Cuando el machismo “castiga a los hombres por ser malos proveedores”
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

Cuando el machismo “castiga a los hombres por ser malos proveedores”
Foto: Pixabay

Una de mis mejores amigas terminó su relación, por segunda ocasión, hace una semana. El motivo fue el mismo: su éxito profesional “opacó” el de su expareja. Al parecer, fue intimidante que su salario fuera más elevado, así como los progresos en su vida personal. El machismo y el rol de los hombres proveedores atacan de nuevo. 

Desde pequeños nos enseñaron qué función deberíamos tener en esta vida: los hombres son el sustento de la casa, mientras las mujeres administran los recursos. Esta arcaica idea penetró tanto en algunos, que cuando se le arrebata a una persona del lugar que socialmente se le dio, suele sentirse vulnerable. ¿Qué siente un hombre cuando ya no es más el proveedor, el que tiene la capacidad de resolver los conflictos? 

Esa construcción tan desigual nubla muchas realidades. Como que hasta el primer trimestre de 2020, el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) reportó una brecha salarial de menos 14.6% en contra de las mujeres. Una deuda doble, eliminar la inequidad de sueldo por cuestiones de género y eliminar roles de proveedor exclusivo para hombres. 

Hasta 2019, la tasa de crecimiento de Población Económicamente Activa (PEA) se expandía a 2.7% para las mujeres, pero tras la pandemia de Covid-19 esta cifra se disminuyó a 1.9% para 2020. A pesar de ello, este indicador fue más bajo que en el caso de los masculinos: previo al coronavirus su expansión de PEA era del 1.5%, pero para 2020 fue de 1.2%. 

Dichas cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) también apuntaron que hasta el año pasado, la pandemia provocó que 1.7 millones de personas salieran de la fuerza laboral, de las cuales 1.1 fueron mujeres. Las desigualdades de género continúan y la pandemia las exhibió más. 

Tratemos de dejar de lado esa enorme carga histórica de que tenemos funciones específicas por el sexo: también que si fallamos en cumplirlas, fallamos como personas. Es una tarea titánica, pero individual, abrirle paso a nuevos paradigmas en nuestra vida personal. Adaptar comportamientos y hábitos con perspectiva de género y derechos humanos es nuestra chamba. Evolucionar y nunca dejar de hacerlo. 

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