Cuidado con los ritmos latinos: cumbia, danzón y resistencia
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

Cuidado con los ritmos latinos: cumbia, danzón y resistencia
Foto: Facebook Danzonera Continental

Esa noche preparé una guayabera color azul rey con bordados dorados. Mis zapatos cafés eran de horma italiana con suelo de cuero, los indicados para deslizar en la suela de madera. Un par de anillos, una esclava en la mano y un sombrero son artefactos básicos para un danzonero. Así me alisté para ir a bailar danzón al salón Los Ángeles, sin embargo me encontré con una sorpresa.

Ese viernes 18 de marzo, la fila afuera de Lerdo 206 en la colonia Guerrero en la Ciudad de México era diferente. No había plumas largas, sacos de colores, ni vestidos largos de noche. Por el contrario, el cadenero le rompía sus boletos a la mitad a varios jóvenes vestidos de negro, con tenis, pantalones de mezclilla y chamarras súper casuales. Al interior del lugar, la atmósfera era diferente: un pequeño festival de música electrónica y alternativa se había instalado frente a las fotografías de Dámaso Pérez Prado y Celia Cruz.

Una vez sentado con mi grupo de amigos danzoneros, nos sentimos raros y fuera de tono. Incluso una chica de mi mesa pensó en cambiarse las zapatillas por un par de tenis que traía en su maleta. Todos fuimos con vestimenta formal porque estábamos citados para escuchar a Felipe Urbán y su danzonera. Sin embargo, con el tiempo caímos en cuenta que se trataba de un evento especial: La última selva.

A las 21:00 horas, la danzonera comenzó su primer y único turno con El número 1. Un par de pachucos y unos cuantos danzoneros comenzaron a tomar la pista. El resto del público, jóvenes con cerveza y celular en mano, veían asombrados cómo las mujeres se deslizaban en los paseos y floreos del danzón. Algunos intentaban imitar los pasos y otros simplemente bailaban a cómo les saliera del alma.

Ese evento, organizado por el sello Perros con tiña, incorporó música electrónica, prehispánica, danzón, cumbia y otros géneros. Ahí me di cuenta sobre la oportunidad que tienen los danzoneros para vincularse a nuevas generaciones y con personas que tienen un gusto musical diferente. Esa noche el danzón no fue para adultos mayores, fue para todos.

Un par de días después me reuní con el director de la Danzonera Continental, Roberto Reyes. Me platicó sobre los nuevos planes para la orquesta: fusiones musicales de danzón con salsa y rock. “Quiero meter una guitarra eléctrica en el montuno”, me confesó. Después me mostró algunas grabaciones que todavía no ha hecho públicas donde el montuno suena a rumba.

En esa reunión le comenté sobre mi experiencia en Los Ángeles, le hice compartí que después de la danzonera, DJ Basuritas comenzó a tocar cumbias instrumentales de antaño: decenas de jóvenes blancos, con botas Dr Martens y chamarras de cuero se movían solos al estilo de La tercera de los toquesitos. Ante ello, Roberto me interrumpió y me dijo: “a ese público le quiero apostar, ahí podemos rescatar el danzón”.

En esa mesa también estaba sentado Ricardo, cantante de la Sonora Santanera y María Fernanda. Nos recordó que ese mismo fin de semana su agrupación acompañó a la Maldita Vecindad en el Vive Latino. Además, ese domingo también estuvo la Orquesta de Pérez Prado con el cantante Roco Pachukote en el Zócalo de la Ciudad de México. ¡Cuidado con los ritmos latinos, vienen cosas muy fuertes!

En el Vive Latino también estuvo presente Son Rompe Pera, una agrupación de jóvenes que combina la marimba, el ska, punk, cumbia y otros géneros tropicales. Este conjunto estuvo convocado para el 84 aniversario del salón Los Ángeles: iba a compartir escenario con Felipe Urbán y su danzonera, así como con Carlos Campos y sus 15 campeones. Sin embargo, la pandemia evitó que se concretara este festejo.

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