Cómo escapar al branding de Guillermo del Toro
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

Cómo escapar al <em>branding</em> de Guillermo del Toro
Foto: "El callejón de las almas perdidas".

Platicando alguna vez con un colega periodista, me aconsejó que no contara con tanta irreverencia mi anécdota de aquel día cuando hice enojar a Guillermo Del Toro. “Para los mexicanos ya es casi como un santo”, me dijo entre broma y en serio. Según él, yo cometía un error al jactarme de ser la única persona capaz de sacar a Del Toro de sus casillas.

Yo pienso lo contrario. A personajes como él, a quienes se califica de genios, hay que humanizarlos constantemente, para que al público no se le olvide que también son sujetos falibles. Ya nos acostumbramos a ver a Del Toro como el tío dadivoso, como alguien que es incapaz de hacer algo malo, pero esta percepción no siempre funciona para el mayor beneficio del director mexicano.

Con el afán de construir un branding para “vender” el trabajo de Guillermo Del Toro entre el público, los medios han establecido todo tipo de comparaciones desde el inicio de su carrera; comparaciones que intentaban equipararlo con otros grandes genios. Así, hemos escuchado de su admiración por la literatura de H.P. Lovecraft y Edgar Allan Poe; de la influencia de directores como Jack Arnold y Alfred Hitchcock; y más recientemente, de la herencia de otros directores mexicanos como Carlos Enrique Taboada y Roberto Gavaldón.

Si bien este tipo de comparaciones nunca son sanas, algunas las ha establecido él mismo, cuando comparte públicamente sus referentes e influencias, tal vez sin advertir que, con esto, le está regalando a la prensa-de-lo-patriótico la misma soga con la que terminarán ahorcándolo. A mí me hace pensar más en un Walt Disney, porque todo lo que él hace tiene el potencial de convertirse en una atracción de parque de diversiones y de generar su propio merchandising.

Aunque todavía no existe un parque así, nos lo podemos imaginar fácilmente con fantásticos juegos mecánicos de Pacific RimBlade y Hellboy; o misteriosos paseos de CronosLa forma del agua y El laberinto del fauno. Esto, sin mencionar todas aquellas películas y series donde Del Toro ha prestado su nombre como productor. De hecho, quienes hayan tenido la oportunidad de visitar la exposición En casa con mis monstruos en Guadalajara, saben a lo que me refiero. 

Sin embargo, la carrera del director mexicano también ha tenido algunos títulos menos afortunados, como pueden ser MimicEl espinazo del diablo o Crimson Peak; películas que, lejos de ser fallidas, tal vez no conectaron con el público de la manera esperada. Y es en este terreno donde tendría que debatirse un estreno como Nightmare Alley (El callejón de las almas perdidas), su película más reciente, una estilizada propuesta de film noir que no encaja dentro de su branding como “El Señor de los Monstruos”.

Tratar de decir ahora que, en una película como esta, son las personas las que se comportan como “monstruos” es un argumento perezoso por parte de los críticos de cine, simplemente porque no se trata de una película de monstruos sino de otro tipo de propuesta que, dentro del muy constreñido universo creado por Guillermo Del Toro, tal vez sea lo más lejos que ha estado de la fantasía y lo más cerca de realizar un drama tradicional. 

Algunos críticos ya habían dicho lo mismo del villano de La forma del agua, donde la historia trata sobre una creatura fantástica pero el “verdadero monstruo” era el personaje interpretado por Michael Shannon; un planteamiento nada novedoso, pues también habían sugerido algo así del Capitán Vidal, el oficial fascista de El laberinto del fauno interpretado por Sergi López, que según las reseñas de 2006 era “peor que los monstruos”.

Yo propongo dejar que los monstruos sean monstruos y que los villanos sean villanos. Hay que permitir que las historias se cuenten solas sin tratar de forzar este tipo de narrativas, creadas y alimentadas únicamente por críticos y para críticos, porque predisponen a la audiencia y terminan por convertirse en un obstáculo para que creativos como Del Toro alcancen a nuevos públicos con historias más diversas, aún cuando el discurso de los medios lo haya encasillado desde el inicio de su carrera.

Cuando se ha construido un branding y una narrativa tan específica sobre el tipo de cine que Del Toro realiza, también se crean falsas expectativas entre el público de lo que pueden esperar cuando una producción viene firmada por tal o cual nombre. Algo así podemos interpretar a partir de los números arrojados por la recaudación de los títulos más recientes donde el director está involucrado. Antlers, donde aparece como productor, apenas logró rebasar la barrera de los 10 millones de dólares en Estados Unidos, y Nightmare Alley quedó por debajo, con solo 9.4 millones de un presupuesto de 60 millones de dólares.

Pero la verdadera pregunta aún está en el aire: ¿qué sigue para Guillermo Del Toro después de haber ganado el Oscar como Mejor Director y como Mejor Película en 2018? Cuando Alfonso Cuarón ganó como Mejor Director por Gravity en 2014, lo siguió con el gran triunfo que fue Roma, otra vez como director y además como Mejor Película Internacional en 2019. Cuando Iñárritu ganó por Birdman como Mejor Director y Mejor Película en 2015, lo que vino después fue otro triunfo como director por The Revenant en 2016.

Steven Spielberg tenía 39 años de edad cuando puso en pausa el universo fantástico que había creado, y después de éxitos como Tiburón, E.T. o Indiana Jones, asumió el riesgo de realizar un drama con El color púrpura, un fracaso comercial que tampoco recibió los premios esperados. Sin embargo, le otorgó el prestigio, la credibilidad y la relevancia que tiene hasta hoy, pues le abrió la puerta para realizar otro tipo de historias como La Lista de SchindlerSalvando al soldado RyanMunich o incluso la recién estrenada West Side Story.

Personalmente, yo me pregunto si Del Toro quiso alejarse un poco de la fantasía y acercarse más a las historias de la gente con su película más reciente; si a veces él también se pregunta cómo escapar de su propio branding. Me lo pregunto porque a mí sí me da curiosidad lo que él podría contar si continuara por el camino ya trazado con El espinazo del diabloCrimson Peak y ahora Nightmare Alley, que poco a poco se van alejando de las creaturas y se van acercando más a las personas.

*Nightmare Alley (El callejón de las almas perdidas) estrena en México el 27 de enero.

BREVES

En salas de cine hay estrenos muy interesantes, empezando por la polémica Benedetta, del genial director Paul Verhoeven. También, el postergado estreno de Rifkin’s Festival, la más reciente película de Woody Allen. Y para terminar, una muy interesante propuesta de cine mexicano con El rey de la fiesta, de Salomón Askenazi.

En plataformas, la muy comentada película The Green Knight, que se saltó su estreno en México, por fin llega a Amazon Prime desde el 21 de enero. Mientras que Netflix está listo para saciar nuestro apetito con la cuarta temporada de Ozark.

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