Abróchense los cinturones
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

Abróchense los cinturones
Foto: Tony Shostak/Unsplash.com

La semana pasada participé en Riad, la capital de Arabia Saudí, en la doceava edición del simposio sobre prospectiva energética organizado conjuntamente por la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en ingles), el Foro Internacional de la Energía (IEF) y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP u OPEC), las tres organizaciones que constituyen el eje de la conversación sobre los mercados energéticos internacionales. Fue un gran gusto regresar a la sede del IEF después de tener el privilegio de dirigirlo entre 2012 y 2016.

En la reunión confluyeron los líderes de otras organizaciones energéticas internacionales, como la IAEA (nuclear), IRENA (renovables), GECF (gas natural); el Príncipe Abdulaziz Bin Salman bin Abdulaziz, ministro de energía de Arabia Saudí; el enviado especial para asuntos energéticos del Departamento de Estado de Estados Unidos; empresarios de renombre, como John Browne (legendario exCEO de BP) y Charif Souki (exCEO de Cheniere, pionera en la exportación de gas natural licuado desde EU), y analistas destacados del mercado energético, entre otros.

Como de costumbre, las conversaciones se llevaron a cabo bajo la muy usada y citada regla de la Chatham House, el reconocido centro de investigación de Reino Unido, que dice que puede compartirse lo dicho mas no revelarse la identidad de quien lo dijo. La idea es conservar un ambiente para el intercambio abierto, acaso desinhibido, de perspectivas entre los participantes.

Observando esa regla, comparto 10 impresiones expresadas durante la reunión sobre la situación energética, ninguna de un participante en particular ni tampoco reflejo de un consenso:

  • El mercado del petróleo permanecerá ajustado. El crecimiento de la demanda superará la oferta tomando en cuenta la falta de inversión actual en petróleo y gas.
  • Es improbable que la producción de petróleo no convencional crezca como lo hizo hace una década. Los rendimientos financieros ahora son más importantes para los inversionistas que una mayor producción, además, Estados Unidos parece tener una política climática más que una política energética.
  • Las ventas de vehículos eléctricos no son lo suficientemente grandes como para compensar las crecientes ventas de máquinas de combustión interna y la eficiencia en el uso de combustible no ha mejorado mucho. Las camionetas y vehículos suburbanos siguen siendo muy populares.
  • No hay evidencia contundente más allá de (quizá) Europa de que los gobiernos tengan la voluntad política para hacer cumplir las reglas para las flotas de EV/combustible eficiente. Si bien hay políticas anunciadas y en marcha, su éxito requiere un compromiso político sostenido.
  • Un pico en la demanda de petróleo no ocurrirá pronto. Los combustibles fósiles seguirán siendo la principal fuente de energía durante las próximas dos o tres décadas. Mudar de sistema energético es una tarea compleja y una carrera de resistencia.
  • Las señales políticas mixtas contribuyen a la transición energética desordenada que estamos presenciando. La dirección clara y el apoyo de las políticas son esenciales, especialmente para establecer los precios correctos (no distorsionados) de los energéticos y movilizar los recursos financieros necesarios para materializar proyectos.
  • Los precios de las fuentes energéticas deben subir no solo porque es preciso reducir el consumo de combustibles fósiles, sino porque se requieren rendimientos adicionales para fomentar las inversiones en la transición.
  • Es evidente que los consumidores exigen estándares más altos de las empresas. La adopción de las buenas prácticas medioambiental, social y de gobernanza corporativa (ESG) y nuevas tendencias en compensación ejecutiva son congruentes con esta exigencia.
  • La inteligencia artificial, los datos masivos y un amplio número de tecnologías nuevas digitales están cambiando los patrones de consumo energético. Las previsiones de demanda se vuelven más difíciles durante la transición.
  • Dado todo lo anterior, puede esperarse mayor inestabilidad en el mercado energético.
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Un dato que llamó la atención es que la diferencia entre el mínimo y el máximo de las estimaciones para la demanda de petróleo en los siguientes 20 años alcanza 105 millones de barriles diarios, mayor que el tamaño del mercado petrolero actual. Esto puede interpretarse como una medida de la incertidumbre que la transición energética ha traído a la conversación. Si el planeta avanza conforme a los ambiciosos pronunciamientos de instalar una economía verde, la demanda de crudo sería bastante menor a la actual. Si en cambio continúa con el patrón de crecimiento conocido, la demanda aumentará sin cesar, aunque a un ritmo más lento.

¿Para cuál mundo invertir? ¿Cuál es más probable? De la respuesta a la que lleguen las empresas dependerá el balance entre la oferta y la demanda del mañana, es decir, el futuro de la seguridad suministro.

Son tiempos de transición energética, económica, política y geopolítica. Los mercados energéticos dan fe de la enorme dificultad para navegarlos. Habrá que abrocharse el cinturón.

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