El litio y la peor propuesta de negocio en la historia de la humanidad
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Economista mexicano por parte del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), con diplomados en Regulación (CIDE) y Comercio Exterior (ITAM). Actualmente funge como asesor y consultor en materias energética, económica y comercial con énfasis en América Latina, para empresas y organismos internacionales. Ha trabajado en diferentes ámbitos de la administración pública en todos sus niveles.

Twitter: @robenedith

El litio y la peor propuesta de negocio en la historia de la humanidad
El litio, en el centro de la reforma de AMLO. Foto: Unsplash

Imagínense que un país pobre que basa su economía en exportaciones de materias primas y manufacturas intensivas en mano de obra, y al que la teoría de comercio internacional le receta que su “ventaja comparativa” es no producir bienes que requieran de mucho capital, decida crear una empresa estatal, al mando de un militar sin experiencia empresarial, para producir un bien que requiere grandes montos de capital y cierto tipo de tecnología que no tiene.

En una democracia liberal de los 90, en el pináculo del neoliberalismo, ese plan se hubiera desechado apenas el burócrata que lo presentara hubiera terminado de hacerlo. Por algo, a la operación que menciono en el párrafo anterior se le llegó a conocer como “la peor propuesta de negocio en la historia de la humanidad”.

Porque ese país existe y, en los 60, su empresa estatal fue creada para producir acero, aún sin que el país tuviera la materia prima para eso. Ese país es Corea del Sur y la empresa es Pohang Iron and Steel Company (Posco), actualmente la cuarta productora de acero del mundo, que contribuyó a la industrialización acelerada de aquel país.

En los 60, Corea del Sur tenía un PIB per cápita de alrededor de 159 dólares, mientras que México llegaba a casi 350 dólares. Hoy, México ronda los 9 mil dólares contra los más de 30 mil que Corea del Sur llega a tener.

En muchas universidades donde se enseña Economía, además de cargar la balanza a un tipo de ideología (el liberalismo) y a una escuela de pensamiento económico en particular (la neoclásica), desecharon casi por completo a la Historia de su pedagogía. A la Economía, en cuanto ciencia que pretende explicar complejos fenómenos sociales, la mutilaron de una de sus herramientas más preciadas para convertirla en remedo aspiracional de la Física.

Es por eso que cualquier graduado desde los 90 en este tipo de universidades repite, así como un loro, que Corea del Sur se concentró en tres cosas para llegar a ser un país desarrollado: mejorar la calidad de su educación, privatizar empresas estatales y promover frenéticamente su comercio internacional.

Estos economistas a medias dejan a un lado, como si fuera cualquier cosa, que Corea del Sur tuvo un gobierno autócrata durante 20 años, el cual llevó planes a muy largo plazo, incluido aquel sobre la creación de Posco. La empresa terminó siendo parcialmente privatizada en 1997, en pleno frenesí neoliberal que no dejó títere con cabeza.

Es importante estudiar a profundidad la historia económica de Corea del Sur y el sudeste asiático en particular, para entender, más allá de la narrativa hegemónica, los procesos acelerados de desarrollo económico del siglo pasado.

Finalmente, no hay desperdicio en mencionar que Posco actualmente, además del acero, extrae más de 20 mil toneladas de litio anuales de minas argentinas para importarlas y realizar baterías que luego exporta al resto del mundo.

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