Autoengaño
Caleidoscopio

Es licenciada en Ciencias de la Educación, cuenta con la maestría en Terapia Integral Familiar, colabora en varios programas de radio en México y Estados Unidos, así como en el periódico El Imparcial. Da conferencias y cursos, es autora de los libros Atrévete a brillar y Levántate, sacúdete y vuela. Twitter: @deniseramosm

Autoengaño
Foto de cottonbro en Pexels

“Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados”. Mark Twain

Rodolfo estaba muy desilusionado del amor. Había encontrado a su exesposa en brazos de otro hombre en su propia cama.

Rodolfo vivió un duelo muy difícil pues a pesar del engaño, él seguía amando a su exesposa, pero sabía que no podía volver porque ella le había confesado que era adicta a los hombres.

Después de un tiempo de terapia, él entró a una aplicación que se llama Tinder. Ahí veía los perfiles de muchas mujeres y buscaba a una para compartir su vida. Le llamó la atención el perfil de Samantha, porque en la descripción de su perfil decía: “soy la mujer más fiel del mundo”.

La mujer no era tanto su tipo, no era tan atractiva como su exesposa, pero al leer su autodescripción le dieron ganas de escribirle. Samantha le respondió de inmediato y así empezaron una relación por chat. Ella le dijo que era una mujer íntegra y que para ella la infidelidad era la peor traición. “La base de cualquier relación es la confianza, y si no hay confianza no puede haber una relación sana”, escribió ella.

Empezaron a salir y pronto se hicieron novios. Compartían muchos momentos juntos, y a los cinco meses de relación ella se mudó a vivir con él.

Todo iba muy bien hasta que Rodolfo vio que ella seguía recibiendo mensajes de Tinder. Él le preguntó por qué seguía con su cuenta activa y ella le respondió que había olvidado eliminar la aplicación. Él se quedó tranquilo con esa explicación porque confiaba ciegamente, pues ella le había dicho que jamás haría lo que había hecho su ex.

Al tiempo, un amigo de él le dijo que había visto a Samantha en un restaurante abrazada y besando a otro hombre. Rodolfo se molestó muchísimo con su amigo y le dijo que ella era incapaz de serle infiel y que dejara de levantarle falsos.

Samantha empezó a llegar muy tarde a casa y le decía que tenía mucho trabajo. A veces Rodolfo percibía olor a loción de hombre en la ropa de ella, pero él mismo se convencía de que era imposible.

Un día él le mandó mensaje para ver si llegaría temprano a cenar. Ella le respondió que tenía demasiado trabajo y que ni siquiera iba a alcanzar a cenar, que no la esperara despierto. El decidió llevarle cena de sorpresa a su oficina y ahí la encontró besándose con otro hombre.

La mente humana es altamente propensa al autoengaño. Si por mucho tiempo escuchaste a alguien decir: soy honesto, humilde y fiel, tu mente se cree el cuento y organiza una base de datos sólida alrededor de esa creencia y así nace la certeza irrefutable de que alguien es como te ha dicho que es. Cuando llega información contraria a las creencias que ya tenemos instaladas en la memoria, la mente se hace trampa y niega la evidencia o busca excusas. A esto se le llama autoengaño.

Lo que necesitamos hacer con las personas que se niegan a aceptar la evidencia de que algo no es como creen es someterlos a una terapia de exposición. Exponer a la persona a la realidad cruda y dura una y otra vez hasta que la creencia pierda fuerza y pueda ser suplida por otra.

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