la justicia social te defienda en redes, o tal vez no. Tu premio será que te llamen valiente y que tu nombre aparezca en la gráfica de víctimas de Article 19.

Todo esto se complica aún más cuando entramos en conceptos como hard news y soft news, algo que el apreciable lector no tiene por qué saber, pero que es muy sencillo de entender: la información “dura” se refiere a los hechos, mientras que la “suave” ofrece una perspectiva. Erróneamente, gran cantidad de medios entienden esta diferencia de manera literal, perpetuando a través de los años una división entre los que hacen periodismo “serio” y los que hacen periodismo “frívolo”.

Cuando un taxista, una mesera o la persona que me corta el cabello empieza a darme tratamiento de héroe por decir que me dedico al periodismo, me apresuro a cortarlos diciendo “pero en cultura”. Siempre hay un silencio, y sería muy divertido pensar que esto sucede porque ellos entienden el gran abismo que hay entre cubrir la guerra del narco y la última vacilada de Alejandra Frausto, pero ese silencio ocurre –comprensiblemente– porque la persona de a pie necesita unos segundos para poder hacer tal distinción.

De acuerdo con encuestas globales de Statista, 52% de los consultados percibe una prevalencia de fake news en los medios de comunicación tradicionales y el 62% opina lo mismo de las noticias en internet. Es por esto que 41% de los encuestados en Estados Unidos evita las noticias, ante la imposibilidad de confiar en su veracidad. Por su parte, 49% de periodistas considera que son los propios ciudadanos quienes se encargan de esparcir la desinformación, seguidos por los políticos (46%) y los troles de internet (43%).

Como lo advertimos, otro problema es que 28% de encuestados dijo que prefiere informarse a través de influencers, pero con esto se exponen a información incorrecta, no verificada o intencionalmente falsa que sirve para la propaganda y el clientelismo. Apenas esta semana trascendió que youtubers como Carlos Pozos (“Lord Molécula”) cobran por publicidad en dependencias federales, según un análisis de datos realizado por el diario El Financiero a los gastos de publicidad oficial publicados por la Plataforma Nacional de Transparencia del Inai.

Nuestro trabajo como periodistas también se devalúa cuando los propios medios nos tratan como piezas intercambiables y lanzan el mensaje de que cualquiera puede hacer nuestra chamba. Pero no, el trabajo periodístico de calidad se nota. Tal vez, por defender un rancio sistema de jerarquías, algunos comunicadores olvidan que en México, el país más peligroso para ser periodista de acuerdo con el informe de Reporteros sin Fronteras (RSF), los matones no hacen una distinción entre hard news y soft news. Cuando alguien, desde un podio, nos llama prensa “inmunda” o “chayotera”, nos ataca a todos parejo.

¿Cómo pedir respeto para los periodistas si los propios medios de comunicación no respetan a sus colaboradores? ¿Cómo vamos a lograr que el público entienda el gran trabajo que hay detrás de generar contenidos de calidad, incluso en la cultura? Los temas soft deben ser tratados con el mismo respeto y seriedad que las notas duras. El entretenimiento, la moda y el estilo de vida son industrias millonarias, y al menos antes de que la pandemia trajera de vuelta el morbo, el fatalismo y el escándalo, la responsabilidad de vender periódicos también recaía sobre las soft news.

BREVES

La esperada cinta La crónica francesa, del director Wes Anderson, está disponible en cines desde el 11 de noviembre.

Alerta Roja, la película más cara de Netflix, con Gal Gadot, Ryan Reynolds y “La Roca”, puede verse en la plataforma a partir del 12 de noviembre.

Tras el escándalo que involucró a Paola Félix, exsecretaria de Turismo de la Ciudad de México, y que alcanzó a manchar al empresario Alejandro Gou, los premios Metro a lo mejor del teatro tendrían que ponerse más interesantes el próximo 24 de noviembre.

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