Quedarse quieto
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Es jefe de información en Imagen Noticias con Yuriria Sierra en Imagen Televisión. Ha colaborado en Nexos, Proyecto 40 y Dónde Ir.  IG y TW: @alanulisesniniz

Quedarse quieto
25 de febrero, Ucrania. El cuerpo de un militar ruso que vestía el uniforme del servicio militar ucraniano yace junto a un vehículo después de que él y otros miembros de un grupo de asalto recibieron disparos. Foto: Sergei Supinsky / AFP

Primera imagen: tanques de guerra, aviones y helicópteros lanzando misiles; largas filas de civiles intentando ponerse a salvo. Desconcierto en ambos bandos, los que no pueden creer que eso les está sucediendo, los que no se pueden creer que eso sea generado por el gobernante de su país. Es el conflicto Rusia-Ucrania, es la guerra declarada.

Segunda imagen: una retahíla de señalamientos. Él es el agresor”, “no tuve otra opción”, “impondremos sanciones que los llevarán al límite”, “no cesaremos el fuego”, “nos han dejado solos”. Además, un llamado al diálogo para poner fin a un conflicto de años; insistencia o ingenuidad, porque tantas reuniones y acuerdos en otras partes del mundo tampoco han significado nada. Es lo que sucedió antes, durante y después de que comenzó la operación militar ordenada por Vladimir Putin. Es la ONU, son los líderes involucrados.

Tercera imagen: aquí también aparecen vehículos militares, no hay bombardeos aéreos, pero la milicia llega porque hay asesinatos y ejecuciones. Además, miedo, mucho miedo en las calles. Los habitantes han optado por autoimponerse toques de queda, no salen cuando el sol descansa, no es una postal ajena ni lejana. Es Colima.

Cuarta imagen: el éxodo, ellos también imploran por un refugio. Soldados y policías que incluso les hicieron caravana para mantenerlos en resguardo durante su camino. Son habitantes de Zacatecas que han dejado el hogar que conocían, el que construyeron con años de trabajo, porque al paso del tiempo ese espacio dejó de proveerles esa sensación de seguridad tan necesaria. Gobernantes y colores de partidos cambiaron. Nada mejoró.

Quinta imagen: identifican cuerpo hallado en el Ajusco. Se trata de Michel Simón, una joven reportada como desaparecida días antes. Hace un par de años publicó en Facebook una reflexión sobre la violencia contra las mujeres en el marco de las movilizaciones que, previo a que la pandemia nos encerrara, marcaron precedente: “Me han llamado feminazi por defender y apoyar la idea de querer salvar mi vida, por estar aterrada de pensar si soy la siguiente, o si será mi madre, mi prima, mi amiga, me aterra pensar que día a día estamos expuestas a ser violadas o morir (…) Si yo soy la siguiente, quiero ser la última”. Michel había salido de Coatzacoalcos para buscar en Ciudad de México una oportunidad como presentadora de televisión, hace un par de días su cuerpo regresó para ser despedido en el panteón de la ciudad veracruzana. Su rostro apareció en todos los noticiarios, pero no como parte de ese sueño que fue su motor. Al tiempo que su familia la sepultaba, en la Ciudad de México se informaba que el cuerpo de otra mujer había sido encontrado en uno de los canales de Cuemanco. Michel no fue la última.

Y también están los presidentes y expresidentes que se acusan; los que repiten discursos incendiarios para cambiar la dirección del debate; los gobernadores que con un tuit intentan detener una guerra a miles de kilómetros; los opositores que toman como bandera errores o ajenos como una oportunidad para hacer olvidar los propios. Y hasta la sensación de escozor que provoca entrar a espacios digitales que en algún momento fueron válvula de escape y que hoy son ring dispuesto al primer descuido.

Hace un par de días, Rafael Cabrera publicó en Twitter que todo se siente tan minúsculo y sin sentido cuando se observa todo lo que sucede. Y sí. Todo y tan pequeño, porque a pesar del entusiasmo que intentemos inyectar para el disfrute de nuestro entorno más inmediato, a veces, ni siquiera eso se siente suficiente. Escribió Leila Guerriero: se vale quedarse quieto

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